Tres pelícanos del Mar de Cortés
Eduardo
Palacios Castro
Correo electrónico: [email protected]
En
la primavera de 1998, visitamos una colonia de anidación
abandonada de pelícanos cafés (Pelecanus occidentalis)
en el corazón del Golfo de California. Me refiero a la isla
Pelícano de Puerto Refugio, en el extremo norte de isla Ángel
de La Guarda.

Pelícano café |
La visita la hicimos
cuando transcurría el fenómeno de El Niño,
aguas calientes provenientes de las costas del Perú.
Estos pelícanos
estaban sufriendo los efectos del más intenso Niño
conocido en el Mar de Cortés o Golfo de California. Entre
nidos incompletos, pollos muertos por inanición o huevos
quebrados por depredación, encontramos un nido con tres pollos
vivos.
Los padres debieron ser
unos superpelícanos, pues a pesar de la escasez de alimento,
esta pareja mantenía una familia numerosa. Sin embargo, nos
quedamos con las ganas de conocerlos, seguramente se encontraban
buscando alimento para sus pollos.
Previendo una suerte
igual a la de sus vecinos, decidimos rescatar a los pollos, adoptarlos
y criarlos hasta que pudieran valerse por sí mismos.
Los pollos se encontraban
en buenas condiciones y bien alimentados, a juzgar por los bolos
de sardina que regurgitaron en su captura.
Los bautizamos del más
grande al más chico, con los nombres de Hugo, Paco y Luis,
como los personajes de Walt Disney. De su colonia, los transportamos
en panga a nuestro campamento en Campo Archelón de la Bahía
de Los Ángeles, en Baja California.
Allí les acondicionamos
un lugar seguro, con techo de palma y cercado con malla ciclónica
para evitar su escape y la entrada de depredadores.
Les administramos suero
oral y les dimos sardinas de lata sin tomate. Posteriormente, los
alimentamos con anchovetas y sardinas que nosotros pescamos. Cuando
esto fallaba, siempre podíamos comprarle carnada a Joel Prieto,
que mantenía su carnada viva para venderla a los pescadores
deportivos.
Por el tamaño
del pico se puede conocer la edad de los pollos de pelícanos.
Así pudimos saber que Hugo tenía cinco semanas de
edad mientras que Paco y Luis tenían cuatro y media y cuatro.
Estos tres eran probablemente los únicos pollos sobrevivientes
de la generación 1998 de la región de las grandes
islas del Mar de Cortés.
Durante su crecimiento,
los alimentamos hasta saciarse de sardinas y macarelas. Rápidamente
empezaron a ganar peso y llegaron a pesar hasta 5.5 kilogramos.
Pero después bajaron de peso y a las nueve semanas de edad
se estabilizaron en 4.8 kg.
Observamos periodos de
unos tres días en que ayunaban voluntariamente. Esto nos
llevo a especular en una posible adaptación de los pollos
a pasar períodos sin alimento cuando, por mal tiempo o alguna
otra razón, los padres no pueden pescar. Después de
esos periodos, los pollos comían de nuevo hasta saciarse.
Cuando los liberamos
en la Isla Piojo, tenían 13 semanas de edad. Por su pico
de 35 centímetros de largo supimos que los tres eran machos
pues en la hembra mide menos de 32.
Los tres estaban en excelente
condición para ser liberados, pesaban por lo menos medio
kilogramo más del peso de un adulto. Ese peso de más
sería una reserva mientras aprendían a capturar los
peces que son su alimento.
Los pelícanos
son sociables y los jóvenes aprenden a pescar imitando a
los adultos, que son mejores pescadores.
Las condiciones de alimento
en la bahía habían retornado a la normalidad. Se observaban
cardúmenes que eran empujados hacia la superficie por peces
depredadores, una condición favorable para los pelícanos
porque la comida se vuelve más accesible debido a la actividad
de estos depredadores.
Los tres jóvenes
pelícanos se marcaron con anillos de aluminio con numeración
terminada en 858, 859 y 860. Ahora se buscan vivos o muertos, porque
tienen una larga e interesante historia qué contar a casi
una década de que fueron rescatados, atendidos como merecen
y, posteriormente, liberados.
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