Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 19 de abril de 2003
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Librería    
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas 
  >

Editorial
 

LA SANGRIA PERMANENTE

Deuda externa, deuda eterna... América Latina y el Caribe debían en efecto, en 1995, según el Banco Mundial, 650 mil millones de dólares, y en el 2001 pasaron a deber 760 mil millones. El tipo de inserción subordinada en el mercado mundial, lejos de traer prosperidad y desarrollo, como sostienen los pregoneros del neoliberalismo, demostró ser una bomba de succión de recursos internos. Y la región, siempre según el Banco Mundial, patrocinador de esa política, se ha convertido en exportadora neta de capital.

En otras palabras, el capital financiero internacional, lejos de ayudar al desarrollo latinoamericano, lo impide y se llena los bolsillos con el ahorro interno de nuestros países, que se destinan al pago de amortizaciones e intereses por el servicio de la deuda externa.

Siempre según el banco citado, a pesar de que el gobierno argentino decretó una moratoria en sus pagos, la región pagó 9 mil millones de dólares más que el total de las inversiones recibidas en ese periodo, pues las emisiones internacionales de acciones y bonos, y las transacciones bancarias cayeron en 40 por ciento con respecto al 2001 y llegaron sólo a 45 mil 300 millones de dólares (contra 76 mil en aquel año), mientras la inversión extranjera directa batió un récord mundial cayendo de 69 mil millones de dólares en 2001 a 42 mil millones de dólares el año pasado.

Esta sangría permanente de recursos hacia las arcas del capital financiero internacional obliga a una postergación también continua de las obras de infraestructura, de la modernización de la economía, del mantenimiento mismo de lo logrado en décadas anteriores en el campo de los servicios públicos, como sanidad o educación, en el mismo momento en que, sin embargo, la región registra un importante crecimiento demográfico. Si los recursos que se destinan cada año a pagar una deuda que aumenta sin cesar debido a los intereses sobre los intereses y a la caída del valor de las monedas latinoamericanas se dedicasen en cambio al desarrollo de los mercados internos e intrarregionales, el continente no se empobrecería para hacer más ricos a los ricos y financiar las economías metropolitanas.

Es cada día más evidente que esta situación es inmoral, injusta, que equivale al cobro shakespireariano de una libra de carne y, además, no puede continuar indefinidamente porque ni siquiera las economías "grandes" de la región, como lo muestran los casos argentino o venezolano, están en condiciones de permitirse esta transfusión de recursos escasos, sobre todo en condiciones de recesión estadunidense y de muy bajos precios de las materias primas que estos países exportan. El reloj de la historia está dando las campanadas que anuncian la urgencia de un cambio.
 

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año