México D.F. Martes 18 de mayo de 2004
De ahí surgió una "nueva base
legal" para la guerra de EU contra el terrorismo
En 2002 la Casa Blanca decidió que la Convención
de Ginebra era "obsoleta"
Se confirma la existencia de un plan secreto de interrogación
creado inicialmente para Al Qaeda
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 17 de mayo. El jefe legal
de la Casa Blanca, Alberto R. Gonzáles, determinó que la
Convención de Ginebra era "obsoleta" dentro de la nueva doctrina
del gobierno de George W. Bush en la guerra contra el "terrorismo", y ofreció
así la base legal para autorizar un secreto y agresivo progama de
interrogación diseñado inicialmente para detenidos de Al
Qaeda, pero que fue importado a la guerra en Irak, revelaron nuevos documentos
oficiales.
"Como usted ha dicho, la guerra contra el terrorismo es
de un nuevo tipo. A mi juicio, este nuevo paradigma hace obsoletas las
estrictas limitaciones de (la Convención de) Ginebra sobre el interrogatorio
a prisioneros enemigos y hace ver pintorescas algunas de sus provisiones",
escribió el jefe legal de la Casa Blanca Alberto R. Gonzáles
en un memorando preparado para Bush y obtenido y publicado por Newsweek,
en su edición de esta semana.
Esta
revelación nutrió el creciente escándalo que estalló
con las fotos de Abu Ghraib, y profundizó el debate en Washington
sobre quién tiene la responsabilidad por la tortura de los detenidos
en Irak. El senador Richard Lugar, presidente del Comité de Relaciones
Exteriores, declaró hoy que esperaba que Gonzáles no hubiera
escrito ese documento, pero si lo hizo, añadió, "estaba equivocado".
En declaraciones a la cadena C-SPAN, Lugar agregó que las implicaciones
son que si uno abandona la Convención de Ginebra, "y si esa fue
la orden a las tropas, y empieza a improvisar, entonces se deja abierta
la puerta a los abusos". Señaló que la investigación
del Congreso se enfocará en este aspecto.
Por su parte, el secretario de Estado, Colin Powell, dijo
ayer que no deseaba comentar sobre el memorando sin leerlo de nuevo -lo
que confirma que sí lo había visto inicialmente y según
informó Newsweek, lo negó- pero reiteró que
Estados Unidos debe "cumplir" con la Convención de Ginebra. Tanto
los presos de guerra como los que Washington no considera "combatientes",
al igual que los "terroristas", deben ser tratados según las normas
marcadas por el derecho internacional, declaró Powell a la cadena
NBC. La Casa Blanca, en su reacción inicial a la revelación,
se limitó a indicar: "es política de Estados Unidos cumplir
con todas nuestras leyes y obligaciones de tratados".
Sin embargo, el memorando de la Casa Blanca descarta la
aplicación de la Convención de Ginebra para el "nuevo" enemigo.
Aunque el documento de 46 páginas fechado el 25 de enero de 2002
señala que el Departamento de Estado instaba al presidente reconsiderar
la decisión de que la Convención de Ginebra no era aplicable
a detenidos de Al Qaeda o talibanes, Gonzáles justifica la decisión
por el "carácter" de la nueva guerra donde se considera urgente
obtener información de "terroristas capturados" y sus patrones para
evitar más "atrocidades contra civiles estadunidenses".
A la vez, el memorando señala que abandonar la
Convención de Ginebra en estos casos permitía que el presidente
"conserve su flexibilidad", reportó Newsweek. Esto se refería
al temor de que si no se declaraba nula la convención en estos casos,
oficiales estadunidenses podrían ser sujetos a acusaciones de crímenes
de guerra en el futuro. La preocupación era por si acaso, en un
futuro, autoridades estadunidenses pudieran buscar determinar si se había
violado la ley estadunidense de 1996 sobre crímenes de guerra, que
incluye en esta definición violaciones a la Convención de
Ginebra.
Ahora
son tres medios nacionales -el New York Times, The New Yorker y
Newsweek- los que han documentado, independientemente, la aprobación
y existencia de un programa secreto para extraer información de
detenidos mediante técnicas que violan la Convención de Ginebra.
Este programa, autorizado por los más altos niveles del gobierno,
incluidos el procurador general, John Ashcroft; el secretario de Defensa,
Donald Rumsfeld, y el propio presidente Bush, permitía la detención
e interrogatorio secreto de sospechosos en la llamada "guerra contra el
terrorismo".
Pero fue el propio Rumsfeld quien decidió emplear
las técnicas aprobadas inicialmente para detenidos de Al Qaeda en
Irak -donde la Casa Blanca había prometido aplicar la Convención
de Ginebra. Pero el programa secreto que comenzó en Afganistán
y Guantánamo, según indican documentos y entrevistas publicadas
esta semana, fue la raíz de lo que mostraron las fotos de Abu Ghraib.
En su memorando, Gonzáles argumentó que
suspender la aplicación de la Convención no llevaría
al maltrato de soldados estadunidenses en manos enemigas porque la política
de Bush de "otorgar tratamiento humanitario a los enemigos detenidos nos
otorga la credibilidad para insistir sobre un tratamiento parecido para
nuestros soldados".
Todo indica que la autorización del programa secreto
de detención e interrogación aprobado por los máximos
niveles del gobierno de Bush y la decisión de anular la aplicación
de la Convención de Ginebra en el combate contra el "terrorismo"
en el campo de batalla contra Al Qaeda y los talibanes, fue trasladada
al de Irak. Supuestamente el primero no tiene reglas o normas, para el
segundo se dijo que sí. Pero la borrosa línea marcada por
la Casa Blanca, y los departamentos de Defensa y de Justicia para el primer
campo cruzó la frontera al segundo.
Ahora el gran debate es sobre quién asume la responsabilidad
por las violaciones de las normas internacionales documentadas en Abu Ghraib,
y si estos abusos fueron resultado de la decisión de unos cuantos
soldados o si el origen del problema es la misma oficina del comandante
en jefe, o sea George W. Bush y sus secretarios.
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