CIUDAD PERDIDA
Miguel Angel Velázquez
El poder global está en las calles
PRIMER LUNES DEL nuevo calendario del odio. (La
otra guerra empezó hace varios fines de semana y los partes de batalla
publicados en todas las ediciones serias de este pequeño planeta
aseguran que el ejército mundial sigue en pie de lucha en
contra del eje Washington-Londres-Madrid.)
EL ARMA MAS poderosa del eje está dañada,
posiblemente para siempre, aunque sigue disparando encuestas destructoras
en contra de televidentes y lectores pasivos que aún no se atreven
a dar la batalla; pero la credibilidad sí está dañada
y pierde fuerza conforme crecen sus propias mentiras.
MIENTRAS LAS VOCES de los niños de todo
el mundo suenan con estruendo y su onda expansiva se estrella contra las
conciencias fortificadas en la necedad de la filosofía de la muerte,
muchas otras sucumben cada día.
LA GUERRA GLOBAL en las calles ya no necesita de
las izquierdas pragmáticas -tal vez como en la ciudad México,
que está preocupada en conseguir el poder para callarse en los momentos
cruciales-, ni de organizadores en busca de escaparates para escalar montañas
políticas; sólo tiene razones.
SON BALAS TRAZADORAS.
Marcan su rumbo y se cuelan entre los grandes edificios, desde donde se
pretende imponer "la justicia", para menoscabar los cimientos
EL PODER GLOBAL debe estar preocupado. Si las calles
se llenan de rebeldía hoy, si ya no son necesarias las guías
partidistas, ni se busca el poder por el poder mismo, es muy probable que
sea en las calles donde se gane la gran guerra global.
Y ES QUE desde las calles, quizá con los
mismos instrumentos que la globalización, el neoliberalismo y la
mueca democrática les ha proporcionado, el voto y nada más,
los guerreros de las calles, de las grandes avenidas, los de los letreros,
las pancartas y las consignas coreadas a toda voz, derrumben al gran enemigo
que propone, a fin de cuentas, la sobrevivencia, únicamente, de
los poderosos, es decir, la destrucción total de aquellos que no
sirvan para mantenerlos en pie.
PORQUE SI BIEN la agresión armada contra
Irak puede durar una, dos, tres o cuatro semanas, las consecuencias de
esta invasión deberán multiplicarse por años, quizá
por décadas, de dominación que necesariamente asfixiará
con misiles y balas de uranio empobrecido y helicópteros y bombas
cualquier intento de cualquier país por abandonar la ruta que trace
el imperio.
FRENTE A ESE horizonte, de cara a ese futuro, sólo
queda la otra guerra, la de las calles, que seguramente también
será atacada con todos los medios y por todos los medios para que
frene su protesta.
PERO ESTA GUERRA apenas empieza. Esta vez es Irak,
mañana, pasado mañana, cualquier día de estos, el
mismo eje tratará de invadir sus calles, sus casas, cuando sus mentes
no quieran ceder al "mensaje" de las televisoras
LA INVASION DE hoy nos marca, pues, la ruta de
un pensamiento sistémico que pretende imponernos la sumisión
como forma de vida. Comprar lo que ellos mandan, vestir como ellos ordenan,
comer lo que ellos indican, pensar como mejor les acomode, ser, en fin,
lo que ellos quieren que seamos.
TAL VEZ EL invasor triunfe en Irak, tal vez no
quede piedra sobre piedra en Bagdad y los muertos se contabilicen en kilos
más que en vidas humanas, pero en las calles seguirá la guerra
implacable en contra del enemigo de todos.