El Metropólitan registró lleno
total durante el concierto del jueves
De pie, el público admiró el enramado
de géneros rítmicos de Joe Satriani
El guitarrista ofreció sonidos contemporáneos
de clave atemporal
MARIANA NORANDI ESPECIAL
Presenciar un concierto del guitarrista Joe Satriani es
una experiencia única. Sus melodías no las podemos encasillar
ni en rock progresivo, ni en jazz, ni en blues, ni en heavy metal, ni en
tecno, ni mucho menos en rocanrol pero, paradójicamente, son una
extraña y seductora mezcolanza de todos esos estilos juntos. El
sonido que emana de su guitarra es de un contemporáneo casi intemporal,
en una misma rola puede trasladarte al jazz de los años 40, al rock
de los 50, al surf de los 60, al heavy metal de los 80 o al tecno de los
90. Todo es posible a través de la música de Joe Satriani.
Desde
el pasado 10 de junio, este neoyorquino recorre el mundo con su colección
de guitarras Ibañez -varias de diseño propio- presentando
su más reciente producción discográfica, titulada
Strange beautiful music, y acompañado del bajista Matt Bisonette,
el baterista Jeff Campitelli y el guitarrista rítmico Galen Henson.
Como parte de esa gira, este jueves y viernes Satch, como es conocido
entre sus fanáticos, se presentó en el Teatro Metropólitan
de la ciudad de México. Es la tercera vez que este virtuoso de las
seis cuerdas se presenta en nuestra capital, la inmediata anterior fue
el año pasado junto a Steve Vai y John Petrucci, y, tras esta presentación,
hemos podido comprobar que sus admiradores siguen aumentado.
Pasadas las nueve de la noche del jueves, en el Metropólitan
ya no quedaba ni una butaca vacía. El público que acudió
era en su mayoría joven, mucho estudiante de música o iniciado
en el rocanrol que acudió a la cita como quien asiste a una clínica
de guitarra del más grande maestro. En cuanto empezó el público
se puso de pie para no perder detalle del movimiento dactilar de Satriani
deslizándose por el mástil de su guitarra, y no se volvió
a sentar en toda la noche. Nadie bailaba, ni gritaba, ni hablaba, era cuestión
de escuchar y admirar.
El concierto arrancó con Flying in a blue dream,
tema que da título a una de sus más grandes obras discográficas
editada en 1989 y en el que invita a viajar a través de las diferentes
atmósferas musicales que propone.
Con su ya clásica imagen alienígena, su
comunicación con los espectadores es totalmente a través
de la guitarra, volviéndose un vehículo conductor entre lo
que crea y el público. Hasta el cuarto tema, Cool #9, no
se dirigió al auditorio cuando, en un improvisado español,
dijo: "Hola. ¿Cómo están? ¿bien?" y ya no volvió
a emitir palabra alguna en toda la noche, más que para presentar
a sus músicos o introducir alguna canción. Lo que no faltaron
fueron diálogos rítmicos, como en Cool #9, donde Satriani
toca y el público responde imitando el sonido de la guitarra con
la voz.
De su más reciente disco tocó Mind Störm
-que interpreta con una guitarra de siete cuerdas y nos recuerda el sonido
del álbum The Extremist-, Starry night -donde busca
lograr y jugar con el sonido americano de banjo- y Oriental melody,
tema en el que Satriani se sumerge en la abismal profundidad de la música
árabe. Tal vez los temas más aplaudidos fueron Summer
song, Why, la balada Always with you y otro de sus grandes éxitos,
Surfing with the alien, de su disco homónimo, con el que
cerró el concierto.
Tras dos horas de música, Satriani eligió
para el encore el tema Friends con el que dio por terminado el espectáculo,
dejando en el ambiente la sensación de haber presenciado un concierto
magistral. Rebosante de creatividad y personalidad musical, Joe Satriani
representa un encuentro con el fascinante enramado de géneros rítmicos,
descubriendo las infinitas posibilidades, creativas y mágicas, que
se abren ante las fusiones musicales. Para ello, Satriani es todo un brujo.