México D.F. Domingo 25 de mayo de 2003
La toma de posesión será una ceremonia sin lujos
Entre el desafío y la esperanza se abre una nueva etapa en Argentina
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 24 de mayo. Como símbolo de los cambios que se propone emprender, el presidente entrante, Néstor Kirchner, de 53 años, estrenará mañana un bastón de mando elaborado con madera argentina y ornamentado en plata, dejando guardado para el recuerdo aquel adornado de oro que usaron muchos dictadores.
Nunca en Argentina había ocurrido que unas 30 mil personas pasaran por la casa del orfebre para ayudar a hacer el bastón, en un gesto simbólico que expresa la esperanza de cambio. De hecho, que todos los integrantes del gabinete sean jóvenes -entre 40 y 55 años- y haya muchas caras no conocidas en cargos políticos, pero sí en el ámbito académico, da un poco de aire a un país donde "el que se vayan todos" fue la consigna tras la debacle.
Kirchner dijo a La Jornada en días pasados que conoce perfectamente qué sucede en el país, "las esperanzas, los temores, pero también después de tantos golpes la idea de que se puede cambiar, pero eso es gradual".
Sus primeros actos de campaña ni siquiera eran registrados por la prensa. Sin embargo, finalmente fue uno de los tres hombres del justicialismo (peronismo) que compitieron y nada menos se enfrentó al ex presidente Carlos Menem, que había construido un poder mafioso dentro y fuera del partido peronista. Kirchner dijo a este diario en días pasados que Menem había traicionado todos y cada uno de los principios del justicialismo.
Ahora Kirchner se enfrentará con muchos fantasmas del pasado, pero este país ha producido grandes cambios después de los golpes recibidos.
"Sin poner el acento en la serie de circunstancias fortuitas que instalarán mañana al nuevo presidente de la nación en la Casa Rosada, se desparramaron en la sociedad algunas módicas ilusiones, algo así como las expectativas que reciben al año nuevo a pesar de la persistencia de tantos motivos para el desasosiego", señala el analista José María Pasquini Durán al sintetizar este momento.
También recuerda que "no faltan por supuesto los agoreros de ocasión, sobre todo en las dos puntas del arco político e ideológico", estimando que sectores de la extrema izquierda repetirán que "será un presidente sin pueblo", mientras desde la extrema derecha hay quien quiere instalar la idea de que Kirchner sufriría de escasa gobernabilidad si intenta tocar el status quo instalado en la última década y porque no ha ganado la segunda vuelta, al abandonarla su contrincante Menem.
Kirchner enfrenta numerosos desafíos: más de 20 millones de pobres en un país rico -con sólo 36 millones 500 mil habitantes-, amenazas del poder financiero, la relación con Estados Unidos, pues con el alejamiento de Menem se quebró el eje de las "relaciones carnales".
Para otros analistas el primer desafío de Kirchner es el control de poder. Se estima que deberá aglutinar a todo el peronismo como clave para su gestión. Y luego está la nueva negociación con el Fondo Monetario Internacional. Otro tema urticante es la seguridad y la protesta social, especialmente de los activos movimientos piqueteros, que para el mismo 26 anuncian movilizaciones.
Por lo pronto, mañana asumirá en una ceremonia sin lujos ni frivolidades, ni automóvil descapotado. Los argentinos esperan algo de este nuevo gobierno, contra toda esperanza.
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