Armando Labra M.
Cuentas rendidas. Educación superior en oferta
En la reciente reunión de macrouniversidades públicas, realizada en la UNAM, se planteó un asunto de la mayor urgencia que nos puede perjudicar gravemente si otra vez nos descuidamos, distraídos como estamos con la amenaza de la absurda guerra contra Irak y las frivolidades del emparejamiento presidencial.
El Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios de la Organización Mundial de Comercio (OMC), a la cual pertenecemos, define como servicio el que ofrezca cualquier sector, excepto los suministrados "en ejercicio de facultades gubernamentales", es decir, que no sea comercial ni competitivo. La definición es de enorme ambigüedad y altamente controvertible. Según el informe publicado hace un año por el Observatorio de Educación Superior sin Frontras (www.obhe.ac.uk) sobre las implicaciones de esa vaguísima y tramposa definición de la OMC, la liberalización de la educación superior entendida como servicio en los términos de dicha organización "compromete en forma importante los avances en la calidad educativa y permite a proveedores foráneos y privados de servicios educativos monopolizar a los mejores estudiantes y los programas más lucrativos". En junio de 2002 los países miembros de la OMC debieron plantear los requerimientos de apertura que esperan de los demás países asociados, los cuales deberán responder con sus ofertas el próximo 31 de marzo de 2003. Comenzarán las negociaciones, que deberán culminar en enero de 2005, cuando serán suscritos los acuerdos correspondientes.
Dentro de la ambigüedad formal del acuerdo, lo que en realidad se promueve es inscribir a la educación superior como servicio comercial susceptible de ser liberado, así como sucedió, entre otros, con los productos agrícolas que hoy padecen del avasallamiento comercial del norte. Aparte de los daños que señala el Observatorio, un efecto intensamente pernicioso de tal liberalización consiste en que se desplacen gradualmente no sólo los estudiantes, sino también los profesionales educados en instituciones mexicanas y, desde luego, desaparezcan las instituciones mexicanas mismas para desplomarnos lenta, pero seguramente hacia un sistema universitario comandado rigurosamente desde el extranjero, no por el afán de preservar, enriquecer y difundir el conocimiento aplicado a resolver los problemas nacionales con sentido social, comunitario, arraigado en nuestra historia como pueblo, sino a ensalzar el lucro, el individualismo y el mercado como fuerza motriz de la "convivencia democrática". