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México D.F. Viernes 2 de enero de 2004
PRESUPUESTO ESCASO; CONGRESO FORTALECIDO
La
madrugada del pasado 31 de diciembre, la Cámara de Diputados aprobó
el Presupuesto de Egresos para 2004 y con ello cerró formalmente
los trabajos de su periodo extraordinario de sesiones. Tras semanas de
intenso y a veces ríspido debate legislativo, los días finales
de 2003 tuvieron como corolario -junto a la aprobación de una Ley
de Ingresos muy similar a la inmediata anterior y de un presupuesto considerado
raquítico por buena parte de los actores políticos del país-
la reafirmación del Congreso de la Unión como un poder independiente,
plural y autónomo.
Ciertamente, el debate sobre la ampliación del
IVA y la creación de otros impuestos constituyó un momento
de claroscuros en el Legislativo. Por un lado, la mayoría en ambas
cámaras frustró la pretensión foxista de imponer nuevos
y ominosos gravámenes; al hacerlo, el Congreso confirmó su
perfil independiente y su condición de actor crucial en el ejercicio
y la consolidación de la democracia en el país. El gobierno
federal, comenzando por el propio Vicente Fox, no logró, en su momento,
comprender esta circunstancia y optó por emprender contra las mayorías
legislativas una campaña de amenaza y reproche impropia de la investidura
presidencial. Empero, es claro que el Congreso también se vio sujeto
a fuertes presiones internas, provocadas sobre todo por la tensión,
la confusión y la lucha por el poder en la bancada del PRI y por
el apoyo que el Ejecutivo concedió a una de las partes en el conflicto
priísta. Los momentos de parálisis legislativa fueron originados,
justamente, en tal circunstancia.
Con todo, el Congreso de la Unión resultó,
en buena medida, fortalecido por los recientes acontecimientos de los que
fue protagonista. Su condición de poder autónomo y soberano,
capaz de incidir por sí mismo en la conducción de los destinos
nacionales, quedó revalidada, un hecho que, de potenciarse en beneficio
del interés general, incidirá positivamente en el desarrollo
mediato e inmediato del país.
Finalmente, en lo relativo al tema presupuestal, es evidente
que los 1.6 billones de pesos autorizados resultan insuficientes para impulsar
el crecimiento nacional y atender a cabalidad las necesidades sociales.
2004 será, seguramente, otro año difícil en términos
económicos, lo que obliga a un ejercicio de austeridad republicana
y a mejorar la eficiencia de la administración pública. Así,
la reducción del aparato gubernamental y de sus gastos -sobre todo
los que implican derroche, salarios exorbitantes, privilegios y prestaciones
improcedentes- es un imperativo al mismo tiempo ético y económico,
pues resulta obligado que el gobierno federal muestre con el ejemplo, y
no sólo con intentos de privatizar el patrimonio público,
con proyectos fiscales impopulares o con campañas de reproches injustificados
contra las mayorías que se le oponen, que está dispuesto
a asumirse en un contexto de estrechez económica general y a solidarizarse
con los millones de mexicanos que padecen pobreza.
Por ello, cabe exigir y esperar que, en 2004, confluyan
la austeridad y la creatividad política con el propósito
de gestionar un escenario de recursos limitados y, al mismo tiempo, conseguir
los consensos y los acuerdos necesarios -en el marco de un Congreso que
ha probado su condición autónoma- para impulsar, en estricta
sintonía con el bienestar y la opinión de las mayorías,
el desarrollo de México.
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