Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 19 de abril de 2003
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Deportes
Después de 15 años se descubrió que esta fue la final de 100 metros más polémica en JO

Además de Johnson, Lewis y Christie corrieron dopados en Seúl

El Hijo del Viento dio positivo con seudoefedrina, la misma sustancia que arrojó Diego Armando Maradona en el Mundia de EU 94 El brasileño Robson Caetano habría obtenido el oro

DPA

Madrid, 18 de abril. La imagen es inolvidable y todavía escalofriante: Ben Johnson baja el ritmo y gira levemente la cabeza para mirar a unos pasos de la meta, con soberbia, a sus rivales, quienes a varios metros de distancia no pueden impedir que el canadiense gane el oro en 100 metros de los Juegos Olímpicos de Seúl 1988.

Horas después el Comité Olímpico Internacional (COI) le quitaba el oro, daba a conocer su dopaje positivo con anabolizante estanozolol y ponía en un avión al protagonista del mayor escándalo de consumo de sustancias prohibidas de todos los tiempos.

Quince años más tarde la final del estadio olímpico de Seúl parece ser la más lenta de la historia. Carl Lewis, el Hijo del Viento, el atleta del siglo XX, el hombre que no dudó en denunciar que Johnson había corrido dopado, está bajo sospecha de todo el mundo. El oro que ganó tras la descalificación de Ben podría también estar manchado y con él la final entera.

Documentos en poder de Wade Exum, director de controles antidopajes del Comité Olímpico de Estados Unidos (USOC), revelan que Lewis fue uno de los más de 100 atletas estadunidenses que dieron positivo entre 1988 y 2000 sin recibir sanciones por parte del USOC, que ocultó los casos. Los deportistas involucrados ganaron 19 medallas olímpicas.

Como destaca hoy el diario británico The Guardian, las denuncias conocidas el miércoles en EU por medio de la revista Sports Illustrated implican que "los tres primeros hombres en cruzar la meta en la final de los 100 metros en Seúl estaban implicados en grandes escándalos de dopaje''.

Johnson dio positivo por estanozolol, la principal razón de su descomunal musculatura. Hoy es entrenador personal de Soad Gaddafi, hijo del jefe de Estado libio Muammar Gaddafi. Lewis -se sabe ahora- dio positivo por seudoefedrina -la misma sustancia que expulsó del Mundial de EU 94 al argentino Diego Maradona.

Mientras vivió de su fama de adalid de la lucha contra el dopaje, Lewis dedicó en los últimos años parte de su tiempo a participar en películas de clase B como Atomic Twister o Alien Hunter.

El británico Lindford Christie, tercero en la carrera, pero plata tras la descalificación de Johnson, sorteó con lo justo la sombra del dopaje en aquellos inolvidables juegos.

Eran las tres de la madrugada en Seúl cuando un panel del COI aceptó, por 11 votos contra 10, que la seudoefredina encontrada en su organismo tras su cuarto puesto en 200 metros se originaba en un te de ginseng que el británico alegó haber tomado. Según testigos, dos de los votantes estaban dormidos. Once años después Christie daba positivo por nandrolona.

Tercero en el podio fue el estadunidense Calvin Smith, del que no se sabe nada hoy. Cuarto tras la descalificación de Johnson fue otro estadunidense, Dennis Mitchell, que hace cuatro años protagonizó un momento grotesco para justificar un positivo de testosterona.

Según el atleta, cuatro encuentros sexuales con su esposa y seis cervezas eran la causa. No convenció a nadie, fue sancionado por dos años y fue su final en el atletismo.

Con esta cadena de sospechosos cabría pensar que si los controles antidopaje y quienes los llevaban adelante hubieran sido serios, el sexto en cruzar la meta -quinto finalmente-, el brasileño Robson Caetano da Silva, podría haber subido al podio. O haber obtenido el oro en 100 metros, donde fue bronce tras Joseph DeLoach y Lewis, ambos sospechosos hoy. Pero el COI acabó rápidamente con la idea.

"¿Se pueden cambiar los medallistas? No'', dijo Giselle Davies, portavoz del COI, al diario Denver Post. La carta olímpica considera que ninguna decisión de entregar o quitar medallas puede ser modificada tres años después de haberse celebrado la competencia.

Pero eso no impide que la sospecha crezca. "Los documentos (de Exum) prueban lo que la comunidad deportiva sospechaba desde hace tiempo: EU no tomó en serio los controles antidopaje, mientras acusaba al resto del mundo, en especial a la Unión Soviética y Alemania Oriental, de apelar al dopaje'' señala The Guardian.

Sin embargo, el problema no parece estar en una persona, sino en el sistema. Como recuerda hoy el diario australiano The Sydney Morning Herald, al menos un atleta estadunidense dio positivo por esteroides en 1999, lo que no le impidió competir en los Juegos de Sydney 2000, donde ganó una medalla de oro.

Hasta el día de hoy, EU se rehusa a revelar su nombre o el de los otros 13 atletas que también dieron positivo en la recta final a los juegos, donde participaron del cada vez más dudoso sueño olímpico.

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