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El director regresó a su país para ofrecer tres conciertos

Dudamel recurre a Mahler para estremecer al público caraqueño

Bajo su batuta, la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar

 
Periódico La Jornada
Domingo 11 de abril de 2010, p. 6

El director de orquesta Gustavo Dudamel estremeció al público de Caracas con la interpretación de la Novena sinfonía en re mayor de Gustav Mahler, al frente de la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, de regreso a su país después de haber participado exitosamente en el festival de Lucerna, Suiza, en marzo. El pasado jueves ofreció el primer concierto, de un ciclo de tres en el teatro Teresa Carreño.

El ocaso de un Gustavo, Mahler, se conjuntó con el cénit de otro Gustavo, Dudamel, quien imprimió su energía electrizante y salvaje en la última sinfonía completa que compuso el austriaco, entre 1908 y 1909. Compositor por quien el maestro Dudamel siente simpatía y que descifra musicalmente a la perfección, al lograr sus momentos sublimes y tormentosos, señaló el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela.

La obra de Mahler es frecuente en el repertorio del cada vez más afamado venezolano. En 2007 grabó en su segundo disco la Quinta sinfonía con la Deutsche Grammophon. Y la Novena sinfonía fue interpretada en febrero pasado en Suecia, con la Sinfónica de Gotemburgo, que también encabeza.

Déjalo ir en un movimiento

¡Recuerden cuando eran adolescentes!, exclama Dudamel vestido de jeans y camisa estilo polo color rosa; se acomoda la alborotada melena, salta y aletea pispiretamente la batuta ante la orquesta sueca para explicar los detalles de la interpretación, en el ensayo de esta sinfonía en un video que se puede ver en su página oficial de Internet.

En inglés, con acento latino inconfundible, explica que la Novena sinfonía de Mahler es trascendental y totalmente diferente a otras que finalizan con un movimiento, con una esperanza de vida, mientras ésta da la sensación de déjalo ir, como dijo Bernstein, otro gran referente.

La dualidad de la muerte y la vida fue una obsesión para Mahler: ¿qué pasa después de la vida?, dice ante la cámara, y luego añade: “el último movimiento es como el sentimiento de ‘está bien, dame cinco minutos más, y después de estos momentos me iré’, algo muy especial para tocar esta pieza con la orquesta”, explica Dudamel sobre la obra que ahora interpretó con la orquesta venezolana.

Ayer por la noche ofreció el segundo concierto, del ciclo organizado en el contexto de una campaña contra la violencia hacia la mujer, adolescentes y niñas, con un repertorio integrado por la Obertura trágica, de Brahms; la Serenata número 9 en re mayor corno di posta, de Mozart, y el Concierto número 1 para violín y orquesta en sol menor, de Max Burth, con el violinista francés Renaud Capucón. Y finalmente, será otra obra de Mahler, la Sinfonía número 7 en mi menor, la que culmine la trilogía de presentaciones del afamado, joven y carismático director en casa y con su orquesta.