México D.F. Martes 10 de febrero de 2004
El filósofo postuló el imperativo
categórico como máximo principio moral
Muestras, congresos y mucho Kant en televisión
por su bicentenario luctuoso
CESAR GÜEMES Y DPA
Alemania y buena parte de Europa, así como algunos
países de América, tienen a punto los trabajos para iniciar
el próximo jueves la conmemoración del bicentenario luctuoso
del filósofo Immanuel Kant.
A lo largo de esta semana, en emisiones diarias, el canal
3sat analizará la vida y obra del padre del idealismo alemán,
transmisiones que luego serán semanales durante este año.
Por su parte, circula ya en Alemania la nueva versión
revisada de su célebre tratado Crítica de la razón
pura, así como un programa en cd-rom que contiene la obra completa
del pensador.
Mientras tanto, la biblioteca de la Universidad de Colonia
aguarda la inauguración de la muestra con manuscritos originales
de Kant, que serán exhibidos en una magna exposición al lado
de textos de Newton, Galileo y Descartes.
Además se prepara el simposio Kant y Francia,
a efectuarse en abril, que se desarrollará de forma simultánea
en la ciudad alemana de Maguncia y en la francesa de Dijon.
La Universidad de Navarra, en España, le dedicará
en marzo la emisión número 42 de sus Reuniones Filosóficas
con el lema ''200 años después, el retorno y la relectura
de Kant".
Y para mayo se organizan simposios en torno del filósofo
alemán en la ciudades de Génova y Pekín.
Digitalizarán escritos originales
Uno
de los anuncios más espectaculares, sin embargo, fue el realizado
por la Universidad de Bonn, en cuya página de Internet podrán
consultarse gratuitamente las obras completas y la correspondencia del
filósofo (www.ikp.uni-bonn.de/kant).
La casa de estudios informó también que
en los próximos dos años se digitalizarán los escritos
originales, mismos que podrán ser vistos en la red.
Ahí podrán estudiarse, entre otros, uno
de sus más conocidos postulados, el imperativo categórico,
considerado por el pensador como el principio supremo de la moral.
''Obra siempre como si la máxima de tu acción
debiera tornarse, por tu voluntad, en ley universal de la naturaleza",
enuncia su fórmula de la ley universal expresada en su célebre
Crítica de la razón práctica.
Según Kant sólo obran de manera moral aquellos
que no se dejan guiar por fundamentos de determinación sensoriales.
La voluntad no puede estar determinada por los instintos, las necesidades
o las inclinaciones cambiantes, sino únicamente por el puro respeto
al deber.
Sólo entonces el ser humano es autónomo
y racional. La libertad kantiana implica, en efecto, la obediencia a la
ley moral que cada uno reconoce en su propia conciencia.
El imperativo es categórico, porque es válido
sin restricciones, a diferencia del imperativo hipotético; y es
universal porque obliga a todos y siempre: su universalidad estricta es
parámetro de la moralidad.
De modo que moral es sólo quien se orienta por
las máximas de validez universal, planteaba el filósofo.
Grandes aventuras en la mente
La vida cotidiana de Kant, por su parte, se observará
a partir de ahora mediante dos nuevas apreciaciones en las que se derriba
la afirmación de ''estrechez geográfica" con la que fue tachado
por sus detractores, pues a lo largo de su existencia nunca fue más
allá de cien kilómetros de su ciudad natal, Koenigsberg,
hoy Kaliningrado.
Según los autores de las biografías tituladas
Kant, Manfred Kuehn, y El mundo de Kant, Manfred Geier, la
supuesta ''estrechez geográfica" no menguaba su interés por
el mundo exterior.
Los paseos diarios con los sentidos abiertos eran para
el pensador más estimulantes que para otros un viaje alrededor del
mundo.
''Las grandes aventuras tenían lugar en su mente",
escribió Geier.
Y si bien se elucida y modifica esa parte de la personalidad
de Kant, otra se reafirma, como el horario riguroso que estableció
para su vida diaria y que servía, más allá de la anécdota,
para que sus vecinos pusieran a tiempo los relojes en sus casas.
A los 63 años, cuando ya ocupaba las cátedras
de filosofía, antropología y geografía física,
contrató a una cocinera y decidió invitar comensales a su
mesa, dicen sus biógrafos.
En las sobremesas de esos ágapes debatía
con sus invitados sobre asuntos cotidianos y seguía con interés
el acontecer mundial.
En ningún sentido, dicen los estudiosos de su vida,
Kant podría ser considerado un ser aislado.
Poco antes de cumplir 80 años, Inmanuel Kant reconoció
que el paso del tiempo había menguado sus capacidades, pero no su
agilidad mental, y dijo a sus seres cercanos:
''Amigos míos, estoy muy viejo y débil.
Creo que convendría que me trataran como a un niño."
|