México D.F. Jueves 8 de enero de 2004
Temen expertos y ONG que tenga la finalidad
de ubicar y deportar a indocumentados
Anuncia Bush plan migratorio unilateral y descarta
amnistía
Implica "legalización" máxima de seis
años
DAVID BROOKS CORRESPONSAL
Nueva York, 7 de enero. El presidente de Estados
Unidos, George W. Bush, anunció un nuevo programa de trabajadores
temporales que incluye un mecanismo de legalización temporal para
algunos indocumentados, pero descarta explícitamente una amnistía
para los entre 8 y 12 millones de migrantes en este país.
Pero al presentar su iniciativa, rompiendo así
un silencio en torno a política migratoria desde el 11 de septiembre
de 2001, y en contraste con las primeras declaraciones sobre el tema al
comienzo de su gestión, Bush nunca mencionó hoy que esta
propuesta haya sido resultado de una negociación bilateral con México
u otros países.
Su única mención de México y su gobierno
fue al referirse al próximo viaje a Monterrey para la Cumbre de
las Américas. La Casa Blanca informó que Bush se comunicó
con Vicente Fox para informarle del contenido de su propuesta, dejando
claro que no fue fruto de una negociación bilateral.
En parte por eso, varios analistas y promotores de una
amplia reforma migratoria cuestionaron si el discurso de hoy está
diseñado más para efectos electorales que para un intento
de generar una reforma real. Muchos opinan que el discurso sólo
tendrá valor si es seguido por hechos, y la medida de ello será
si hay un esfuerzo serio y suficiente inversión de capital político
para consolidar lo que fue, en efecto, una lista de principios y conceptos
en un proyecto de ley en busca de lograr su aprobación en el Congreso
estadunidense.
En una ceremonia realizada esta tarde en la Casa Blanca,
Bush inició su discurso elogiando la contribución histórica
de los inmigrantes para crear la "grandeza" del país, y señaló
que el sistema migratorio actual "no está funcionando".
Existe, dijo, una "masiva economía indocumentada"
ante la realidad de que hay empleos que no son ocupados por estadunidenses.
No los quieren.
"Muchos trabajadores indocumentados han caminado milla
tras milla en el calor del día y en el frío de la noche.
Son trabajadores que sólo buscan hacer su vida, pero que acaban
en las sombras de la vida estadunidense", sujetos a maltrato y explotación,
separados de sus familias. Frente a esto, indicó Bush, su gobierno
propone un nuevo "programa de trabajadores temporales", que ofrezca una
condición legal para "millones de indocumentados en este país
y aquellos que desde otras naciones" deseen participar en el esquema. Con
el plan, "trabajadores dispuestos podrán obtener un empleo que no
será ocupado por un estadunidense".
Pero Bush subrayó que se opone a la amnistía,
lo cual, dijo, sólo lleva a una mayor violación de las leyes
estadunidenses y nutre las filas de los indocumentados. A pesar de que
varios medios nacionales, incluidos el New York Times, el Washington
Post y varias agencias, caracterizaron la iniciativa en esencia como
una amnistía, la propuesta presidencial no brinda ningún
paso hacia la ciudadanía o residencia permanente para los indocumentados
que no sea a través de los canales legales ya establecidos. Los
expertos saben que el paso para la ciudadanía está sujeto
a una espera casi eterna.
Bush insistió en que "no es justo recompensar a
los que han violado la ley" sólo porque ya se encuentran en el país,
por lo que descartó que se trate de algún tipo de amnistía.
Aunque defensores de inmigrantes criticaron de inmediato
la propuesta por la ausencia de algún mecanismo para una legalización
permanente de la situación de los indocumentados -lo que antes se
llamaba "regularización" y que otros consideraban amnistía,
aunque casi todos evitan la palabra por ser muy cargada en el contexto
político estadunidense-, para algunos no fue sorpresa el beneplácito
de Fox, pese a esta carencia.
