México D.F. Jueves 8 de abril de 2004
Más de 50 mil índigenas de Chihuahua
bajan de la sierra para la festividad
Escenificar la Pasión, recurso cultural de los
rarámuris
MIROSLAVA BREACH VELDUCEA CORRESPONSAL
Chihuahua, Chih., 7 de abril. Convertidos en el
principal atractivo turístico, indígenas rarámuris
y tepehuanes celebran la Semana Santa como uno de sus recursos culturales
más importantes, frente a la embestida del mestizaje, que los ha
convertido en imágenes para ilustrar el recorrido por la imponente
sierra Tarahumara.
Pese a esa constante exposición a la lente de las
cámaras de los turistas, la visión religiosa sobre la muerte
y pasión de Cristo continúa siendo la festividad religiosa
más importante de los más de 50 mil pobladores indígenas
congregados en las comunidades serranas y los asentamientos urbanos o ghettos
de las principales ciudades del estado.
El
ciclo del ceremonial religioso empieza el 2 febrero, como parte de los
preparativos para la cosecha, y concluye el domingo de Resurrección.
Durante este periodo los indígenas rarámuris, tepehuanos,
guarojíos y pimas, imprimen a la festividad el sello de la problemática
que aqueja a sus comunidades, afectadas por narcotráfico, cacicazgos,
despojo de sus tierras y la explotación de sus bosques.
El ceremonial de la Semana Santa Tarahumara es una representación
de la lucha entre el bien y el mal, escenificada por varones mayores de
edad. La festividad religiosa es para los rarámuris tiempo de veneración,
contemplación y festejo, y en ese largo duelo siempre triunfa el
bien con la resurrección de Jesús.
A lo largo de la Semana Mayor, las danzas, a cargo de
un grupo de fariseos seleccionados entre los hombres más jóvenes
y fuertes de las diferentes comunidades, se prolongan toda la noche y se
intensifican el jueves, viernes santos y el sábado de Gloria.
Estos personajes se convierten en los protagonistas de
la ceremonia y acaparan para sí la dirección de la comunidad
indígena. Los fariseos son un grupo de jóvenes fuertes, con
una actitud alegre, cómica y desenfadada, que aporta un elemento
irreverente a la celebración.
En los centros ceremoniales indígenas, como el
de San Ignacio de Arareko, en el poblado de Creel, se reúnen cientos
de indígenas ataviados con su vestimenta tradicional: taparrabos
de manta, coyeras, huaraches de llanta y bastones para los hombres, quienes
pintan sus cuerpos con rayas o puntos blancos para bailar en giros constantes
al ritmo monótono de los tambores, flautas y violines. El baile
ceremonial sólo se interrumpe a ratos, cuando las mujeres y hombres
participan en las misas, realizadas por sacerdotes católicos, donde
se representan escenas de la pasión y muerte de Cristo con estricto
apego a los textos bíblicos.
De acuerdo con el estudio antropológico "Culturas
indígenas de la sierra Tarahumara", la celebración de la
Semana Santa es hoy por hoy el recurso de defensa cultural más importante
de los grupos étnicos de la Alta y Baja Tarahumara frente a la aculturización
que les impone el mestizaje.
La parte central de las celebraciones que se llevan a
cabo en los asentamientos indígenas de la ciudad de Chihuahua y
el centro ceremonial de San Ignacio de Arareko, en el poblado de Creel,
comienza el Miércoles Santo, con la colocación de la ornamentación
de arcos por donde pasaran los danzantes. El Jueves Santo, se escenifica
el via crucis y danzan fuera de la iglesia. El viernes, este acto
se extiende a todo el poblado. y el Sábado de Gloriaqueman al Judas,
representado por un muñeco de paja.
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