Han sido desdeñadas por EU las tribus
iraquíes, poderosa fuerza leal a Hussein
Destrucción del sistema telefónico: otra
pequeña degradación de Occidente
La salida de escudos humanos y periodistas, señal
del sitio que se avecina sobre Bagdad
ROBERT FISK ENVIADO ESPECIAL THE INDEPENDENT
Bagdad, 30 de marzo. Es difìcil llorar por
una central telefónica. Cierto, la destrucción del sistema
de teléfonos de Bagdad es una experiencia miserable para decenas
de miles de familias iraquíes que quieren mantenerse en contacto
con sus parientes durante las largas y negras horas de bombardeo. Pero
las centrales destrozadas, los cables arrancados y el concreto partido
del Centro Internacional de Comunicaciones Mimún difícilmente
se comparan con los huesos e intestinos expuestos y la carne desgarrada
de los civiles heridos en Bagdad.
Lo importante, claro, es que representa otra de esas degradaciones
que nosotros (es decir, "nosotros los occidentales") tenemos la rutina
de infligir cuando las cosas no van como quisiéramos en una guerra.
Por supuesto, "esperábamos" que las cosas no llegaran a este extremo.
Los ejércitos angloestadunidenses querían conservar para
sí mismos la infraestructura de Bagdad -después que hubieran
entrado en la ciudad "liberada" bajo una lluvia de rosas arrojadas por
el pueblo jubiloso- porque necesitarían líneas telefónicas
en funcionamiento.
Sin
embargo, después de un día de explosiones masivas en toda
la ciudad, la noche del sábado trajo consigo la noticia de que las
comunicaciones habían sido sacrificadas. El enorme centro Rashid
de telecomunicaciones fue impactado por un misil crucero que penetró
hasta el sótano del edificio. El edificio que aloja la central de
Karada, donde los bagdadíes pagan sus recibos telefónicos,
había quedado partido por la mitad. No más comunicaciones.
Porque "nosotros" habíamos decidido destruir los teléfonos
y todos los sistemas de "mando y control" que pudieran incluirse en la
red para comunicación de dos vías.
Así pues, el sábado los bagdadíes
tuvieron que cruzar la ciudad en automóvil para ver a sus familiares
y hubo más tráfico en las calles que en cualquier otro momento
desde el estallido de la guerra. También se vino abajo el sistema
de Internet de la ciudad. La televisión iraquí, pálida
sombra de sí misma desde que los estadunidenses bombardearon los
estudios la noche del miércoles, puede verse sólo en los
intervalos que dejan los cada vez más frecuentes cortes de energía
eléctrica.
¿Qué sigue ahora? Cada día, claro,
trae noticias de sucesos que por sí mismos no tienen gran importancia
pero que juntos añaden una nueva y siniestra dimensión al
sitio que se avecina sobre Bagdad.
Ayer, cientos de miembros de tribus de todo Irak se congregaron
en el hotel Bagdad previamente a un encuentro con Saddam Hussein. Las tribus
iraquíes, desdeñadas por los planificadores militares y los
sabihondos de Washington, para quienes lo único que cohesiona a
Irak es el partido Baaz y el ejército, constituyen una fuerza poderosa,
cuya unidad está cimentada en el matrimonio y en una red de familias
leales al presidente Saddam que aportan un elemento de unidad tan sólido
como el partido Baaz mismo.
Las tribus protegen los silos de granos y las estaciones
de generación de electricidad en torno de Bagdad. A dos de ellas
se les atribuye haber inutilizado un helicóptero Apache capturado
la semana pasada. Y ayer, los jefes tribales vinieron de todo Irak, desde
Nínive hasta Babilonia, Basora, Nasiriya y todas las ciudades de
Mesopotamia.
El presidente Saddam había expedido ya una serie
de órdenes de que los tribeños "combatan (a estadunidenses
y británicos) en grupos y ataquen sus líneas de avanzada
y retaguardia para obstruir su progreso... Si el enemigo acampa en una
posición, comiencen a acosarlo de noche..."
Otro indicio de los acontecimientos por venir: por lo
menos 20 escudos humanos internacionales que "protegían"
las plantas de energía, las refinerías de petróleo
y las fábricas de producción de alimentos decidieron salir
de Irak el sábado. Así lo hicieron también todos los
periodistas chinos, por instrucciones de su gobierno. No bastaron para
hacerlos cambiar de opinión todas las afirmaciones optimistas del
gobierno iraquí, entre ellas la de una presunta victoria contra
los marines de Estados Unidos en las afueras de Nasiriya.
Hace tiempo que los ataques nocturnos se extendieron hacia
las horas del día, por lo cual el estruendo de los aviones y los
cohetes -en varias ocasiones he escuchado realmente pasar los misiles sobre
las calles del centro- ha adquirido una especie de normalidad. Unos cuantos
negocios han vuelto a abrir. Otra vez se pueden encontrar verduras frescas.
Y como cualquier pueblo sometido a bombardeos, los bagdadíes se
acostumbran cada vez más a lo que se ha vuelto un peligro sordo
y familiar.
¿Será esto, me pregunto, lo que llaman "conmoción
y pavor?"
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya