Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 25 de marzo de 2003
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Mundo

Michael T. Klare*

La guerra redibujará el mapa estratégico

Los antiguos teatros de la guerra fría, Europa y el Lejano Oriente, han sido remplazados en importancia estratégica por el golfo Pérsico, donde los intereses de Rusia, China y Estados Unidos por el petróleo, la seguridad y la ventaja geopolítica corren el riesgo de hacer colisión. Más que derrocar a un odioso régimen que ha resistido los embates de la política exterior estadunidense durante los pasados 10 años, con la invasión a Irak Estados Unidos redibujará el mapa estratégico mundial como no había ocurrido en más de medio siglo.

Al final de la Segunda Guerra Mundial los dos escenarios más importantes de la competencia militar y política fueron Europa y el Lejano Oriente, regiones que atrajeron la atención de los estrategas estadunidenses y soviéticos durante la guerra fría, alojando gran concentración de fuerzas militares. La mayor parte de los enfrentamientos en el periodo bipolar -las crisis de Berlín, las guerras de Corea y Vietnam- tuvieron lugar en esas zonas, ahora, con la invasión a Irak, están siendo sustituidas por la cuenca del golfo Pérsico como reñidero central de la competencia política mundial. De hoy en adelante las relaciones entre potencias mundiales -Estados Unidos, Rusia y China- estarán definidas por su posición relativa en esta región vital.

La zona general del Golfo, que incluye la cuenca del mar Caspio (ubicada a cientos de kilómetros de Bagdad), aloja cerca de dos tercios de las reservas mundiales de petróleo y será más importante para la economía mundial a medida que las reservas se agoten en otras áreas, entre ellas Estados Unidos, el mar del Norte y China.

Los líderes estadunidenses han reconocido desde hace mucho la importancia del petróleo del Pérsico y han resistido todo esfuerzo de poderes hostiles por dominar el área. Ese fue el origen de la doctrina Carter del 23 de enero de 1980: autorizar la acción militar de Estados Unidos para proteger los flujos de petróleo en el Pérsico, y que permitió la intervención estadunidense en la guerra del Golfo, en 1990-1991. Recientemente el vicepresidente Dick Cheney declaró que Estados Unidos debe derrotar a Irak para que Saddam Hussein nunca más vuelva a "tener control de gran parte de las fuentes energéticas del mundo". Pero el petróleo es sólo una parte de la ecuación. El área del golfo arábigo es también semillero de grupos terroristas islámicos, como Al Qaeda, que amenazan la vida e intereses occidentales. Mientras la guerra contra el terrorismo sea pieza central de la política de seguridad estadunidense, la región será el punto focal de la acción militar.

Más significativo es que los intereses estratégicos de las grandes potencias chocan en el área del Golfo como en ningún otro lugar: Estados Unidos persigue el petróleo y la estabilidad; Rusia, que una vez dominó el área del Caspio como imperio soviético, mantiene su aspiración de controlar la región y sus fuentes de energía, y a China se le agota el petróleo de su territorio y teme la subversión islámica en sus provincias occidentales, por lo que tiene la determinación de convertirse en una potencia importante en el Caspio y en Asia Central. Estos tres países comparten un interés común: suprimir a Al Qaeda y a los grupos terroristas que apoya. Las compañías petroleras rusas también desean vender más energético a Estados Unidos, por lo que no hay razón para afirmar que Rusia, China y Estados Unidos continuarán disfrutando de relaciones amistosas en los próximos años, y cuando se distancien probablemente el área del Golfo emergerá como principal lugar de conflicto y de competencia por el poder.

Mientras esto sucede, los vínculos de Estados Unidos con sus aliados en Europa y el este de Asia han empezado a decaer, por lo que Washington disminuirá el peso de sus relaciones con Francia y Alemania, sobre todo después de que se opusieron a que usara la fuerza contra Irak, así que retirará algunas de sus unidades militares de Europa. En Asia enfrenta la gran oposición de Corea del Sur, alguna vez aliado fiel de su política hacia Corea del Norte.

La invasión a Irak representa una expresión poderosa de la determinación de Estados Unidos de convertirse en el poder dominante en el Golfo y reducir sus compromisos con sus aliados tradicionales en Europa y Asia. Presagia además el comienzo de una lucha trilateral por el poder junto con Rusia y China para lograr el control de las fuentes de energía más valiosas del planeta. Esta realidad explica la intensidad de la oposición francesa, alemana, rusa y china al unilateralismo militar.

Lo anterior significa que las tropas estadunidenses permanecerán en el área mucho después de que se deponga a Hussein para asegurar la estabilidad en el escenario posbélico iraquí (permitiendo a las compañías estadunidenses rehabilitar los pozos petroleros), y fungir como contrapeso a otros poderes del Golfo.

La concentración del poder estadunidense en el Golfo traerá algunos beneficios a Estados Unidos en términos de acceso a petróleo barato, pero implicará graves peligros: provocará la hostilidad y resistencia de facciones militantes islamitas que resienten la presencia de no creyentes en el centro de las tierras sagradas del Islam, inducirá la construcción militar de Rusia y China en la región, lo que dará lugar a la competencia por cimentar alianzas con poderes locales (Rusia y China han estado coqueteando con Irán, por ejemplo), lo cual intensificará la carrera armamentista regional con el consecuente alto riesgo de proliferación nuclear.

Los hacedores de política en Estados Unidos deben considerar no sólo las consecuencias inmediatas de una guerra en Irak, sino también las de largo plazo para la región del Golfo y el mundo entero. Cualesquiera que sean los atractivos de remover a Hussein del poder y asegurar a Estados Unidos un pie en Irak, Ƒrealmente deseamos inflamar una nueva competencia militar en el Golfo y enfrentar años, quizá decenios, de intensa rivalidad entre las grandes potencias?

* Michael T. Klare es profesor de estudios sobre la paz y la seguridad mundiales en el Colegio Hampshire y autor de Guerras de recursos: el nuevo panorama del conflicto global (Owl Books/Henry Holt & Co., 2002).

Traducción: Marta Tawil

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