Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 29 de marzo de 2003
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Espectáculos
El Metropólitan registró lleno total durante el concierto del jueves

De pie, el público admiró el enramado de géneros rítmicos de Joe Satriani

El guitarrista ofreció sonidos contemporáneos de clave atemporal

MARIANA NORANDI ESPECIAL

Presenciar un concierto del guitarrista Joe Satriani es una experiencia única. Sus melodías no las podemos encasillar ni en rock progresivo, ni en jazz, ni en blues, ni en heavy metal, ni en tecno, ni mucho menos en rocanrol pero, paradójicamente, son una extraña y seductora mezcolanza de todos esos estilos juntos. El sonido que emana de su guitarra es de un contemporáneo casi intemporal, en una misma rola puede trasladarte al jazz de los años 40, al rock de los 50, al surf de los 60, al heavy metal de los 80 o al tecno de los 90. Todo es posible a través de la música de Joe Satriani.

Desde el pasado 10 de junio, este neoyorquino recorre el mundo con su colección de guitarras Ibañez -varias de diseño propio- presentando su más reciente producción discográfica, titulada Strange beautiful music, y acompañado del bajista Matt Bisonette, el baterista Jeff Campitelli y el guitarrista rítmico Galen Henson. Como parte de esa gira, este jueves y viernes Satch, como es conocido entre sus fanáticos, se presentó en el Teatro Metropólitan de la ciudad de México. Es la tercera vez que este virtuoso de las seis cuerdas se presenta en nuestra capital, la inmediata anterior fue el año pasado junto a Steve Vai y John Petrucci, y, tras esta presentación, hemos podido comprobar que sus admiradores siguen aumentado.

Pasadas las nueve de la noche del jueves, en el Metropólitan ya no quedaba ni una butaca vacía. El público que acudió era en su mayoría joven, mucho estudiante de música o iniciado en el rocanrol que acudió a la cita como quien asiste a una clínica de guitarra del más grande maestro. En cuanto empezó el público se puso de pie para no perder detalle del movimiento dactilar de Satriani deslizándose por el mástil de su guitarra, y no se volvió a sentar en toda la noche. Nadie bailaba, ni gritaba, ni hablaba, era cuestión de escuchar y admirar.

El concierto arrancó con Flying in a blue dream, tema que da título a una de sus más grandes obras discográficas editada en 1989 y en el que invita a viajar a través de las diferentes atmósferas musicales que propone.

Con su ya clásica imagen alienígena, su comunicación con los espectadores es totalmente a través de la guitarra, volviéndose un vehículo conductor entre lo que crea y el público. Hasta el cuarto tema, Cool #9, no se dirigió al auditorio cuando, en un improvisado español, dijo: "Hola. ¿Cómo están? ¿bien?" y ya no volvió a emitir palabra alguna en toda la noche, más que para presentar a sus músicos o introducir alguna canción. Lo que no faltaron fueron diálogos rítmicos, como en Cool #9, donde Satriani toca y el público responde imitando el sonido de la guitarra con la voz.

De su más reciente disco tocó Mind Störm -que interpreta con una guitarra de siete cuerdas y nos recuerda el sonido del álbum The Extremist-, Starry night -donde busca lograr y jugar con el sonido americano de banjo- y Oriental melody, tema en el que Satriani se sumerge en la abismal profundidad de la música árabe. Tal vez los temas más aplaudidos fueron Summer song, Why, la balada Always with you y otro de sus grandes éxitos, Surfing with the alien, de su disco homónimo, con el que cerró el concierto.

Tras dos horas de música, Satriani eligió para el encore el tema Friends con el que dio por terminado el espectáculo, dejando en el ambiente la sensación de haber presenciado un concierto magistral. Rebosante de creatividad y personalidad musical, Joe Satriani representa un encuentro con el fascinante enramado de géneros rítmicos, descubriendo las infinitas posibilidades, creativas y mágicas, que se abren ante las fusiones musicales. Para ello, Satriani es todo un brujo.

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