ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Huichapan, špresente!
HAY GANADERIAS MEXICANAS que sin ser favoritas de los que figuran ni estar en la lista de empresas poderosas, permanecen en la memoria y en el gusto de los aficionados y de aquellos toreros que saben serlo de los pies a la cabeza, no de los que para triunfar necesitan del torito a modo... o fuera de sorteo.
UNA DE ESTAS es el prestigiado hierro hidalguense de Huichapan, propiedad del nuevo presidente de la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia, don Adolfo Lugo Verduzco, cuya ideología ganadera parte de la comprometida premisa de que sólo con el auténtico toro, no su aproximación, surge la verdad del toreo.
AYER EN LA plaza La Florecita, de Ciudad Satélite, en la segunda corrida de una seria temporada organizada por Dik Acha y Carlos Quintana, Huichapan reiteró su compromiso con el toro bravo mexicano, fundamento de una verdad tauromáquica no por escamoteada menos ineludible, pues como bien comentaba un aficionado antes del festejo: "En México hace falta la seriedad del toro, lo demás viene como consecuencia lógica".
SOLO QUE EN México, a partir de los años 80, empresas y apoderados decidieron continuar con el toro disminuido aunque ya no hubiera figuras con capacidad de convocatoria, atenidos a la falsa premisa de que el público "no distingue entre un toro y una burra preñada". Algunos habrán hecho su negocito, pero a las plazas cada día acude menos gente y la fiesta de los toros pierde interés.
TRES DE CUATRO toros permitieron constatar el nivel anímico y la evolución de los alternantes, Carlos Ortega y Alberto Huerta, quien a la postre sería el triunfador al cuajar dos maduras faenas frente a los bravos Camborio, con 550 kilos, y Príncipe, con 500, ambos con un trapío, no mero kilismo, que dan la edad y la buena crianza, no la química y las pizarras mágicas.
ENTREGADO, PODEROSO, ELEGANTE, Alberto Huerta es otro de los toreros que, sobrados de cualidades, hoy no gozan de la simpatía de las empresas, luego de que éstas lo aprovecharon al máximo como novillero puntero. Con Camborio, al que Felipe González colgó extraordinario par, el hijo del matador Víctor toreó por verónicas y aguantó a ley en templadas tandas por ambos lados, no obstante que el toro desarrolló sentido. Tras su labor, el público quiso premiarlo con la vuelta, pero el torero, apenado por fallar con la espada, sólo saludó desde el tercio.
CON PRINCIPE VINO lo memorable, lo que se vuelve referencia del privilegiado arte de criar reses bravas y del arte incomparable de saber lidiarlas. Derrochando un solvente gusto por torear, Huerta quitó por saltilleras e inició su faena con toreros doblones para luego estructurar una faena de altos vuelos por ambos lados, siempre muy bien rematada, con una ligazón y una unidad increíbles. Tras pinchar arriba, dejó una entera en lo alto que mereció una oreja muy seria y desde el tendido se desgranó la segunda ovación en el arrastre para otro toro de Huichapan. Ah, si los empresarios quisieran hacer las cosas bien...