México D.F. Viernes 2 de enero de 2004
Preservar la lucha contra el neoliberalismo,
plantea a simpatizantes nacionales y extranjeros
Convoca el EZLN a indígenas a mantener una existencia
rebelde
Celebran los zapatistas una década de resistencia
al asedio del Ejército y los paramilitares
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
Oventic, Chis., 1º de enero. "Hoy se cumplen
10 años que estamos en guerra; 10 años de lucha y resistencia
como pueblos indígenas; 10 años de vivir bajo la amenaza
y el cerco militar y paramilitar que han organizado los gobiernos contra
nuestros pueblos". El mensaje leído en Oventic ante las autoridades
autónomas de toda la región de los Altos va dirigido a los
indígenas zapatistas y todas sus autoridades y equipos de trabajo
en la resistencia. A la sociedad civil nacional y del mundo, "los que están
aquí y los que no están presentes, pero de alguna manera
nos apoyan". A los medios de comunicación. A todos en especial.
El sonido de un caracol indicó el inicio de la
ceremonia, precedida por un baile que llevaba varios días y continuaría
enseguida. La luz de los petardos perfora la niebla y estalla metros arriba
como a través de un vidrio traslúcido. Producen la sensación
de tronar más fuerte, como si lo borroso de las nubes a ras del
suelo les aumentara el volumen.
Los
pueblos, expresa la voz de un indígena que a eso de la medianoche
lee el mensaje, "se levantaron contra toda clase de injusticias", y señala
que todos los trabajos que los pueblos han hecho en los municipios autónomos
"han sido en la resistencia".
En el estrado del caracol Resistencia y Rebeldía
por la Humanidad, teniendo a sus espaldas unos 60 representantes de los
pueblos tzotziles de los Altos vestidos con galas de autoridad, bastones
de mando y sombreros de palma festonados de listones de todos los colores,
un joven campesino de rostro cubierto (igual que los demás indígenas
presentes) proclama, tras una modesta mesa de madera: "Hemos podido avanzar
en nuestra lucha, en nuestros diferentes trabajos. Durante este año
de 2003 dimos pasos importantes en nuestra lucha".
A seguir trabajando
El joven menciona el nacimiento de los caracoles
y las juntas de buen gobierno, y lamenta que "los que tienen que gobernar"
el país no vean lo que ocurre realmente aquí. "Se han formado
más municipios autónomos y se organizan los diferentes trabajos
para fortalecer nuestra resistencia". Por eso, pide "a los compañeros
y compañeras de toda la región y los municipios" que, sencillamente,
sigan trabajando. "Sólo en la existencia en rebeldía podemos
ir construyendo nuestra autonomía".
Se ha desarrollado un "programa" que se inició
con la presentación de la bandera nacional, seguida por la zapatista,
a cargo de estudiantes de la escuela autónoma. Los asistentes ya
entonaron el Himno Nacional. Y el zapatista. O lo que va de "Mexicanos
al grito de guerra" a "Ya se mira el horizonte".
"Saludamos y agradecemos el apoyo y la solidaridad de
muchos miles de hermanos nacionales e internacionales. Por eso hemos podido
sobrevivir durante 10 años de guerra. Por lo tanto les pedimos que
luchen contra el enemigo común, que es el neoliberalismo... que
está dejando muchos millones de pobres en el mundo entero."
Los zapatistas de los Altos llamaron a que los grupos
que los han respaldado y acompañado estos años sigan la lucha
en sus lugares y lo hagan allí cada día mejor.
Luego el mensaje es leído en tzotzil con lentitud
y sencillez que se antoja tímida, pues a diferencia del castellano,
los énfasis en tzotzil no necesitan la exclamación. Desde
el inicio del "programa" del festejo, una muchacha ha venido anunciado
sus partes. "Y como siguiente número del programa", expresa ahora,
"las consignas".
Una salva de vivas por el caracol, por la resistencia
por la humanidad y la vida. Concisas vivas a la comandancia del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), a los pueblos. "Viva el
primero de enero. Viva México. Viva el mundo". Nada más.
Celebraciones caracoleras
La fiesta de año nuevo en el caracol de
Oventic fue para los visitantes. Extranjeros casi tantos como nacionales,
y sumados ambos, en número similar al de indígenas presentes.
Ante un despliegue de autoridades indígenas muy grande y de toda
la región de los Altos, los campesinos asistentes eran puros andreseros.
Festejos similares se han estado celebrando desde el pasado
día 30 hasta hoy en los demás caracoles zapatistas
en Chiapas (La Garrucha, La Realidad, Roberto Barrios y Morelia). En todos,
con presencia de visitantes de la sociedad civil e indígenas de
las regiones.
Los judiciales del estado y federales habían pasado
los días anteriores tratando de llevar la cuenta del número
de visitantes a los caracoles. Según sus cálculos,
los más concurridos serían Oventic y La Garrucha. Quizás
acertaron. Lo que ni periodistas ni policías pudieron prever fue
que las bases de apoyo del EZLN mantendrían un bajo perfil, si bien
alegres a su modo. ¿Anticlímax zapatista una vez más?
Entre los periodistas circulan diversos rumores. Que mientras
estamos aquí en esta fiesta discreta, los zapatistas estarían
tomando San Cristóbal. Que lo declararán municipio autónomo.
Que el Ejército Mexicano está listo para movilizarse. Que
habrá una marcha, como el año pasado. Que se espera alguna
sorpresa, pues, ¿dónde está la gente? Algún
reportero comenta:
-Hace 10 años estábamos aquí en Chiapas
preguntándonos qué chingados estaba pasando.
Ante las perplejidades reinantes, un fotógrafo
que andaba aquí ya en enero de 1994 agrega:
-Igualito que ahora.
Más allá de la exageración obvia,
esta réplica subraya que los zapatistas son impredecibles. De pronto,
y en su mero cumpleaños, los pueblos zapatistas parecen quietos
y casi silenciosos, luego de que llevan varios meses en intensa actividad
para cimentar la autonomía.
La marimba y la batería vienen está noche
reforzadas por trompeta y saxofón, fusionando el son tzotzil tradicional,
la música de banda de pueblo, la cumbia
y una suerte de primitivo jazz. Los danzantes, muy jóvenes
en su mayoría, procedentes de Estados Unidos, el País Vasco
y otras partes del Estado español, Italia, Alemania y diversas ciudades
de la República Mexicana, están muy contentos. Forman culebras
que intentan girar en caracol bailando. Los punks de Oaxaca y el Distrito
Federal, refulgentes a rabiar de estoperoles y cabelleras color malva,
bailan un slam extrañamente sosegado.
Los indígenas zapatistas ponen la música,
la pista de baile, las palabras y la razón de ser. La fiesta es
para todos. Nada más.
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