México D.F. Jueves 8 de enero de 2004
Por venganza, muchos asesinatos; otros parecen
ser parte de una política oficial
Cacería abierta de baazistas en Irak ante la
indiferencia de las autoridades de EU
ROBERT FISK ENVIADO ESPECIAL
Bagdad, 7 de enero. El general Charles de Gaulle
concedió a la resistencia francesa 48 horas para regler les comptes,
o ajustar cuentas, tras la liberación de Francia. Pero tras la "liberación"
de Irak los enemigos del partido Baaz se han declarado en temporada abierta
para cazar y asesinar a cientos de ex funcionarios del anterior régimen,
sin que las fuerzas angloestadunidenses o su recién creada policía
hagan el menor es-fuerzo por detener el baño de sangre.
En la ciudad chiíta de Najaf, 42 antiguos miembros
de Baaz han sido asesinados, y no ha habido un solo arresto. En Basora,
controlada por las tropas británicas, casi 50 miembros de ese partido
han sido encontrados con las manos atadas a la espalda y un solo orificio
de bala en la nuca. Nuevamente, no ha habido arrestos.
Hussam Thafr, médico en la morgue de Bagdad, afirma
que a diario recibe "cinco o seis" cuerpos de personas que trabajaban para
el derrocado régimen.
Algunos
de estos asesinatos pueden ser venganzas personales. The Independent
supo de un joven chiíta que buscó por toda Bagdad a un
hombre que lo había torturado. Finalmente lo acorraló en
su propia casa, y tranquilamente dijo a la familia de su víctima
que pensaba ejecutarlo. El joven rechazó la remuneración
que le ofrecían en compensación por sus sufrimientos y procedió
a asesinar al hombre.
Pero muchos otros asesinatos han sido perpetrados de manera
sistemática, y con la crueldad que solían usar los matones
de Saddam contra los opositores.
El general Khalaf al Alousi, ex director de la policía
secreta de Bagdad, fue asesinado un domingo de diciembre cuando visitaba
la casa que estaba remozando en Yarmouk.
Su esposa, Um Ali, describió como dos hombres con
capuchas negras los estaban esperando en el patio, y había otro
más dentro de la casa; dijo que supo inmediatamente que pretendían
matar a su marido.
"Grité y les rogué que no lo hicieran, que
pensaran en nuestras hijas", dijo Um Ali. su esposo trató de hablar
con los asesinos. "Nunca vi calma así", relató después
la esposa. Los pistoleros dispararon 17 balas a su víctima.
El cuidador de la casa, Wisam Eidan, ha-bía visto
anteriormente a los hombres. "Uno de ellos me mostró una identificación
en inglés con su fotografía, y me dijo: 'no discutas con
la CIA y cierra la boca."
La familia de Al Alousi sospecha que lo asesinaron agentes
iraníes. Dice que el general estaba en contacto con el consejo de
gobierno creado por los estadunidenses.
¿Era sólo un hombre marcado? ¿O simplemente
sabía demasiado sobre los enemigos de Saddam, la policía
secreta iraní o los servicios de inteligencia estadunidenses que,
después de todo, cooperaron con Al Alousi y sus camaradas entre
1979 y 1990?
En Najaf y otras ciudades del sur, los baazistas han sido
muertos con disparos hechos por hombres desde motocicletas o taxis. Los
sunitas sospechan que los responsables son miembros de las Brigadas Badr,
la milicia del Consejo Supremo de la Revolución Iraquí (CSRI),
cuyos representantes tienen curules en el consejo gobernante.
Un edificio que se cree que era propiedad del CSRI explotó
en Bagdad hace unos días, y murió un hombre que lo habitaba
con su familia. Los vecinos, de inmediato, culparon a ex miembros de Baaz
del ataque.
Una de las acciones más salvajes de días
recientes fue lanzada contra Dhamia Abbas, maestra que salió a dejar
a sus dos hijos a la escuela, en Najaf; los rociaron con disparos de rifles
AK-47.
"Me salí del partido Baaz hace cinco años",
declaró en su cama de hospital. "Pe-ro han estado amenazándome
y siguiéndome. Quiero llevarme a mis hijos de Irak."
Lo que Abbas no sabía cuando dijo esto es que uno
de los dos niños, de cuatro años de edad, ya había
muerto por sus heridas.
Aparte de sus llamados a la "solidaridad" tras la captura
de Saddam, las autoridades occidentales en Bagdad no han mostrado ninguna
preocupación por los asesinatos. Desde luego, es difícil
mostrar compasión por los peleles del régimen anterior cuyas
víctimas aún están siendo exhumadas por miles de fosas
comunes en el sur de Irak.
Dhamia Abbas, por ejemplo, ha sido acusada de elegir a
los prisioneros que fueron ejecutados tras el levantamiento chiíta
en Najaf, en 1991.
La policía reconoce que no se han resuelto los
crímenes contra ex baazistas, y admite que sus miembros podrían
volverse blancos de asesinatos si lo intentan. Se supone que los asesinos
obtienen 250 dólares por cada ex miembro del Baaz que eliminen.
Otra de las víctimas fue el ex guardaespaldas de
un gobernador, quien fue torturado por otros baazistas, pero eso no lo
salvó.
El pasado sábado 26 de diciembre, en Mosul, pistoleros
a bordo de un auto que circulaba a gran velocidad mataron a Talal al Khalidi
y a su hijo de 23 años, Saad.
Aunque era miembro del nuevo consejo local que colabora
con los soldados estadunidenses, Al Khalidi había sido miembro de
la asamblea nacional del Baaz en Bagdad, en el régimen de Saddam
Hussein.
El largo brazo de la venganza -si en verdad eso es- ahora
se estira por todo el territorio de Irak.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca
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