México D.F. Sábado 17 de enero de 2004
Eran sometidos a maltratos físicos y
sicológicos similares a los del ejército argentino
Militares mexicanos sufrieron vejaciones durante entrenamientos
en Guatemala
"Si retrocedo, mátame", premisa de los asistentes
al curso contraisurgente kaibil
JESUS ARANDA
El adiestramiento kaibil, especializado en supervivencia,
contrainsurgencia y antiguerrilla en la selva guatemalteca de Otum Petec,
y al cual se sometieron unos 50 militares y marinos mexicanos, es comparable
en vejaciones y violaciones a los derechos humanos a los entrenamientos
del ejército argentino entre 1986 y 1994.
Fuentes oficiales informaron que debido a los recortes
presupuestales de los últimos años se dejó de enviar
oficiales mexicanos a Guatemala.
Con la supervisión directa del alto mando del Ejército
y la Armada de México, la mayoría de los oficiales se graduó
del curso de ocho semanas y recibió su distintivo kaibil, así
como un parche con una calavera y una boina púrpura, que los acredita
como ''soldado especial''.
Conocidos en el ámbito internacional por su fiereza
y señalados como violadores sistemáticos de los derechos
humanos en su actividad contrainsurgente en Guatemala, los kaibiles guatemaltecos
tienen como lema "Si avanzo, sígueme; si me detengo, aprémiame;
si retrocedo, mátame".
De acuerdo con fuentes militares, los oficiales mexicanos
egresados de la Escuela de Comandos -fundada el 5 de diciembre de 1974-
se convirtieron en instructores de los cuerpos de elite Grupo Aeromóvil
de Fuerzas Especiales (Gafes), Grupo Anfibio de Fuerzas Especiales (Ganfes)
del Ejército y de las Fuerzas Especiales de la Armada.
El 6 de junio de 2001 La Jornada publicó
una entrevista con un oficial mexicano que se graduó en el curso
kaibil, en la que revela detalles del adiestramiento, el cual recuerda
al que recibían entre 1986 y 1994 las fuerzas especiales argentinas
en el centro de adiestramiento de la provincia de Córdoba.
''El kaibil se caracteriza por actuar en grupos pequeños
de seis elementos, para entrar al área enemiga de manera sorpresiva.
No se nos prepara para arrasar en situaciones difíciles, aunque
si la situación lo ameritara podría ser, pero no se nos prepara
para eso.
"A la llegada al campamento de entrenamiento, a los oficiales
les son quitadas sus insignias; ahí son iguales a todos y no pueden
mandar a ningún subalterno. No tienen horario: tanto pueden levantarlos
a media noche, como mandarlos a dormir a plena luz del día y despertarlos
a los cinco minutos. Su dieta diaria de arroz y frijoles la tienen que
devorar con las manos en menos de tres minutos. Además, no saben
cuándo ni cómo volverán a probar alimento".
La premisa fundamental del adiestramiento es que el soldado
debe ser capaz de responder ante cualquier contingencia, para lo cual es
hostigado física y sicológicamente desde el primer momento.
Esto incluye el realismo de un campo de prisioneros, combate cuerpo a cuerpo,
pruebas de confianza -como tirarse de un puente a un río con los
ojos vendados- y cumplir con una misión de dos semanas en una isla
desierta en la que deben aplicar todos los conocimientos adquiridos.
El adiestramiento es tan real que cada semana se realizan
chequeos médicos a los participantes para ver su estado de salud.
Hay ocasiones en que los médicos recomiendan al oficial dejar el
campamento para evitar mayor deterioro de su salud.
El oficial indicó que ''por primera vez, los soldados
experimentan el hambre. Hambre que los lleva a buscar entre los deperdicios
del campamento algo que llevarse a la boca cuando los castigaron y dejaron
sin alimento por no cumplir con el entrenamiento. Hambre que los lleva,
en un momento dado, a comerse con las manos a un perrito que les dan apenas
se inicia su entrenamiento, y que deben cuidar como a sí mismos,
pero llega el momento en que las circunstancias y la falta de alimento
los lleva a comerse a su mascota, utilizando las técnicas de desollamiento
adquiridas, que les permiten quitarle la piel al animal, tomarse la sangre
y comerse crudo al can que les entregaron al inicio del curso y que tenían
que mantener con vida al final del mismo".
El oficial reconoció la mala fama de los kaibiles
guatemaltecos, sobre todo por las violaciones a los derechos humanos que
cometieron en contra de la guerrilla de su país en años recientes,
pero afirmó que los conocimientos adquiridos mejoraron su capacidad
y lo prepararon para utilizar en un momento dado sus aptitudes para enfrentar
a grupos subversivos o guerrilleros que atenten contra el orden establecido.
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