Fuentes cercanas a la negociación bilateral durante
los años recientes informaron a La Jornada que la "regularización"
nunca fue prioridad del gobierno de Fox, sino una concesión a organizaciones
latinas estadunidenses. La intención del gobierno foxista, indicaron
estas fuentes, era lograr un programa de trabajadores temporales que incluyera
un mecanismo para incorporar a los indocumentados que ya están aquí,
y con ello lograr la "circularidad" (permitir el tránsito legal
de inmigrantes entre ambos países).
Para las organizaciones latinas, su interés es
lograr un camino a la ciudadanía y ampliar así sus filas
y presencia política y económica aquí, pero para el
gobierno de Fox, según estas fuentes, la prioridad era establecer
un mecanismo que garantizara el flujo continuo de remesas a México.
La propuesta
El discurso del presidente logró tocar todos los
temas candentes de este debate, incluso algunos de los puntos que forman
parte de los argumentos de sus opositores demócratas y de la comunidad
pro inmigrante: derechos laborales, reunificación familiar, permitir
el libre tránsito de trabajadores dentro del programa entre éste
y su país de origen, mejorar la seguridad pública de los
migrantes y defenderlos del mercado negro de mano de obra, así
como ofrecerles incentivos económicos de ahorro para regresar a
su país, entre otros temas que fueron mencionados, pero en esencia
todo lo propuesto es un nuevo programa de trabajadores temporales.
Sin embargo, al subrayar estos temas, como obviamente
fue la intención, coloca a los opositores y críticos en situación
difícil, ya que Bush es quien toma la ofensiva sobre el tema.
En lo que fue caracterizado como una amplia reforma de
las leyes de migración, la iniciativa ofrece un mecanismo para "legalizar"
de manera temporal la situación de inmigrantes indocumentados que
puedan demostrar que cuentan con un empleo en Estados Unidos. Este mecanismo
también sería utilizado para los que están en su país
de origen pero tienen un empleo esperando aquí. Un requisito adicional
es que se debe comprobar que ningún trabajador estadunidense desea
ese empleo, aunque es poco claro cómo se lograría.
Por el momento, un trabajador indocumentado que pueda
comprobar que cuenta con empleo podrá solicitar su legalización
temporal por un periodo de tres años, plazo que podría ser
renovado, pero, según Bush, la prórroga tiene fin, y el trabajador
deberá regresar a su país.
Además, Bush anunció que incrementará
el numero de green cards, las visas de residencia permanente, pero
no detalló cifras. Dijo que los que se registren en el programa
temporal podrán también, con el patrocinio de sus empleadores,
solicitar la residencia permanente, aunque no hay ninguna garantía
que la obtendrán en el periodo de tres años.
Aunque no lo detalló explícitamente, altos
funcionarios señalaron que si no logran obtener su residencia permanente
dentro del periodo de legalización temporal -algo muy probable,
ya que hay una enorme reserva de solicitudes de años atrás-,
los trabajadores deberán regresar a su país para solicitar
su green card desde ahí.
Si bien la propuesta permite que los familiares acompañen
a un trabajador cuya situación es temporalmente legalizada, y resuelve
así el problema de tránsito entre su país de origen
y Estados Unidos (siempre y cuando pueda demostrar que está en posibilidad
de apoyar a sus dependientes), todos deberán retornar a su país
si no obtienen la residencia permanente dentro del plazo en que formen
parte del programa temporal.
Para Cecilia Muñoz, del Consejo Nacional de la
Raza, este aspecto es muy desalentador, ya que invita "a ser trabajador
huésped sin ofrecer una oportunidad significativa para permanecer
en Estados Unidos y convertirse en residente permanente legal".
Según otro observador estadunidense, el programa
propuesto es más bien una "amnistía para los patrones", ya
que ellos son los más beneficiados al legalizar la condición
migratoria de su mano de obra durante tres años y sustituirla sin
más compromiso que el respeto a sus derechos laborales mínimos.
