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México D.F. Viernes 2 de enero de 2004
Juan Pellicer
Juan García Ponce: el escritor como presente
En estos días cubiertos de luto por la muerte de Juan García Ponce, se repite a menudo, con sobrada razón, que su presencia en las letras mexicanas, como escritor, lector y maestro, es central en la segunda parte del siglo XX. Sin embargo, hace ya 31 años, ante ''la mediocridad de un disimulado medio tono tras el que se oculta el crimen" de Tlatelolco y el de los ''halcones", Juan asumía críticamente, en tanto escritor, su exclusión del mundo: ''Yo preferí -escribió en su artículo titulado El escritor como ausente- vivir en el espacio de la imaginación".
Pero esa ausencia no fue sino una presencia que hoy es ya inmortal. No es posible referirse a la narrativa hispánica contemporánea sin referirse a la presencia de Juan García Ponce en ella. Entre el puñado de obras maestras de la novela moderna se distingue Crónica de la intervención. Sus más de 50 libros en los que se alojan novelas, cuentos, ensayos y teatro dan constancia de la grandeza de su obra.
La generosidad con la que gustaba compartir sus mejores gustos y obsesiones nos iluminó a muchos el camino de las lecturas de Mann y de Musil, de Proust y de Joyce, de Rilke y de Gorostiza, de Borges y de Bataille, y de tantos otros.
Su vocación fue romántica, realista y moderna. Como a las de los otros grandes que en el mundo han sido, a su obra la corona siempre el incomparable placer de la ironía. Frente a la paulatina pero efectiva muerte de su cuerpo que duró más de tres décadas, nos enseñó la tenacidad milagrosa de la supervivencia de su espíritu. Ante la más feroz de las adversidades, la parálisis física total, que a cualquier otro hubiera fulminado pronto, Juan resolvió seguir leyendo, escribiendo y enseñando -y, me consta-, consolando por carta a los enfermos. ''Para torear bien -decía Juan Belmonte- uno tiene que olvidar que tiene cuerpo". Así lo hizo, sencilla y literalmente, sin ningún alarde, su tocayo García Ponce. Y triunfó.
Siguió siendo, hasta el final, un generoso creador. ƑFue un milagro? Así lo creo. Lo cierto, también, es que en su vida y su muerte cotidianas se cifran el literal heroísmo de un escritor y un amigo sin par cuya viva presencia nos acompañará siempre.
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