GUERRA CONTRA IRAK
Losetas nuevas de Paseo de la Reforma se convirtieron
en piedras contra los granaderos
Integrantes del CGH revientan mitin frente a
la embajada de Estados Unidos
El Mosh observaba y dirigía las acciones
desde el otro lado de la calle
JAIME AVILES
A dos metros del mínimo grupo de jóvenes
que arrojan piedras por encima de la valla de alambre para hacer blanco
en los escudos de los granaderos que resguardan la embajada de Bush, 10
músicos tocan y bailan danzas arábigas ante un semicírculo
de 300 o 400 personas que observan tranquilamente las dos situaciones,
mientras a espaldas de esa pequeña multitud los paramédicos
del ERUM atienden a un muchacho que yace en el carril de alta velocidad
de Reforma con una herida en la frente.
Al otro lado de la calle, en la acera del abandonado cine
Latino, un gordo de lentes bifocales, greñas lacias, camiseta y
pantalones negros abraza un poste de luz y se balancea para adelante y
para atrás con una sonrisa satisfecha. Una voz le pregunta:
-Mosh, ¿qué procede?
Agrandando la sonrisa, el gordo repite, supongo que en
broma:
-Tomarla, tomarla...
Desde
las poderosas bocinas del templete colocado sobre Reforma en dirección
a Chapultepec, una representante de las Comunidades Eclesiales de Base
anuncia que sus compañeros instalarán un ayuno permanente
bajo la columna del Angel de la Independencia para obligar a Estados Unidos,
Inglaterra y España a suspender la agresión contra Irak.
En el extremo opuesto de la valla acosada no por las fuerzas sino por las
debilidades de los "atacantes", una decena de cuerpos desnudos y pintados
de rojo que evocan a los muertos y a los heridos de Bagdad, realiza un
breve perfomance para denunciar la obscenidad de esta guerra.
Poco antes, a una señal, cientos de manifestantes
habían soltado racimos de globos blancos que los cristianos distribuyeron
frente al Hemiciclo a Juárez a las cinco de la tarde, cuando la
marcha partió rumbo a su meta. Los globos, las mantas, los gritos
individuales, las consignas coreadas, desfilaron por avenida Juárez
y más tarde sobre Reforma, apoyados por el tatá tatatá
de los cláxons y las manos que mostraban la "V" de la victoria por
las ventanas de los coches que avanzaban en sentido opuesto.
Si no funcionó la convocatoria de Greenpeace, Escudos
Humanos-México, Iniciativa Mexicana No a la Guerra y No en nuestro
nombre, responsables de la protesta, fue porque nadie se enteró.
Uno se daba cuenta de ello al llamar a los amigos por teléfono en
la mañana y encontrarlos sorprendidos por la noticia. "¿Una
marcha?, ¿hoy?". En todo caso, únicamente acudieron los íntimos
de los organizadores, unas 5 mil personas en total, entre ellas alumnos
de Filosofía y Letras, Psicología y la Escuela de Teatro
de la UNAM; algunos politécnicos, discretas representaciones del
STUNAM, del SUTIN, de la CUT, y parvadas de militantes del PT, PRT y México
Posible, que sin duda se apuntaron a última hora... no así
el PRD, pese a que Rosario Robles asistió como ciudadana en compañía
de Rocío Bolaños e Inti Muñoz.
Esta vez, a diferencia de la semana pasada, no hubo banderitas
de Cuba, emblemas de Palestina o dazibaos en favor de Corea del Norte;
en cambio, se destacaba con su arcoiris una arrugada manta de la comunidad
gay. Muchas pancartas improvisadas con trozos de cajas de cartón
exponían la siguiente tabla de equivalencias: "Bush=Hitler, Blair=Mussolini,
Aznar=Franco", y abundaban los carteles que se valían de la cruz
gamada de los nazis para rescribir la "s" de Bush, pero en ninguna parte,
para mi desencanto y desolación, vi un solo mensaje alusivo a Rachel
Corrie, la valiente pacifista estadunidense de 23 años que hace
ocho días fue asesinada por un bulldozer del ejército
israelí. El mundo todavía le debe un homenaje inmenso.
