Iván Restrepo
El peligroso destino de los desechos tóxicos
Todo indica que finalmente hizo crisis el problema que México tiene por falta de sitios para confinar los desechos tóxicos y peligrosos generados por la industria y otras actividades económicas. Se calcula que cada año se generan varios millones de toneladas de estos residuos, pero solamente recibe tratamiento adecuado alrededor de 10 por ciento. El resto se queda en los patios de las empresas generadoras o se tira en baldíos, cañadas y ríos. Unicamente se dispone de un confinamiento localizado en Mina, Nuevo León, perteneciente a la empresa RIMSA, la cual fue propiedad de mexicanos durante muchos años, pero hoy es de un consorcio francés. Según especialistas, se necesitan por lo menos 10 confinamientos ubicados en zonas estratégicas de México para trasladar y depositar de manera segura dichos desechos.
Parece que durante años el confinamiento de Mina funcionó correctamente; sin embargo, en los meses recientes ha habido denuncias de que no solamente está sobresaturado y no tiene capacidad de recibir más residuos, sino que causa serios problemas ambientales y de salud a las comunidades vecinas. Asimismo, investigadores de Nuevo León sostienen que está construido encima del cruce de tres escurrimientos y arroyos, por lo que hay riesgo de que se contamine el agua de la región que se usa para fines agrícolas y para abastecer a la población. Por su parte, los ejidatarios y pobladores que viven muy cerca del confinamiento aseguran que la empresa quema los fines de semanas diversos residuos y contaminan el aire.
Entre todo lo que se ha dicho contra RIMSA lo más grave es la denuncia sobre efectos negativos que ocasiona a las personas y el ganado a consecuencia de la contaminación presuntamente generada en ese confinamiento. Así se habla de la muerte de varias personas por cáncer -arriba de la media del estado de Nuevo León-, de víctimas de anencefalia y de ejemplares de ganado vacuno y caprino que han nacido con deformaciones congénitas. La empresa niega estar causando daños al ambiente y a las personas, y sostiene que cumple con todas las normas ambientales fijadas por las autoridades.
Para saber la verdad urge la intervención de las instancias oficiales de salud y ambiente, máxime que esa empresa busca ampliar sus actuales instalaciones, lo que ha despertado la oposición de numerosos habitantes de la zona. Pero además porque RIMSA intentó construir otra unidad en el estado de Puebla, municipio de Tecali. La oposición ciudadana fue de menos a más, al grado que las autoridades cancelaron el permiso de instalación, pese a que la empresa dijo que cumplía con todas las exigencias técnicas y ambientales usuales en estos casos. Mas se demostró que iba a causar serios efectos negativos y daños irreparables sobre los ecosistemas de la zona y en los asentamientos humanos.
Clarificar lo que sucede en Mina es indispensable si en verdad se quiere avanzar en el diseño y puesta en marcha de una verdadera política sobre el destino final de los desechos tóxicos y peligrosos, asunto pendiente que cada gobierno hereda al siguiente.
La realidad es que la ciudadanía se opone a que a la vuelta de su casa o de la población que habita le construyan un confinamiento. Tienen mala fama porque no siempre gobierno y empresarios del ramo proceden con apego a la verdad. Hay que decir que si esos confinamientos están en el sitio adecuado y cuentan con la tecnología de punta requerida no son una amenaza y ayudarían a resolver el grave problema que México tiene en ese renglón. Sin embargo, hoy tenemos millones de esos residuos en sitios inadecuados, por lo que son un peligro. No resultará tarea fácil vencer la desconfianza de la ciudadanía, que con justa razón no cree en lo que le dicen o le ofrecen los funcionarios y las empresas como seguro y benéfico.
Entre tanto, dormimos con el enemigo a la vuelta de nuestra casa, con cantidad enorme de desechos tóxicos y peligrosos que aumenta día con día, y aún no hay dónde depositarlos con seguridad.