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México D.F. Jueves 8 de enero de 2004

Cambio de discurso

El programa, ajeno al acuerdo integral que se perseguía

JUAN MANUEL VENEGAS

"Impondré enérgicamente la ley en nuestras fronteras": así recibió el 25 de agosto de 2000 el entonces candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos, George W. Bush, al mandatario electo de México, Vicente Fox. La cita fue en Dallas, y esa fue la respuesta del gobernador texano al planteamiento del guanajuatense de abrir las fronteras de México, Estados Unidos y Canadá "al libre tránsito de personas".

Seis meses después, el 16 de febrero de 2001, en el rancho San Cristóbal, en Guanajuato, iniciando ambos su gestión, sorprendieron con el anuncio de que trabajarían en un "acuerdo migratorio integral", y en su primera visita de Estado a Washington, el 5 de septiembre de ese año, Fox llegó con el reto público: concluir el acuerdo antes de diciembre de 2001 y "legalizar" a más de 3 millones de indocumentados mexicanos.

"Debemos y podemos llegar a un acuerdo migratorio antes de fin de este año, que nos permita antes de que terminen nuestros mandatos (lograr) que no haya para entonces mexicanos indocumentados en Estados Unidos, y que aquellos que ingresen a este gran país lo hagan con papeles", fue la propuesta del Presidente de México. La administración foxista quería la enchilada completa, convino el entonces canciller, Jorge G. Castañeda.

En entrevista con el New York Times, Fox fue más preciso: "El objetivo central de esta negociación bilateral es abordar la situación de los más de 3 millones de mexicanos que actualmente residen en Estados Unidos sin calidad legal".

En resumen, esos fueron los planteamientos del mandatario mexicano en la fugaz negociación del acuerdo migratorio, congelada por la Casa Blanca a raíz de los atentados del 11 de septiembre. En los dos años siguientes, la relación entre ambos se tensó debido a la oposición de Fox a la invasión estadunidense en Irak y el 26 de octubre de 2002, en Los Cabos, Bush fue tajante: "El acuerdo migratorio será a largo plazo".

En enero de 2003 Castañeda renunció, "decepcionado" porque el acuerdo migratorio "en los términos que lo concebimos hace dos años" no sería aprobado. No hubo más, ni siquiera insinuaciones de retomar la negociación. Hasta que el pasado 20 de octubre en Bangkok, Fox y Bush se volvieron a encontrar y "retomaron la agenda bilateral".

Hubo, a partir de entonces, un cambio en el discurso del presidente Fox y sus colaboradores para abordar el tema migratorio. Ni el mandatario ni el actual canciller, Luis Ernesto Derbez, volvieron a hablar de un "acuerdo integral".

Ya para el 18 de diciembre pasado, luego de felicitar a Bush por la captura del derrocado presidente iraquí, Saddam Hussein, Fox aclaró: "No vamos a promover la amnistía, a pesar de que sea demanda de grupos de mexico-americanos o mexicanos en Estados Unidos".

Así ha sido el curso de las negociaciones Fox-Bush sobre el tema migratorio: salvo la aclaración última del Ejecutivo mexicano de que su "bandera" no era la amnistía, nada que ver con el plan propuesto ayer por Bush. El objetivo de Fox fue, en todo momento, el "acuerdo integral". Con ese reto se presentó a negociar.

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