Se cumplen hoy 25 años de la mayor catástrofe nuclear ocurrida en la historia
Aún no se sabe cuántos murieron por radiación
Miles no han recibido su compensación
Martes 26 de abril de 2011, p. 21
Moscú, 25 de abril. Tendrán que pasar al menos otros 50 años para que se pueda afirmar que la central atómica de Chernobil –cuyo cuarto reactor explotó la noche del 26 de abril de 1986, dando origen al que ha sido hasta ahora el mayor accidente en la historia de la energía nuclear pacífica, incluso más que la reciente catástrofe de Fukushima en Japón– ya no representa ningún peligro.
Es la opinión del académico ruso Yevgueni Velijov, quien hace 25 años coordinó las labores para superar las secuelas de la siniestrada planta. Ahora es un simple observador de excepción. La Unión Soviética dejó de existir y Chernobil, que territorialmente forma parte de Ucrania, en sentido estricto no es un problema de Rusia.
Pero Velijov, actual presidente del Instituto Kurchatov de Energía Nuclear de la Academia de Ciencias de Rusia, sabe que Ucrania tiene que concluir los trabajos para neutralizar el polvo radiactivo que contiene la central bajo el sarcófago que cubre la parte afectada por la explosión.
Dicho sarcófago tenía de origen 10 años de vida útil y, sin embargo, han pasado otros 15. Por fortuna, hasta ahora no ha habido nada que lamentar. Para evitar definitivamente el riesgo de fuga radiactiva hay que invertir en fortificaciones adicionales alrededor de 500 millones de euros de los que Ucrania no dispone y que, en estos tiempos de crisis para todos y rescates financieros a países miembros, deberá aportar la Unión Europea.
¿Qué sucedió realmente en Chernobil hace un cuarto de siglo? Si nos atenemos al comunicado oficial de la época, difundido por supuesto a través del periódico Pravda, el accidente ocurrió por una serie de graves errores cometidos por los trabajadores de la central atómica, que no respetaron las reglas de explotación de los reactores
.
Estas líneas sirvieron de argumento irrebatible para que la justicia soviética condenara a diez años de cárcel a Viktor Briujanov, director de la planta y diputado; a igual plazo de privación de libertad a Nikolai Fomin, ingeniero en jefe, y Nikolai Diatlov, subdirector; cinco años recibió Boris Rogoshkin, jefe de guardia; y tres y dos años de cárcel les cayeron a Aleksei Kovalenko, jefe de la sala de reactores, y Yuri Laushkin, inspector.
La muerte salvó
de la vergüenza de ser condenados al jefe del cuarto bloque, Aleksandr Akimov; al operador del reactor, Leonid Toptunov, y al encargado de turno de la sala de reactores, Valeri Perebozchenko.
Entonces, a pesar del notorio declive del sistema socialista, los dirigentes del país –el secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, Miajil Gorbachov, y los demás miembros del Politburó– estaban convencidos de que lo más importante, de cara al mundo y hacia dentro, era mantener la idea de que la ciencia y la tecnología soviéticas seguían siendo las más seguras y confiables del mundo.
Una suma de errores humanos era explicable, y los chivos expiatorios ya estaban en la cárcel.
En realidad, se tenía previsto repetir el experimento realizado en el bloque número tres de la planta de Chernobil un año antes: el reactor del cuarto bloque se apagaría el 24 de abril para verificar si sería suficiente la energía mecánica del generador antes de que alcanzara el nivel adecuado el generador diesel de reserva. El reactor explotó.
Tendrían que pasar muchos años –disolverse la Unión Soviética y caer el régimen socialista– para que viera la luz, desclasificado, el protocolo de la reunión del Politburó del 3 de julio de 1986, bajo el sello de Altamente secreto: ejemplar único
, el cual no deja dudas de que los dirigentes soviéticos conocían la verdadera causa del accidente:
El cuarto reactor de la central atómica de Chernobil, de la serie RBMK-1000 (que hasta la fecha sirve para dar 50 por ciento de la energía nuclear de Rusia), estalló por una serie de fallos atribuibles a su construcción.
El responsable del proyecto RBMK-1000, el académico Anatoli Aleksandrov, reconoció la existencia de errores que hicieron explotar el reactor y pidió ser relevado del cargo de presidente de la Academia de Ciencias. Su segundo en el Instituto Kurchatov, el académico Valeri Legasov, que pasó cuatro meses en Chernobil investigando las causas del accidente y las medidas para neutralizar sus consecuencias, apareció ahorcado en su oficina en abril de 2008, el segundo aniversario de la catástrofe.
Aún no se sabe cuánta gente murió en la zona afectada por la radiación, cuántas personas que participaron en las labores para liquidar las consecuencias del accidente nuclear fallecieron por cáncer.
La organización Unión de Chernobil, Rusia asegura que de las 250 mil personas que intervinieron en esas labores murieron 30 mil, mientras la mayoría de quienes lograron sobrevivir sufren graves enfermedades y son minusválidos, y por lo común siguen esperando las compensaciones del Estado que merecen.
El presidente de Rusia, Dimitri Medvediev, viajará este martes a Ucrania para encabezar, junto con su colega ucraniano, Viktor Yanukovich, y el patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Kiril, los actos conmemorativos del 25 aniversario del accidente de Chernobil.
Hasta esta noche no se había confirmado la asistencia del presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, cuyo país fue el tercero más afectado por la nube radiactiva de Chernobil.