Teresa del Conde
El Chopo: arquitectura centenaria
La arquitectura del Museo Universitario del Chopo se inscribe en una época en la que los adelantos técnicos se enfocaban a enaltecer la industria moderna. Se construyó precisamente durante la etapa ''modernista" por antonomasia, que corresponde a la del art nouveau. Fue concebido e importado desde Dusseldorf, Alemania, y su estructura de hierro se armó en Santa María la Ribera a partir de 1903, por lo que el recinto cumple su centenario. Albergó principalmente exposiciones industriales, pero entre 1913 y 1964 fue sede del Museo de Historia Natural.
Allí conocí la reproducción del dinosaurio jurásico, los fetos de animales (creo que también fetos humanos) y entre otras cosas algunas formaciones rocosas extrañas, vinculadas con la cristalografía, así como los famosos fósiles. Hubo un tiempo en el que permaneció cerrado y luego se reabrió como museo principalmente de arte, pero también como centro cultural, a fines de 1975.
El Chopo depende de la Coordinación de Difusión Cultural (a cargo de Ignacio Solares) y no siempre, o más bien jamás, ha contado con presupuesto adecuado, ni siquiera con un mediano presupuesto equiparable al de los museos del INBA. Pero para las celebraciones actuales sí se hizo el esfuerzo de dotarlo de los medios que permiten su restauro y ampliación, así como para los actos celebratorios.
Una ocasión -no hace mucho- se montó una muestra a partir de las colecciones de historia natural, que fue muy visitada. Por esa razón la actual celebración no estuvo centrada en la obra de aquel acervo, mismo que es parte importante del Patrimonio Universitario. No obstante, Alma Rosa Jiménez, directora del museo, decidió que algunas de las muestras que celebran el centenario estuviesen referidas a esa vocación inicial. Una de ellas, Historia natural, correspondió a Luis Argudín; otra -de arte objeto- a Luis Manuel Serrano y una más a Antonio Serna, que es hijo del fallecido maestro Antonio Rodríguez Luna. Esta última, integrada por briosos dibujos bajo el rubro Pajarracos y animalejos obedeció a una museografía tipo Arte povera, tal vez porque como el propio pintor manifestó, se trataba simplemente de divertimentos y correspondió igualmente a un encargo dentro del contexto de las celebraciones.
Serrano también aceptó el reto y su numerosa participación, El monstruo de las posibilidades/ Las posibilidades del monstruo, consta de pequeños escenarios y resulta también mediana, excepto por la obra Una galería del horror.
Me referiré en este artículo básicamente a Luis Argudín, debido a que hace poco tiempo pude observar con detenimiento un aguafuerte espléndido que forma parte de la carpeta de grabados propiciada por Mercedes García Ocejo para Televisión Azteca.
Debo confesar que -salvo excepciones- no encontré de buen nivel la actual muestra de Argudín y eso se debe, entre otras razones, al apresuramiento que siempre conlleva un encargo de esta índole. Pintó ex profeso un buen contingente de piezas que no se corresponden con la maestría que ha logrado en obras tanto de ese género (naturalezas muertas) como de otros. Al acelerar las hechuras, consiguió abaratarlas. Por ejemplo Naturaleza muerta con frascos pudo haber sido una pieza de colección porque la idea que la anima es muy buena, pero la ejecución resultó burda. No hubo rigor, sobre todo si se compara con el dibujo Lección de historia.
Argudín, quien estudió filosofía y es maestro de teoría del arte, sabe jugar con las palabras de manera ingeniosa. Así, uno de sus enunciados reza: ''para que no haya contradicción, ni se vaya contra la dicción". Lo enuncia así porque, según su sentir, el término naturaleza muerta (en francés nature mort) no se corresponde con la idea que anima tal tipo de composiciones. Es más acertado el término en inglés Still life. Cualquier representación de esta índole lo que hace en el plano simbólico es disecar, preservar con fines de estudio o de contemplación los objetos traídos a colación y la concatenación que entre sí guardan.
En Argudín casi todos aluden a la iconografía barroca de las Vanitas. La meditación, dice el pintor, precisa de la quietud. La cosa es que después de Giorgio Morandi, quien aborde este género actualmente, debe encontrarse imbuido por una idea de perfección dentro de la modalidad expresiva y el medio que cultive, ausente en la situación que comento, pero muy detectable en el aguafuerte que mencioné líneas atrás. Puede cotejarse lo que digo si se comparan las piezas realizadas ex profeso con el políptico zoológico, trabajado entre 1999 y 2002, que se integra de 40 pequeños cuadros. Algunos son notables, como el de los tres buitres glaciares.