Marco Rascón
Por qué no renunciar al PRD
La corrupción ideológica, legal y política de las últimas dirigencias del PRD han causado gran daño histórico al pretender usufructuar, principios y proyectos, ideas y propuestas, luchas y sacrificios colectivos y personales que conformaron un compromiso democrático con el pueblo de México.
No se puede renunciar al PRD porque la mayoría de quienes lo fundaron y nutrieron fueron excluidos tras el asalto ilegal de grupos y facciones que sólo han aportado vicios burocráticos, sectarismo, mezquindad política, ambiciones personales y mediocridad intelectual. Haber declarado al PRD un partido de izquierda muestra que esa burocracia creyó que de esa manera ejercería impunemente políticas de derecha que la convertirían en empleada de grupos oligárquicos.
No se puede renunciar al PRD porque son más los que se identifican con el partido que fue, los que rechazan en lo que se ha convertido y defienden al movimiento y el partido que necesita ser. Nunca como hoy había existido tanta necesidad de un partido conductor para unir las aspiraciones del pueblo mexicano y tampoco como hoy las burocracias perredistas habían sido tan inservibles para cumplir estas tareas.
No se puede renunciar al PRD en estos tiempos, porque hay que deslindar la historia del partido de las actuales prácticas e impedir que el valor de los esfuerzos históricos fenezcan en manos de quienes han traicionado los principios. Quienes trabajaron por la democracia, las izquierdas, los luchadores sociales, no deben cargar con esa representación que en el futuro caerá envuelta en escándalos de corrupción.
No se puede abandonar al PRD porque se requiere la autocrítica procesada, ya que se han cometido errores por omisión y tolerancia, secuestrando la historia del partido del sol azteca para engañar y fal-sear la realidad política.
La restitución del movimiento democrático es condición para recuperar el valor de las siglas del Partido de la Revolución Democrática, porque el compromiso de llevar a cabo una revolución democrática fue sustituido por una "transición pactada" en la cual la burocracia hizo del pactismo y la interlocución cupular el único espacio de actividad partidaria.
No se puede renunciar al PRD porque no se puede ser cómplice de la desmovilización política general y del desarme político e ideológico que propiciaron la abundancia de prerrogativas, que a su vez convirtieron a los principales dirigentes en personajes de un notable, insultante e inexplicable ascenso económico.
Porque el PRD debe mantener vigilancia activa y crítica de los gobiernos surgidos de sus siglas. Por los que cayeron y dieron su vida por los principios del cambio democrático. Porque los principios y el proyecto de nación surgido en 1988 sigue siendo vigente y necesario. Porque esos principios no son negociables ante la burocracia.
Porque es necesario hacer valer el informe final de la Comisión para la Legalidad y la Transparencia del PRD, integrado por Samuel del Villar y turnado a la Comisión Nacional de Garantías, pero que no concluirá, pues en él se establecen los delitos y la ilegalidad de la actual dirección nacional del PRD, que en consecuencia llevaría a la destitución del consejo nacional, comité ejecutivo y presidencia del partido.
Ante el ocultamiento deliberado de dicho informe, el compromiso colectivo de fundadores y miembros del PRD deberá ser expresado en manifiesto público el próximo 5 de mayo, que a su vez convocará a una Convención Nacional de la Revolución Democrática posterior a las elecciones de julio para reponer los caminos de la legalidad partidaria. Mientras tanto, se hace un llamado a no votar por los candidatos del PRD que carezcan de perfil ético.
Reconstruir los principios del movimiento democrático deberá hacerse en la perspectiva de la grave situación nacional e internacional que hoy exige abandonar el terciopelo de la transición pactada y regresar a las plazas, a las calles, a las amplias asambleas, al trabajo político e intelectual.
La convención será un proceso, pues existe desconfianza, aislamiento y desaliento general. Requiere un balance de los errores y definir un proceso para no repetirlos, por eso es necesario el llamado de los intelectuales, las feministas auténticas, los luchadores sociales, los sindicalistas, los artistas, de todos los que hicieron ciudades y protagonizaron grandes movimientos.
Abramos el debate, de lo contrario la realidad lo hará. Si es así, todos tendremos una parte en esa responsabilidad histórica al haber faltado a nuestra palabra, pues los vicios y corrupciones que hoy se cometen son en nombre de todos. Demos el paso a la política y la congruencia, eliminando dispersión y desánimo. Establezcamos alianzas verdaderas y profundas con la izquierda y la democracia, con todos aquellos que aún están dispuestos a rencauzar y transformar al país. Por todo eso, hoy no se puede renunciar al PRD.
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