ASTILLERO
Julio Hernández López
Las renuncias del PRD
Breve dimisión rosarista a causa de obstrucciones
internas
Manuel Camacho, un nuevo sol azteca
DURANTE TRES HORAS, hace días, la presidenta
nacional del Partido de la Revolución Democrática dejó
su renuncia al cargo (no escrita, pero sí hablada) sobre la mesa
en la que se negociaban los términos de su deseada apertura de candidaturas
a diputados externos. Uno de los miembros del Comité Ejecutivo Nacional
del PRD, presente en la tormentosa sesión en la que las tribus cerraban
el paso a las propuestas de la ex jefa de gobierno capitalino, aseguró
a esta columna que Robles prefería hacerse a un lado para que Jesús
Ortega y los chuchos en general asumieran abiertamente el control
de la organización identificada por el emblema del sol azteca. La
economista de origen coahuilense estaba harta, según esa versión
de primera mano, de forcejear con los líderes de las corrientes
internas que a través de insanas alianzas pragmáticas han
impuesto a la hora de las votaciones cupulares (de comités o consejos
nacionales) arreglos que privilegian los intereses grupales (y con frecuencia
familiares y amistosos) por encima de las pretensiones rosaristas de armar
un frente amplio (no sólo de candidatos externos, sino también
de buenos aspirantes internos aunque ajenos al mercadeo de los grupos dominantes)
que ofreciera a los ciudadanos una opción viable y atractiva en
julio venidero.
EL
DIFERENDO PERREDISTA terminó en aparente empate: Rosario retiró
su renuncia coloquialmente presentada y sus obstructores internos se declararon
decididos a permitir el avance de las propuestas electorales de su presidenta.
Pero, en los hechos, el PRD continuó secuestrado por los intereses
menores de las corrientes internas, como lo demuestran la confección
del segmento privilegiado de las candidaturas a diputados federales (y
del Distrito Federal) de representación plurinominal y las tendencias
marcadas en las postulaciones de mayoría en distritos de éxito
electoral previsible. Los mayoriteos y las alianzas de brevísimo
alcance político de las diversas corrientes perredistas dejaron
fuera de competencia a cuadros valiosos y experimentados que habrían
dado lustre a la nómina de candidaturas de un partido que en varios
casos prefirió medianías concertadas o nulidades más
que previsibles; un partido, pues, que pelea consigo mismo en lugar de
hacerlo con la derecha no ilustrada cuyos proyectos ideológicos
en curso hubieran merecido mejores opositores de izquierda en San Lázaro.
DE ENTRE LOS pocos nombres llamativos que el PRD
consiguió presentar al electorado como esfuerzo de pluralidad y
apertura está Manuel Camacho Solís, ave de tempestades que
pasó del primer círculo del salinismo a la disidencia (luego
de la postulación presidencial de Luis Donaldo Colosio) y a un posterior
largo desierto que (habiendo dejado ya el espejismo del tal Partido del
Centro Democrático) pareciera al fin encaminarlo nuevamente a una
posición de poder, así sea disminuido, en la próxima
legislatura de la Cámara de Diputados. Sin embargo, habiendo sido
secretario de Desarrollo Urbano y Ecología (antecedente de la actual
Sedeso), regente capitalino, canciller y primer comisionado para la paz
chiapaneca, Camacho Solís no pareció a los perredistas tan
defendible como para colocarlo en alguno de los primeros lugares de la
lista correspondiente a la circunscripción que incluye la ciudad
de México. Con significativa discreción lo colocaron más
allá del sexto lugar, en una especie de rudeza innecesaria, toda
vez que su aceptación en el sol azteca y su postulación como
candidato fueron aprobadas por todos los principales personajes del perredismo
(no los jefes de las corrientes, sino los pesos pesados: Cuauhtémoc,
Andrés Manuel y Rosario).
CAMACHO HA TOMADO esa descortesía inicial
con ánimo deportivo. No aspira, dice, a ocupar absolutamente ninguna
posición directiva en San Lázaro, ni comisión alguna
ni coordinación de sus nuevos compañeros de viaje (aunque
acepta con sinceridad que si le ofrecen esa coordinación no habrá
de decir que no). Es más, según eso, la distancia de la estructura
perredista podría darle lo que a estas alturas de su vida política
más desea: independencia para tratar de impulsar acuerdos entre
fuerzas políticas progresistas rumbo a 2006, bajo el entendido expreso
de que ha pasado ya su oportunidad de ser candidato a la Presidencia de
la República, lo que le permitiría triangular entre los aspirantes
reales, Cárdenas y López Obrador en primerísimo lugar.
PERO TAN AYUNA de personalidades fuertes está
la nómina de los perredistas que serán diputados, que desde
ahora se habla de la posibilidad de que Camacho ocupe esa coordinación
a la que Cárdenas dijo no. Desde luego, y desde ahora, el ex regente
está lleno de ideas y proyectos, tantos como los que en su momento
supo presentar a su amigo y compañero Carlos Salinas al que, ironías
de la historia, ahora combatirá desde el PRD.
ASTILLAS:ADOLFO AGUILAR ZINSER deberá ocupar
la presidencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a partir
del próximo primero de abril, lo que no causa ninguna gracia a los
halcones de la Casa Blanca, que acusan al ex amigo de Jorge Castañeda
de actuar contra los intereses estadunidenses con vehemencia que excede
las cautelas e indecisiones del Presidente de México. En realidad,
esos halcones se darían por muy bien servidos si el citado
embajador mexicano ante la ONU fuese llamado a ocupar algún otro
cargo importante (por ejemplo, se apresta a sugerir este tecleador deseoso
de congraciarse con Washington, el de secretario de la Contraloría,
tarea indagadora para la que Aguilar Zinser estaría bien preparado
por su previo paso por aquella consejería en asuntos de seguridad
nacional que ejerció a principios del actual gobierno: de pescador
de pulmonías bélicas a pescador de resbalosos peces gordos).
El reino de Foxilandia, como es sabido, no desea en estos momentos más
que agradar al soberano mundial, luego del numerito ese de los regateos
al proyecto texano de apropiación del mundo a nombre de un pacifismo
pensado más bien para consumos electoreros mexicanos. Ya se verá
si el presidente Fox resiste la presión gringa o prefiere cobrarle
a Aguilar Zinser su no voto útil en la ONU retirándolo de
Nueva York... El jefe Bátiz discrepa en privado del protagonismo
y la alharaca permanente del jefe Ebrard. Ahora Bernardo ha dicho, pa'que
quede claro, que prefiere las tesis de Leoluca Orlando sobre los shows
de Rudolph Giuliani... Martita, Olegario y Frenk: ¿no están
los tres personajes como para correr a depositar una buena colaboración
económica redondeada en los cepos de la Cruz Roja?