"Bush=Blood Under Society Honor", había escrito
un hombre sobre el anverso de un fólder azul. Al pie de la estatua
de Colón, a una muchacha le estaban redactando un mensaje larguísimo
en el vientre: "No veas la televisión, lucha por la paz para que
la televisión te vea". Frente a una oficina del Seguro Social un
hombre con máscara de Groucho Marx iba pasando con un letrero de
solidaridad con Francia escrito en la lengua de Balzac: "Vive la France...
et Anita Colchero". Entonces me crucé con la manta de una desnutrida
delegación del CGH y las banderas de hoz y martillo de los "comunistas
internacionalistas", que a la postre confundirían a los granaderos
de López Obrador con las tropas de Bush y montarían la provocación
ante la valla de la odiosa embajada.
Escenas de la provocación
Estaba pensando en que no había camisetas conmemorativas
del EZLN ni efigies del subcomandante Marcos, cuando reparé
en que mientras unos bailaban danzas arábigas, otros zarandeaban
las rejas de la legación diplomática, algunos granaderos
devolvían las piedras y un muchacho sangraba descalabrado en el
suelo, el cielo se llenó de globos blancos. Una periodista se acercó
a decirme que estaba herido el fotógrafo José Carlo González,
de La Jornada, y entonces, por primera vez, sentí el gas
lacrimógeno en la garganta.
En el templete donde ya se había anticipado el
cristiano ayuno permanente contra la puta guerra de Bush, Betsy Pecanins
aguardaba su turno para cantarnos, Javier Solórzano transmitía
por celular y el niño Mateo Rodríguez continuaba recibiendo
felicitaciones por el mensaje que había pronunciado. Héctor
de la Cueva instruía a los actores del perfomance desnudo
y sangrante para que no suscitaran la ira granadera cuando subieran a la
reja, y de pronto la gran mayoría de la gente comenzó a gritar:
"No a la provocación", "No caigamos en la trampa de la CIA", "Esto
fue lo mismo que la CIA hizo en Nueva York y en San Francisco", "Eso están
haciendo los gringos en todas partes para reventar el movimiento
mundial por la paz".
El
maestro de ceremonias dio tres indicaciones: llamó a formar un cinturón
de seguridad para aislar a los provocadores, invitó a las mujeres,
ancianos y niños a colocarse detrás del templete y dijo que
respetaba el derecho de quienes desearan "hacer desobediencia civil", pero
aclaró que el acto no había sido convocado para ello. Este
último criterio despertó un debate entre los curiosos, que
veían cómo los del CGH y los "internacionalistas" destruían
losetas de las nuevas aceras de Reforma para convertirlas en piedras. Alguien
razonaba así: "son chavitos, carajo. Están muy encabronados".
Le dije: "pero lo que buscan es que este movimiento no crezca". Y mi interlocutora,
nerviosa porque la violencia estaba subiendo de tono, y furiosa (supongo
que conmigo) explotó: "pues que no crezca".
Entonces, por segunda vez, los granaderos lanzaron gas
lacrimógeno y provocaron una estampida. Entretanto, recibieron refuerzos
por detrás de la embajada. Los 20 o 30 ultras que habían
iniciado la trifulca atrajeron a 150 o 200 jóvenes más, adherentes
espontáneos, ingenuos y justicieros, bombardeados por el horror
impúdico de la televisión, que se agregaron a la pelea. Los
granaderos, por su parte, aguardaron a que se retirara la inmensa mayoría
pacifista, aconsejada en ese prudente sentido por los organizadores, y
chocando sus toletes contra la valla de la discordia empezaron a correr
y salieron disparando una tupida nube de olores para replegar a los muchachos
a la Glorieta del Angel.
Apeñuzcados en las escalinatas y prados de la glorieta,
esperando quizá la segunda carga de los escudos y las botas azules,
resolvieron formar una comisión negociadora que, rodeada de periodistas
y cámaras de televisión, se acercó a la policía
y pactó el inmediato fin de la reyerta. Fue todo. Si vinieron a
reventar el mitin, lo lograron. Si pretenden acabar con el movimiento anti
Bush fracasarán.