Los trabajadores obtienen el privilegio de laborar legalmente
durante tres años, tal vez con una extensión de este plazo,
y la oportunidad de solicitar su residencia permanente, pero sin garantía
de obtenerla, y deben regresar o enfrentar la deportación después
de concluir su contribución a la economía y sociedad estadunidenses.
En el anuncio de lo que fue su primera iniciativa política
de este año electoral, Bush invitó a unas 200 personas a
la Casa Blanca, entre ellos líderes de algunas organizaciones latinas
y de defensa de migrantes, multitud de caras seleccionadas para ofrecer
la imagen deseada ante las cámaras: inmigrantes que están
en las fuerzas armadas (señaló en particular a un sargento
de los marines, un mexicano herido en Irak) y legisladores. También
estaban presentes los secretarios de Estado, Colin Powell; de Comercio,
Don Evans; de Seguridad Interna, Tom Ridge; el procurador general, John
Ashcroft, y Tony Graza, a quien Bush identificó, en español,
como "embajador de México".
Con esto se abrió una vez más el gran debate
sobre inmigración en este país. Legisladores, analistas,
líderes latinos, empresarios y asesores de diversas posiciones elogiaron
y criticaron la propuesta desde antes de ser presentada formalmente. Casi
todos descartan la posibilidad de que esta iniciativa culmine en una reforma
este año. Por lo tanto, entienden que en 2004 nada se hace fuera
del margen del cálculo electoral.
No falta quien señale que Bush conquistó
35 por ciento del voto latino en los cerrados comicios de 2000, y que ese
sufragio podría ser determinante en estados claves del mapa electoral,
particularmente si vuelve a ser tan disputada la competencia.
Los inmigrantes están nuevamente en la agenda política
del país, pero por el momento no se sabe si se trata de resolver
sus problemas o sólo serán una vez más piezas en el
juego político electoral.
Niegan que se haya negociado con México
DAVID BROOKS CORRESPONSAL
Nueva York, 7 de enero. La iniciativa de reforma
migratoria anunciada hoy por el presidente de Estados Unidos, George W.
Bush, no podrá concretarse en menos de dos o tres años, está
llena de ambigüedades diseñadas para el debate político
interno y su éxito dependerá sólo de la decisión
de los inmigrantes indocumentados para participar en el proyecto, advirtió
Demetrios G. Papademetriou, director del Instituto de Políticas
de Migración.
En entrevista con La Jornada, el experto advirtió:
"El problema es que resultará sólo una promesa vacía
si Bush no invierte suficiente capital político para lograr convertirla
en ley". En lo que consideró un discurso "fantástico", ya
que se refirió a todos los principios que los promotores de una
reforma amplia han establecido, mantuvo una "ambigüedad estudiada
para dejar a la interpretación toda una amplia lista de asuntos",
y quedó la interrogante de si hay una intención real de avanzar.
"No dijo una sola palabra sobre la agenda legislativa,
sobre todos los proyectos de ley con apoyo bipartidista, ni aprovechó
la oportunidad para endosar alguno de ellos; esto provoca dudas sobre su
intención de aterrizar esta iniciativa", expuso.
Papademetriou señaló que la gran debilidad
de la propuesta es la ausencia de un mecanismo para regularizar o legalizar
la situación de los indocumentados de forma permanente. También
criticó el dicho de que los participantes en el programa de trabajadores
temporales podrían solicitar su residencia permanente mediante los
canales establecidos, porque ese sistema no tiene manera de acomodarlos.
"La espera ahora para un mexicano es de entre ocho y 15 años."
En parte por la ausencia de tal mecanismo de legalización
permanente, advirtió que la propuesta, "llevada a su extremo, podría
ser un sistema perfecto para sacar a los indocumentados del país".
Pero esto, a la vez, sería casi imposible, ya que si se calcula
que Estados Unidos podría deportar a unos 200 mil indocumentados
al año (de todos los países), tardaría 50 años
con un costo de decenas de miles de millones de dólares en expulsar
a los 10 millones de indocumentados (sin contar a los que entran cada año).
