¿LA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Verdades a medias
UNA DE LAS causas del desorden que acompaña
al planeta, por lo menos desde el inicio de la llamada civilización,
es la abismal diferencia entre conocer la verdad y amar la verdad. De ahí
las reveladoras declaraciones al diario ABC del rejoneador navarro
Pablo Hermoso de Mendoza, a su regreso a España, luego de torear
en plazas mexicanas la friolera de 74 tardes en poco menos de cinco meses.
CIFRAS
SIN PRECEDENTE en la historia del toreo en nuestro país, donde
nunca se había visto a un rejoneador actuar en casi 15 corridas
al mes, es decir, un promedio de más de tres festejos por semana...
a unos 400 mil pesos por actuación enpromedio, lo que arroja, conservadoramente,
ingresos por cerca de 30 millones de pesos.
PRAGMATICAMENTE, EL CABALLISTA añadió
que para su temporada europea 2003, que inicia el 21 de abril en la plaza
de Arles, Francia, intentará bajar el número de actuaciones
en agosto y septiembre, "porque cuando se torea demasiado uno puede aburrirse
y atorarse"... si no hay 3 millones de dólares de por medio, le
faltó aclarar.
LO QUE MOLESTO a ciertos críticos matraqueros,
cuyo nacionalismo oportunista aflora en cuanto estos figurones regresan
a su país de origen y dejan de repartir estímulos, fue que
el taquillero rejoneador afirmara con todas sus letras que la fiesta en
México pasa "por un momento muy crítico" y que le duele "la
pésima situación que atraviesa el toreo", lo que le mereció
ser tachado de "poco agradecido" por los jilgueritos de la prensa especializada.
"LA VERDAD -AÑADIO Pablo- es que las plazas
sólo se llenan cuando actuamos El Juli o yo. Nuestra comparecencia
en los cosos es el único modo de que el engranaje que hay en torno
al toro se mueva. Sé que esto ha ocasionado molestias entre algunos
compañeros, pero la realidad es ésa. Como el boom
del Juli aquí, soy yo allí." Y remataba: "Las empresas
me tratan muy bien; a fin de cuentas muevo la economía".
EN
CUANTO A que Hermoso y El Juli son los únicos llenaplazas
con que cuentan los pasmados empresarios taurinos mexicanos, es una verdad
irrefutable, habida cuenta de que éstos llevan más de dos
décadas utilizando la fiesta de toros para fines extrataurinos,
con una falta de rigor y de resultados que contrasta con el eficientismo
corporativo del resto de sus negocios.
LAS VERDADES A medias aparecen cuando Hermoso,
en su triunfalismo, olvida el cúmulo de ventajas y politiquería
que él y El Juli, como todo llenaplazas que se respete, imponen
a los dependientes taurinos de México: negarse a sortear con sus
alternantes de a pie o de a caballo; sacarlos de los carteles, ordenar
que se modifiquen los lotes hasta dejar los "toros" más cómodos
para ellos, escoger fechas y, lo más censurable, haber faltado,
por segundo año consecutivo, a su promesa de apoyar durante sus
millonarias campañas a toreros jóvenes con cualidades. Está
bien denunciar la crisis de la fiesta brava, pero pésimo escurrir
el bulto cuando se puede contribuir a que tan hospitalario país
salga de ella.