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México D.F. Jueves 8 de enero de 2004
Olga Harmony
Teatro en 2003
No se trata de escoger lo más bueno o lo más malo de las escenificaciones vistas en el año que acaba de terminar, ya que no estoy muy de acuerdo en ese tipo de juicios de valor, pero hubo variantes en algunas políticas culturales que vale la pena analizar, sobre todo porque pueden proyectar lo que será en materia de teatro. Creo que 2003 fue un año pleno de buenas intenciones en esta materia, aunque temo que algunas no se puedan concretar por los recortes presupuestales que, sin duda, empezarán por la cultura artística, tan prescindible para las autoridades de todo signo que piensan que disfrutar la cultura se limita a leer, aunque ellas mismas no siempre lo hagan. Y si bien yo siempre he sido mujer de libros por placer y necesidad profesional -más por lo primero que por lo segundo- tengo que reconocer que las artes, máxime las escénicas, no se aprehenden en lecturas. Un buen suceso en este año ambivalente fue el tercer Premio Nacional de Bellas Artes que recibe el teatro y que recayó en el director escénico Ludwik Margules.
Muchas voces se alzan ante la prioridad que se ha dado a la megabiblioteca sobre otras necesidades educativas y artísticas; muchos arquitectos y gente de estudio piensan que el diseño ganador, tan ro-deado de vegetación, pone en peligro los acervos que pronto se pueden ver cubiertos de hongos por la humedad que desprenden las plantas. La Secretaría de Cultura del DF sigue en esto al gobierno federal, con sus ferias del libro que sin duda inducen a su consumo -aparte de que sirve a las editoriales para sacar al mercado sus saldos- pero que no pueden ser, junto a esos artistas de los que Enrique Semo presume que le trabajan gratis y que según dicen los que saben pertenecen a las televisoras privadas (con música popular, muy digna pero que no puede remplazar en todos los casos a la culta) la fórmula para acercar al pueblo a los bienes culturales. Para nada existe el teatro para esta Secretaría.
El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) lanzó un ambicioso programa, llamado México a escena, que une varios proyectos que se antojaban dispersos y otros que no se concretan, y mucho me temo que no se lograrán en este año porque la asfixia económica (šAy, quién fuera banquero o concesionario de carretera!) amenaza a muchos rubros del quehacer artístico. El más comentado fue Puerta de las Américas, para colocar a las artes escénicas en diversos países y aun para que los institutos de cultura de los estados pudieran conocer y contratar algunos montajes capitalinos o de otras regiones, como ocurrió con algunas presentaciones teatrales. No exenta de algunos tropiezos, esta primera edición del proyecto se puede afinar y abrir caminos para que nuestros teatristas se den a conocer en el mundo globalizado.
Otro proyecto que ya estaba casi fraguado cuando apareció el programa del CNCA es el de la reaparición de la Compañía Nacional de Teatro con nuevos aspectos, el principal de ellos, tener un director artístico cada dos años que se encargue de la programación de la compañía, lo que parece que es el requisito primordial para una formación de este tipo aunque se trabaje con diferentes actores, directores y diseñadores. Este primer bienio le corresponde a José Caballero, quien tiene planteamientos muy interesantes. Las giras de montajes citadinos por varios estados tuvieron muy buen éxito y sin duda en este año -si hay dineros- se ampliarán a escenificaciones de teatristas de los estados que recorran varias plazas. Apareció, por fin, la convocatoria a los grupos o compa-ñías para que soliciten apoyos por dos años, que pueden llegar hasta un millón de pesos anual, lo que a algunos teatristas les parece muy poco y dan sus razones, aunque seguramente a otros les será de enorme aliciente; lo que se debe esperar es que la calidad de los grupos beneficiados sea alta, amén de que cumplan con todos los requisitos. La reordenación de los teatros del Centro Cultural del Bosque, cada uno con un perfil propio, que emprendió Enrique Singer es otro suceso bienvenido por el gremio.
Los comodatos del IMSS siguen su dificultoso camino y no pocos nos preguntamos la razón de que un teatro como el Julio Prieto capitalino esté tan subutilizado. El ISSSTE ya ha dejado de producir teatro y parece que la UAM también. En la UNAM hubo relevo en la Coordinación de Difusión Cultural y el doctor Gerardo Estrada, su actual titular, aún no anuncia quién será el responsable de teatro. Ojalá se tenga un buen presupuesto.
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