Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 25 de febrero de 2007 Num: 625

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Vocación
CESARE PAVESE

Zapata en Bellas Artes
RAQUEL TIBOL

Gabriela Mistral a cincuenta años de su muerte
JOSÉ CEDEÑO

Dos poemas
GABRIELA MISTRAL

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Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Cabezalcubo
JORGE MOCH

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
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Alonso Arreola
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Resonancias de Madrid

Detrás de la iglesia de San Fermín, muy cerca de la Editorial Siruela (me topé con ella sin quererlo, mientras caminaba matando el tiempo), se halla el hotel desde el cual escribo. Madrid, a estas horas de la mañana y con el cielo despejado, es un regalo a los ojos. Estoy esperando a un amigo para ir a su ensayo en el barrio de Leganés. Mientras, paso el tiempo con la representante de su disquera (una trasnacional), quien se muestra preocupada ante las ventas que debe informar al cantante (el amigo en cuestión). Ella dice, como todos los de su gremio alrededor del mundo, que las cosas van mal, que la venta de discos ha caído drásticamente y que el repunte del consumo online, con descargas legales vía internet, no alcanza para equilibrar la balanza. Me comenta que la mayoría de sus lanzamientos actuales, incluso siendo de artistas renombrados, casi siempre inicia con tirajes de diez mil unidades, algo impensable en otros tiempos, cuando el desplazamiento se contaba por millones. Lo bueno, colijo tras escucharla, es que lo tiene claro: renovarse o morir.

Recuerdo conversaciones similares con productores y maquiladores mexicanos. Ellos piensan lo mismo. Vaya, todos piensan igual. Todos repiten esas palabras como resonancia entre montañas o cuerdas simpatéticas, sólo que todavía no saben cómo demonios transformarse. Contrariamente, los sellos independientes, las distribuidoras independientes, el mercado informal, los melómanos y los músicos (ellos más que nadie), ninguno se detiene. De hecho, ellos son quienes mantienen viva a la música pasándose la ortodoxia mercantil por "debajo de la tabla de los merengues", como diría Rafael Ramírez Heredia (que en paz descanse). Y qué bueno. Porque no se puede estar culpando al consumidor.

Tanto en España, como en México, como en Estados Unidos, las estúpidas campañas contra la piratería han intentado decirle al consumidor que no sea ladrón, que no inculque malas costumbres a sus hijos, que los artistas sufren daños, que el mundo sería mejor si gasta cantidades absurdas en un disco compacto "original" (término a discutirse en otro momento)… Se olvidan de que la gente de a pie, los adolescentes de nuestros días, todos, tienen prioridades diarias lejanas a la valorización del disco como objeto. Eso es triste, de acuerdo, pero el fin último de un compositor es, sin duda alguna, que los oídos de su audiencia hagan eco aunque sea a través de un iPOD o de las pequeñas bocinas de una computadora (ordenador, como dicen por acá), incluso sin la calidad que antaño se exigía a los equipos de altas prestaciones.

Ayer, corroborando lo dicho, me di una vuelta por la Fnac (tienda legendaria). Libros, películas, equipo, discos… muchos discos y, entre las novedades, decenas con precios inferiores a los diez o hasta los cinco euros. Tal como va sucediendo en México, aunque allá (aquí, perdón), los intermediarios no ceden terreno. Porque a diferencia de la Unión Americana o Europa, nosotros seguimos permitiendo que el intermediarismo musical (como el del maíz blanco, para usar un ejemplo claro) siga haciendo de las suyas maltratando a las disqueras tanto como a los consumidores. Esa es otra cosa en la que estamos de acuerdo esta nerviosa mujer y yo: las disqueras no son las culpables de todo.

En fin. Inicialmente quería matar el tiempo escuchando y compartiendo dos hallazgos interesantes. Uno expresa la vitalidad de un colectivo en el que conviven ese corsario del rock español, Kiko Veneno (quien recientemente presentó en el DF su placa El hombre invisible), junto a Tomasito y los Delincüentes (también nos acaban de visitar). Se trata del álbum Tucaratupapi, con doce temas espléndidos en los que suena el flamenco, en plan acústico más que eléctrico, cobijado por una lírica acre, animada en plan rocanrolero (incluso reggae), pero con sutileza: "yo sé que a ti te suena muy bien, también a mí me gusta beber, remar, soñar, veneno mortal, si vienes a por mí soy el niño lombriz" (del tema "El vino y el pescao"). Muy recomendable.

El otro es del dúo de Carles Benavent y Josemi Carmona, Sumando. El primero es el bajista más preeminente de España (ha tocado con Paco de Lucía, Chick Corea y Miles Davis); el segundo es uno de sus más jóvenes y virtuosos guitarristas. Apenas acompañados por cajón, ambos se internan en la búsqueda de un flamenco impregnado por el jazz improvisado, pero usando efectos y situaciones innovadoras. Así, bellamente, cumple en parte con la presuntuosa promesa de su carátula, firmada por ellos mismos: "Sumando no es una combinación caprichosa ni una reunión de virtuosos. Es un ente orgánico que supone el más importante paso de los últimos años hacia la gran música flamenca del futuro." Un trabajo exquisito.

Así pues, queden estas recomendaciones en manos del lector para ser "robadas" vía la web, o compradas en una tienda, o compartidas por un amigo más allá de lo que pase en el magín de una industria decadente, hoy mujer tembelequeante en una suite con fauces de león.