Ahora y en la hora, obra de Rascón
Banda que se estrenó anoche en la UNAM
La guerra en Irak, reto a muerte para la cultura y
el arte, dice Luis de Tavira
El dramaturgo impugna ''lo inexorable'', considera el
director del montaje
CARLOS PAUL
La guerra de Estados Unidos contra Irak ''es un atentado
contra la civilización, un ataque al mundo y no sólo al pueblo
o régimen iraquí para imponer de manera militar y unilateral
la voluntad del más fuerte. Es el destierro de la razón y
el diálogo, de todo lo que ha fundado la civilización, la
cual se sostiene en el concepto de humanismo, y éste a su vez descansa
en el de ser persona. Esa guerra es un reto a muerte al sentido de la cultura
y el arte", expresa en entrevista Luis de Tavira, quien hoy pone en escena
el estreno de Ahora y en la hora, obra de Víctor Hugo Rascón
Banda, en la que en la sala de espera de un hospital, mientras la moneda
de la vida y la muerte está en el aire, se cuestiona lo inexorable.
''Asistimos a un momento terrible para la humanidad, mediante
un mal guión hollywoodense que tendrá, ya sabemos, un desenlace
trágico y no un happy end como ellos esperan", destaca el
creador escénico.
''Comenzó la era del terror y miseria del nuevo
Reich, por tanto, urge hacer el teatro que nos recuerde que somos personas;
el valor de una sola vida; las preguntas esenciales sobre el sentido de
la existencia y la convivencia entre los hombres.
''Es
el momento de resistir en los valores que fundaron a la humanidad y la
civilización, de recoger las grandes lecciones de la historia".
Y aun cuando Ahora y en la hora no es una obra histórica
ni política, ''sí cuestiona el sentido de la existencia y
demanda una intervención para que aparezca la verdad, una verdad
que no puede ser manipulada por las ideologías.
''No sabría decir si ésta es la mejor obra
de Víctor Hugo -señala De Tavira-, pero sí que es
la más original. Contiene una fuerza raras veces presente en la
dramaturgia del autor, la de la autenticidad. Fue escrita y dictada apresuradamente
en el sitio donde sucede la acción, es decir, en un hospital. Es
otro Rascón Banda y es el mismo, leal a sus obsesiones y preocupaciones
sobre México, pero que avanza hacia una desnudez radical que arroja
una luz sobre el momento decisivo. Si el teatro es hermenéutica
de la existencia, esto se cumple de manera literal en esta propuesta dramática.
''Es una obra que nos habla de una crisis, de ese intervalo
trágico entre el ahora y la hora límite, cuyo contenido es
una verdad que no es investigable por la vía del método científico
ni mediante la tecnología.''
Masificación del consumo
''La originalidad del texto -añade- si bien lo
escribió en el hospital, el autor se preocupa por los que están
del otro lado de la puerta. No sólo es el drama de los pacientes,
sino de los que esperan afuera, de los que permanecen en vilo mientras
la moneda está en el aire, demandando en principio la intervención
de la ciencia y la medicina, y en última instancia la de Dios.
''Es el cuestionamiento de lo inexorable, la ocasión
en la que es posible formular las preguntas decisivas, esenciales, nítidas,
en el contexto de una situación límite. Preguntas que no
se responden en el ahora, sino que asisten a la hora.
''El ser humano -explica De Tavira- se concibió
a sí mismo como persona por virtud del teatro, pues gracias a éste
nos entendemos como personas y no cifras.
''En estos días de guerra estaremos escuchando
cifras de muertos, de caídos anónimos. Aristóteles
afirmó que como personas somos respectivos, somos en función
de otros. Es el otro el que nos dice qué somos y quiénes
somos. Somos respecto de... Contra lo que solemos pensar, que somos sujetos
de relaciones, que somos relativos, esto no es así. Las relaciones
nacen, se establecen, crecen, terminan. La respectividad es irrenunciable
porque nos constituye.
''Si somos respectivos entenderemos que lo que ocurre
en Irak me sucede a mí y que habrá de cambiar mi vida para
siempre, al margen de la relación con el otro. Ese es el gran misterio
que nos hace saber que el ser humano es el único animal de la creación
que muere, mientras que los demás seres vivos cesan, es decir, lo
que funda la humanidad es la conciencia de la muerte, pero como la muerte
no es vivible, no se trata de la propia muerte, sino la del otro, de vivir
la muerte del otro. Sólo frente a la muerte descubrimos que estamos
vivos.
''Asistimos a una era de miseria espiritual, que ha convertido
al mundo en mercado, en el que el hombre queda reducido a la cifra del
consumo. Las sociedades han aceptado gustosas la masificación del
consumismo y han renunciado a la conciencia de la persona. Ahí está
la crisis de la democracia, que no toma en cuenta que el sujeto de ésta
es la conciencia y no emitir un voto, como si se escogiera, según
la campaña, un detergente en un supermercado.
"La humanidad presiente el atentado a muerte que enfrenta,
por lo que nadie puede estar callado, el que calla otorga. Lo que ha hecho
el gobierno de Estados Unidos es decir estás conmigo o contra mí
y no voy a discutir. Eso nos tiene que unificar en contra, y la cultura
y el arte tienen que ser trincheras eficaces en favor del espíritu
y no de batallas poéticas. La paz no es una idea platónica,
sino la única posibilidad real de subsistencia de la vida humana.
No se puede discutir la paz, esta es la gran lección del siglo XX,
y una vez que haya esto, podemos discutir lo que sea.''
Con la puesta en escena de Ahora y en la hora, concluye
De Tavira, se "consolida el elenco de la Casa del Teatro''.
(Ahora y en la hora se estrenó anoche
en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz, del Centro Cultural Universitario,
en Insurgentes sur 3000, espacio donde continúa temporada.)