México D.F. Jueves 8 de abril de 2004
El gobierno expropió sus parcelas para construir una presa
Indígenas chinantecos llevan 30 años solicitando tierras
MATILDE PEREZ U.
A tres décadas del decreto de expropiación de las tierras de 43 ejidos de Oaxaca para construir la presa Cerro de Oro, los indígenas chinantecos reubicados en el valle de Uxpanapa, Veracruz, prácticamente carecen de una posesión parcelaria, ya que el gobierno federal les entregó tierra que pertenecía a otros poblados e incluso repartió la misma superficie entre varias familias.
'''Si el gobierno no resuelve el conflicto acudiremos a los tribunales internacionales'', dijo el presidente de la Unión de Ejidos de Uxpanapa, Juan Zamora González. ''No se respetaron los derechos de los pueblos chinantecos reubicados ni se cumplieron las disposiciones contenidas en los decretos expropiatorios ni las especificaciones relativas a la creación de los nuevos centros de población''.
Peores condiciones de vida
Desde la reubicación, los indígenas protestaron porque el gobierno no cumplió con la promesa de que les serían entregadas tierras de la misma calidad e igual cantidad a las que poseían en Oaxaca, ni concluyó las obras comprometidas para cada nuevo centro de población ejidal, abundó el dirigente indígena.
El valle de Uxpanapa forma parte de las regiones del sur sureste del país incluidas en los proyectos del Plan Puebla-Panamá, y es la principal ''puerta'' de acceso a los Chimalapas. En el decreto de enero de 1974 se estableció que habría un sistema de drenaje, desagüe, vías de comunicación, centros agrícolas-urbanos; el de 1973 indica que habría obras de riego, un sistema de protección contra las inundaciones; entre 1975 y 1976, dijo Zamora González, se publicaron 48 decretos expropiatorios, y en 1992, 1997 y 2000 se publicaron cuatro más. La construcción de la presa Cerro de Oro afectó a las familias de 52 núcleos agrarios; los habitantes de 37 de ellos fueron reacomodados en el valle de Uxpanapa y algunas zonas de Oaxaca.
El reacomodo para los chinantecos afectados por la construcción de dicha presa no significó ninguna mejora en su vida; por el contrario, afectó su ancestral forma de convivencia y les heredó una serie de desilusiones por el fracaso de los planes de desarrollo gubernamentales, los conflictos agrarios heredados, los servicios incumplidos y la falta de información del destino de las indemnizaciones que fueron depositadas en el Fideicomiso Fondo Nacional de Fomento Ejidal, asentó Francisco López Bárcenas, del Centro de Orientación y Asesoría a Pueblos Indígenas.
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