El analista señaló que el discurso de Bush
es positivo, ya que reabrió el debate sobre migración en
el país. Pero advirtió que se trata de "un maratón,
y no algo que se gana en una carrera de 100 metros". Consideró que
se está "a dos o tres años mínimo" para lograr una
reforma sobre estas bases.
Aun si se consigue implantar la propuesta de Bush, "la
clave de todo esto es si la sociedad civil y los gobiernos de Estados Unidos
y México lograrán convencer a suficiente gente (indocumentados)
para que solicite el ingreso a este programa". Papademetriou indicó
que "todo el edificio de la oferta de Bush se derrumbará si no logra
convencer a la población indocumentada de presentarse; y si no se
presenta, fracasa". Si eso ocurre, el efecto de la propuesta podría
ser que la gente "se esconda aún más, generando mayor caos".
El gobierno de México, estimó Papademetriou,
no tiene otra opción que decirse complacido, ya que va en dirección
de establecer legalidad en lugar de caos en el rubro de la migración.
Sin embargo, descartó que la iniciativa haya sido resultado de una
negociación entre ambos países: "Los mexicanos no lograron
obtener el bilateralismo que deseaban".
Al mismo tiempo, insistió, el gobierno de Fox puede
darse algún crédito en "sensibilizar a los estadunidenses
sobre el tema migratorio", y por colocar algunos de los principios sobre
la mesa. Si esta iniciativa prospera, agregó, los más beneficiados
serán los mexicanos, porque son la mayoría de los indocumentados
y los que tienen las redes más grandes de empleo en Estados Unidos.
Pero hubo más reacciones. Grupos empresariales
señalaron que es un buen comienzo, grupos latinos la rechazaron
por ser "demasiado limitada", y legisladores y candidatos presidenciales
ofrecieron un sinnúmero de respuestas.
Raúl Yzaguirre, presidente del Consejo Nacional
de la Raza, declaró que no es más que "una versión
recalentada del Programa Bracero", sólo limitada a un programa de
trabajadores temporales sin un mecanismo para lograr su legalización
permanente.
En declaraciones a CNN, expuso que podría ser apenas
"una invitación a que se presenten los indocumentados para enfrentar
una deportación probable". A la vez, Yzaguirre expresó la
sospecha de que sólo se trate de un "gesto electoral", y dijo haber
esperado una reforma "comprensiva" de la migración, y no una lista
de conceptos.
La Cámara de Comercio de Estados Unidos consideró
que el anuncio ofrece una buena oportunidad para avanzar hacia la promulgación
de una reforma migratoria "sensible y comprensiva". Su vicepresidente,
Randel Jonson, afirmó: "Nuestro sistema de migración está
roto y se requiere un ajuste para trabajadores indocumentados que cumplen
un papel vital en nuestra economía, a fin de que se les permita
lograr una calidad legal".
Legisladores republicanos conservadores, como Tom Tancredo
y Peter King, calificaron la propuesta de "recompensa para personas que
han violado las leyes estadunidenses" y la consideraron una "amnistía
disfrazada".
Legisladores liberales, como Edward Kennedy, y candidatos
presidenciales demócratas, como John Edwards y Howard Dean, la consideraron
decepcionante, limitada e insuficiente, en particular por la falta de un
mecanismo para la legalización permanente y un canal para lograr
la ciudadanía estadunidense de los indocumentados.
La central obrera AFL-CIO ya había señalado
sus críticas de que una reforma no podría estar limitada
a un programa de trabajador huésped, ya que sólo mantenía
en pie la explotación y falta de derechos de los trabajadores indocumentados.
Mientras tanto, los medios ofrecen una amplia gama de
interpretaciones: desde "fronteras abiertas con México", según
ABC News, o "amnistía" de acuerdo con el New York Times y
varias agencias, hasta "legalización de 8 millones de indocumentados",
de acuerdo con otros.
El debate apenas empieza de nuevo.
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