.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Migración
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
Fotografía
Cartones
CineGuía
Suplementos
Perfiles
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
Suscripciones

P O L I T I C A
..

México D.F. Martes 10 de febrero de 2004

Gonzalo Martínez Corbalá

Los aduladores, los persuasivos y los delincuentes

Dice Maquiavelo en El Príncipe (capítulo 23) que todas las cartas están llenas de aduladores, y en la edición anotada supuestamente nada menos que por Napoleón, al pie de página afirma: "Son necesarias: necesita de su incienso un príncipe; pero no debe desvanecerse con ello, y esto es lo difícil"; y sigue el texto de Maquiavelo: "pero se complacen tanto los príncipes en lo que ellos mismos hacen, y en ello se engañan, una tan natural propensión que únicamente con dificultad pueden preservarse contra el contagio de la adulación".

Así pues, no podrán estar más de acuerdo El Florentino y el emperador en que de alguna manera hacen falta a los príncipes los halagos y las adulaciones generalmente serviles, malsanas y lo que es peor, infundadas, es decir, imaginadas por los cortesanos que, incapaces de dar opiniones inteligentes, y mucho menos críticas, lo que generalmente se da es una competencia -casi siempre desleal- por ver quién hace el halago más eficaz y más convincente al príncipe.

Ahora que el remedio para deshacerse de los aduladores y de evitar sus peligros -la levitación política dentro de la gran burbuja que les fabrican a los mandatarios, que los aísla de la realidad exterior, es decir, nada menos que del país, con todas sus gravísimas consecuencias- consiste principalmente en mostrar que la verdad no les ofende. Poca cosa, Ƒno?, y llamar a los más sabios de su corte para que les digan la verdad, siempre que el Príncipe se las pregunte, y no en otras ocasiones. O sea: por la libre iniciativa, no definitivamente, a lo que Napoleón anota expresando sus dudas: "sí, está bien, pero... Ƒquerrán decírmela?"

Pasando del siglo XVI al nuestro, el XXI, el excelente novelista Javier Marías, nacido en Madrid en 1951, autor entre muchas otras obras, de Mañana en la batalla piensa en mí, en su otra gran novela: Tu rostro mañana, escribe: "Todo puede ser deformado, torcido, anulado, borrado, si uno ha sido ya sentenciado sabiéndolo o sin saberlo, y si uno ni siquiera lo sabe, entonces está inerme, perdido. Es lo que sucede en las persecuciones, en las purgas, en las peores intrigas, en las conspiraciones, tú no sabes lo espantoso que es eso cuando quien decide negarte tiene poder e influjo, o cuando son muchos puntos de acuerdo, o puede no hacer falta siquiera el acuerdo, basta con una insidia que prenda y contagie, es como un incendio, y convenza a otros, es una epidemia. Tú no sabes lo peligrosa que es la gente persuasiva, nunca te enfrentes a quienes lo sean..."

Y aquí es cuando resulta oportuno unir y aprovechar los conceptos de šMaquiavelo y de Javier Marías! ƑQué les parece? ƑQué pasaría cuando concurrieran las dos cualidades, adulador y persuasivo? Los efectos serían verdaderamente demoledores. Pero lo más preocupante sería que si el Príncipe (en el siglo XVI) o el mandatario (en el siglo XXI) no les mostraran -como recomienda El Florentino- que la verdad no les ofende, y que no están especialmente interesados en asomarse un poquito hacia afuera de la burbuja presidencial, los aduladores persuasivos serían quienes verdaderamente tendrían el poder político que corresponde al mandatario electo democráticamente, legítimamente, secuestrado dentro de la burbuja, lo cual sería esencialmente antidemocrático.

Los hombres de buen juicio del Estado deben tener libertad para decirle la verdad, y en las democracias del siglo XXI habremos que ampliar la licencia para los hombres de buen juicio que decidan, en el pleno ejercicio de sus libertades ciudadanas, decir su verdad, aunque el príncipe no se las pregunte. Más bien, por el contrario, aunque al príncipe le parezca inoportuno que se diga la verdad; la de cada quien, desde fuera de la burbuja, y, sobre todo, que el príncipe las tome en cuenta.

Así sería como podría configurarse una verdadera democracia en la que el mandatario y la clase gobernante -y también la dominante- atendieran en la realidad, no solamente en el discurso ritual, la voz del pueblo y la de los críticos que benefician más al país con sus opiniones independientes, y también a los propios gobernantes de todos los niveles, que los aduladores persuasivos que los hacen levitar y perder el apoyo en tierra firme.

Quienes les dicen que no hay desempleo, y que la delincuencia no tiene que ver con él, adulan y persuaden a los dirigentes -gobernantes y empresariales- de aceptar y proclamar una realidad inexistente, de fantasía que es además frágil y peligrosa; el país, nuestro país, está en plena crisis de desempleo y de inseguridad en las calles que todos sin excepción transitamos, nosotros mismos y nuestras familias también, y este transitar por nuestras calles es un juego perverso en el que se puede perder la vida o la libertad y destruir familias enteras y es, al final de cuentas, la sociedad en su conjunto la que está siendo lastimada todos los días, en cualquier parte del país, pero muy especialmente -como es natural- en las ciudades más grandes, las más pobladas. Lo decimos con conocimiento de causa y esperamos que no se nos obligue a demostrarlo. Nuestra propia familia lo ha sufrido ya, trágicamente, en más de una ocasión.

Que la delincuencia está ganando las calles a medida que el desempleo aumenta peligrosamente, es un hecho que no será grato a los oídos de los aduladores persuasivos, pero es una realidad innegable para la ciudadanía en general. Hacemos votos porque se escuchen las voces de las familias agraviadas, que lo único que piden es justicia en beneficio de la sociedad, más que en el propio, porque después de cometido el crimen ya no hay reparación posible.

Los juegos de poder que no se apoyan en los hechos concretos son muy peligrosos para la estabilidad nacional; esto se celebró el pasado 5 de febrero, al que ahora se le llama el Día de la Constitución, y yo agregaría, y del estado de derecho, que hoy por hoy está amenazado seriamente.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4329 y 4110
Email