México D.F. Jueves 8 de enero de 2004
La compañía ZIM encargó
dos obras al artista mexicano para su trasatlántico Shalom
Se ignora dónde está un mural que Tamayo
pintó para un barco
Israel de ayer es el óleo que está
perdido, señala el curador Juan Carlos Pereda
Las pinturas se vendieron por separado Un coleccionista
chileno posee Israel de hoy
MERRY MAC MASTERS
Uno de los dos murales que Rufino Tamayo pintó
para el salón del lujoso trasatlántico Shalom, Israel
de ayer, se considera ''extraviado".
Desde hace casi dos décadas se le perdió
la pista, cuando el barco dejó de navegar a mediados de los años
80 y las pinturas se vendieron por separado.
Juan Carlos Pereda, curador del Museo de Arte Contemporáneo
Rufino Tamayo y especialista en el pintor oaxaqueño, explica al
respecto:
El segundo mural, Israel de hoy, lo adquirió
un coleccionista chileno radicado en México que aún lo tiene,
aunque en 2002 fue puesto a la venta por la casa Christie's.
El precio de salida fue de un millón a un millón
y medio de dólares, sin embargo, la pintura no fue comprada.
Viaje del artista a Jerusalén
De
Israel de ayer, prosigue Pereda, ''teníamos noticia de que
lo había comprado el Museo de Arte Moderno de Israel.
''Mandamos cartas -en cuatro o cinco ocasiones- solicitando
información y nunca recibimos respuesta. Después, alguien
nos comentó que esa pintura la habían cortado y vendido en
trozos."
Pereda, sin embargo, no concuerda con esa versión
ya que, por su formato alargado, ''no tendría sentido cortar el
mural porque representa un paisaje".
En 1962 Rufino Tamayo viajó a Jerusalén
para atender la apertura de una retrospectiva de su obra en el Museo Betzalem.
Luego viajó al Museo de Arte Moderno en Haifa y
al Pabellón Helena Rubinstein en Tel Aviv.
A raíz del buen recibimiento que tuvo la exposición
por la prensa, la compañía naviera ZIM encargó al
pintor mexicano dos murales.
La obras se colocarían en el trasatlántico
Shalom, que era armado por ingenieros israelíes en los astilleros
franceses de Saint-Nazaire.
Tamayo escogió los temas Nada del desierto de
Néguev y El todo de la vida laboriosa, agrícola, comercial
e industrial de Israel, que después fueron simplificados con
los títulos respectivos de Israel de ayer e Israel de
hoy -este último también se conoce como La tierra
prometida.
En 1963, explica Pereda, Tamayo terminó los murales
realizados al óleo sobre tela, de 200 por 600 cm cada uno. Como
la construcción del barco se retrasó, la Galería Misrachi
los exhibió primero al público mexicano.
Después partieron a Japón como parte de
una retrospectiva mayor que viajó a tres ciudades de ese país.
A principios de 1964 fueron colocados uno frente al otro
en el salón principal del Shalom.
Los murales tienen una connotación más bien
''decorativa", pues no representan un ''hito" dentro de la pintura de Tamayo,
como los del Palacio de Bellas Artes y el Museo Nacional de Antropología.
Sin embargo, para Pereda son de ''gran belleza" y ''hay
que considerarlos dentro de esa faceta que desarrolló como pintor
de formatos grandes".
Nueva forma de muralismo
El curador recuerda que desde 1933, cuando Tamayo pintó
El canto y la música, en la otrora sede del Conservatorio
Nacional de Música, ''ya había planteado una nueva forma
de muralismo".
Lejos de la acostumbrada ''saga o historia grandilocuente
o apoteósica con miles de personajes", en esa obra redujo las figuras
a unas cuantas.
Además, es un mural pintado ''básicamente
con tres colores, aunque hay muchas gamas", explica Pereda.
Israel de ayer e Israel de hoy describen
''el contraste entre los ámbitos modificados por el carácter
diligente y esforzado del pueblo israelí".
En la pintura perdida (Israel de ayer) Tamayo expresó
el desierto indómito, asociado con la antigüedad, es decir,
lo bíblico.
El artista mexicano desplegó un paisaje en el cual
''la naturaleza se ha impuesto al hombre, para envolverlo en su hostil
geografía, pintada en tonalidades cálidas y frías:
rojos, naranjas y amarillos cromo que revelan montañas, peñascos
y valles que han sido calcinados por el intenso sol. La mano del hombre
no se hace presente en esa ausencia total de vida".
En el mural Israel de hoy, Rufino Tamayo ''significó
las tierras revivificadas que, con su arduo trabajo, el hombre ha arrebatado
al desierto para convertirlas en vergeles y huertos, en campos de labor,
haciendo en su esfuerzo diario una realidad: la tierra prometida a orillas
del Néguev".
En ese ''paisaje húmedo" también está
presente ''la creciente industria de Israel con sus estaciones de fluido
eléctrico. Todo como producto de la inspiración del espíritu
emprendedor del ser humano". Sobrevuela la escena un avión, también
un símbolo de las conquistas del hombre.
Aunque se trata de un tema ''local", Tamayo tenía
la cualidad de atribuirle un ''significado universal" a dicha temática,
pues en ambos murales está considerada la naturaleza como tal y
luego transformada por el trabajo y el ingenio del hombre, explica Juan
Carlos Pereda.
De acuerdo con el especialista, quien trabaja en el catálogo
razonado de la obra gráfica de Rufino Tamayo, concretar el conocimiento
de su obra ''nos va a llevar todavía muchas generaciones.
''Hoy mismo, cuando pensábamos sin ninguna arrogancia
que teníamos el inventario completo, hemos descubierto piezas nuevas.
Hace pocos días se difundió que en 1941 Tamayo trabajó
en el Atelier 21, de William Hayter, en Nueva York."
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