Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 23 de marzo de 2003
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Política
GUERRA CONTRA IRAK

Losetas nuevas de Paseo de la Reforma se convirtieron en piedras contra los granaderos

Integrantes del CGH revientan mitin frente a la embajada de Estados Unidos

El Mosh observaba y dirigía las acciones desde el otro lado de la calle

JAIME AVILES

A dos metros del mínimo grupo de jóvenes que arrojan piedras por encima de la valla de alambre para hacer blanco en los escudos de los granaderos que resguardan la embajada de Bush, 10 músicos tocan y bailan danzas arábigas ante un semicírculo de 300 o 400 personas que observan tranquilamente las dos situaciones, mientras a espaldas de esa pequeña multitud los paramédicos del ERUM atienden a un muchacho que yace en el carril de alta velocidad de Reforma con una herida en la frente.

Al otro lado de la calle, en la acera del abandonado cine Latino, un gordo de lentes bifocales, greñas lacias, camiseta y pantalones negros abraza un poste de luz y se balancea para adelante y para atrás con una sonrisa satisfecha. Una voz le pregunta:

-Mosh, ¿qué procede?

Agrandando la sonrisa, el gordo repite, supongo que en broma:

-Tomarla, tomarla...

Desde las poderosas bocinas del templete colocado sobre Reforma en dirección a Chapultepec, una representante de las Comunidades Eclesiales de Base anuncia que sus compañeros instalarán un ayuno permanente bajo la columna del Angel de la Independencia para obligar a Estados Unidos, Inglaterra y España a suspender la agresión contra Irak. En el extremo opuesto de la valla acosada no por las fuerzas sino por las debilidades de los "atacantes", una decena de cuerpos desnudos y pintados de rojo que evocan a los muertos y a los heridos de Bagdad, realiza un breve perfomance para denunciar la obscenidad de esta guerra.

Poco antes, a una señal, cientos de manifestantes habían soltado racimos de globos blancos que los cristianos distribuyeron frente al Hemiciclo a Juárez a las cinco de la tarde, cuando la marcha partió rumbo a su meta. Los globos, las mantas, los gritos individuales, las consignas coreadas, desfilaron por avenida Juárez y más tarde sobre Reforma, apoyados por el tatá tatatá de los cláxons y las manos que mostraban la "V" de la victoria por las ventanas de los coches que avanzaban en sentido opuesto.

Si no funcionó la convocatoria de Greenpeace, Escudos Humanos-México, Iniciativa Mexicana No a la Guerra y No en nuestro nombre, responsables de la protesta, fue porque nadie se enteró. Uno se daba cuenta de ello al llamar a los amigos por teléfono en la mañana y encontrarlos sorprendidos por la noticia. "¿Una marcha?, ¿hoy?". En todo caso, únicamente acudieron los íntimos de los organizadores, unas 5 mil personas en total, entre ellas alumnos de Filosofía y Letras, Psicología y la Escuela de Teatro de la UNAM; algunos politécnicos, discretas representaciones del STUNAM, del SUTIN, de la CUT, y parvadas de militantes del PT, PRT y México Posible, que sin duda se apuntaron a última hora... no así el PRD, pese a que Rosario Robles asistió como ciudadana en compañía de Rocío Bolaños e Inti Muñoz.

Esta vez, a diferencia de la semana pasada, no hubo banderitas de Cuba, emblemas de Palestina o dazibaos en favor de Corea del Norte; en cambio, se destacaba con su arcoiris una arrugada manta de la comunidad gay. Muchas pancartas improvisadas con trozos de cajas de cartón exponían la siguiente tabla de equivalencias: "Bush=Hitler, Blair=Mussolini, Aznar=Franco", y abundaban los carteles que se valían de la cruz gamada de los nazis para rescribir la "s" de Bush, pero en ninguna parte, para mi desencanto y desolación, vi un solo mensaje alusivo a Rachel Corrie, la valiente pacifista estadunidense de 23 años que hace ocho días fue asesinada por un bulldozer del ejército israelí. El mundo todavía le debe un homenaje inmenso.

