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La sombra del fraude electoral pesa sobre Bush
En Estados Unidos no todos
los votos cuentan, aseguran organizaciones de defensa de los derechos civiles
y periodistas, en clara referencia a las cuestionadas elecciones que llevaron
a la Casa Blanca al republicano George W. Bush, en 2000 y 2004. Hace cuatro
años se detectaron graves irregularidades en los comicios presidenciales
en el estado de Florida -gobernado por Jeb Bush, hermano del mandatario-,
que le dieron el triunfo en las urnas a Bush en detrimento del candidato demócrata
Al Gore. Y en noviembre pasado la historia se repitió, aunque ahora en
el estado de Ohio, perjudicando la candidatura de John Kerry, del Partido Demócrata.
Esa es la conclusión a la que han llegado la Rainbow Coalition/PUSH,
del reverendo Jesse Jackson, United for Peace and Justice, abogados de Ohio
y legisladores federales, quienes realizan una extensa investigación
sobre las elecciones presidenciales en esa entidad. De hecho, han presentado
una demanda para analizar las irregularidades en el proceso electoral y han
solicitado formalmente interrogar a Bush, al vicepresidente Dick Cheney, al
asesor político Karl Rove y al secretario de Estado de Ohio, Kenneth
Blackwell.
En dicha demanda se afirma que un nuevo conteo justo e imparcial daría la victoria a Kerry en Ohio y, por ende, la presidencia. La batalla legal apenas comienza y Bush, su segundo al mando y Rove ya han contratado representación legal en el citado estado para defenderse ante el alud de pruebas sobre un posible fraude electoral. Entre las irregularidades detectadas, los demandantes pusieron al descubierto tácticas para suprimir el voto en zonas de mayoría demócrata, anulación de sufragios en distritos anti Bush, manipulación del conteo de votos y urnas electrónicas con un programa para alterar el sentido del sufragio. Es más, esas máquinas fueron rentadas a una empresa propiedad de un partidario y contribuyente de los republicanos.
Asimismo, el periodista Greg Palast denunció que hay más de 250 mil votos que no se incluyeron en el conteo debido a que fueron reportados como "estropeados" o "provisionales". Lo sospechoso del caso es que esos sufragios corresponden en su mayoría a distritos de comunidades afroamericanas, tradicionalmente demócratas. Esa cifra cobra especial relevancia si se tiene en cuenta que Bush ganó la elección y la presidencia gracias a los resultados en Ohio, donde obtuvo una ventaja de tan sólo 136 mil votos. Además está el hecho de que las encuestas de salida en tres estados claves para la elección favorecían a Kerry, aunque finalmente salió triunfador Bush. Esta situación genera dudas pues ese tipo de sondeos son normalmente fiables, sobre todo si se realizan el mismo día de los comicios, tal como ocurrió.
Las organizaciones civiles tienen un objetivo: lograr que los tribunales de Ohio ordenen un recuento antes de que el Congreso apruebe los resultados oficiales, el próximo 6 de enero. Si bien esta movilización no evitará que Bush rinda protesta como presidente el 20 de enero, al menos generará un debate sobre la realidad o ficción de la democracia estadunidense. En este sentido, existen señalamientos que dejan entrever una profunda preocupación por el futuro del sistema político de Estados Unidos. A decir del reverendo Jackson, si las irregularidades en Ohio hubieran ocurrido en otro país -digamos México-, el proceso habría sido calificado en Washington de "verdadera farsa". Y según sus estimaciones, "el plan (de los republicanos) para privar a los ciudadanos del derecho de voto fue más grande y mejor tramado que en Florida en el 2000". El fraude electoral se deriva, en parte, de las deficiencias en la Constitución estadunidense, que no garantiza el derecho al sufragio; deja esa responsabilidad a los gobiernos estatales, lo que permite un manejo político de los comicios. Por ello el diputado Jesse Jackson, hijo del reverendo, advirtió que si no se reforma el sistema electoral, "en cuatro años estaremos discutiendo las irregularidades y fraude electoral de otro estado más en la elección presidencial".
Ante todas las sospechas, pruebas y acusaciones que manchan la reputación de la democracia estadunidense, resulta surrealista que la Casa Blanca se erija en paladín del sufragio universal y sea capaz de llegar a la guerra supuestamente para defender este sistema político. Es decir, Estados Unidos promueve la democracia en el exterior y la asesina en el interior. ƑCómo creerle a Bush su deseo de instalar la democracia en Irak -y en otros países-, si su poder emana de un fraude en las urnas?