"Bush=Blood Under Society Honor", había escrito un hombre sobre el anverso de un fólder azul. Al pie de la estatua de Colón, a una muchacha le estaban redactando un mensaje larguísimo en el vientre: "No veas la televisión, lucha por la paz para que la televisión te vea". Frente a una oficina del Seguro Social un hombre con máscara de Groucho Marx iba pasando con un letrero de solidaridad con Francia escrito en la lengua de Balzac: "Vive la France... et Anita Colchero". Entonces me crucé con la manta de una desnutrida delegación del CGH y las banderas de hoz y martillo de los "comunistas internacionalistas", que a la postre confundirían a los granaderos de López Obrador con las tropas de Bush y montarían la provocación ante la valla de la odiosa embajada.

Escenas de la provocación

Estaba pensando en que no había camisetas conmemorativas del EZLN ni efigies del subcomandante Marcos, cuando reparé en que mientras unos bailaban danzas arábigas, otros zarandeaban las rejas de la legación diplomática, algunos granaderos devolvían las piedras y un muchacho sangraba descalabrado en el suelo, el cielo se llenó de globos blancos. Una periodista se acercó a decirme que estaba herido el fotógrafo José Carlo González, de La Jornada, y entonces, por primera vez, sentí el gas lacrimógeno en la garganta.

En el templete donde ya se había anticipado el cristiano ayuno permanente contra la puta guerra de Bush, Betsy Pecanins aguardaba su turno para cantarnos, Javier Solórzano transmitía por celular y el niño Mateo Rodríguez continuaba recibiendo felicitaciones por el mensaje que había pronunciado. Héctor de la Cueva instruía a los actores del perfomance desnudo y sangrante para que no suscitaran la ira granadera cuando subieran a la reja, y de pronto la gran mayoría de la gente comenzó a gritar: "No a la provocación", "No caigamos en la trampa de la CIA", "Esto fue lo mismo que la CIA hizo en Nueva York y en San Francisco", "Eso están haciendo los gringos en todas partes para reventar el movimiento mundial por la paz".

El maestro de ceremonias dio tres indicaciones: llamó a formar un cinturón de seguridad para aislar a los provocadores, invitó a las mujeres, ancianos y niños a colocarse detrás del templete y dijo que respetaba el derecho de quienes desearan "hacer desobediencia civil", pero aclaró que el acto no había sido convocado para ello. Este último criterio despertó un debate entre los curiosos, que veían cómo los del CGH y los "internacionalistas" destruían losetas de las nuevas aceras de Reforma para convertirlas en piedras. Alguien razonaba así: "son chavitos, carajo. Están muy encabronados". Le dije: "pero lo que buscan es que este movimiento no crezca". Y mi interlocutora, nerviosa porque la violencia estaba subiendo de tono, y furiosa (supongo que conmigo) explotó: "pues que no crezca".

Entonces, por segunda vez, los granaderos lanzaron gas lacrimógeno y provocaron una estampida. Entretanto, recibieron refuerzos por detrás de la embajada. Los 20 o 30 ultras que habían iniciado la trifulca atrajeron a 150 o 200 jóvenes más, adherentes espontáneos, ingenuos y justicieros, bombardeados por el horror impúdico de la televisión, que se agregaron a la pelea. Los granaderos, por su parte, aguardaron a que se retirara la inmensa mayoría pacifista, aconsejada en ese prudente sentido por los organizadores, y chocando sus toletes contra la valla de la discordia empezaron a correr y salieron disparando una tupida nube de olores para replegar a los muchachos a la Glorieta del Angel.

Apeñuzcados en las escalinatas y prados de la glorieta, esperando quizá la segunda carga de los escudos y las botas azules, resolvieron formar una comisión negociadora que, rodeada de periodistas y cámaras de televisión, se acercó a la policía y pactó el inmediato fin de la reyerta. Fue todo. Si vinieron a reventar el mitin, lo lograron. Si pretenden acabar con el movimiento anti Bush fracasarán. 

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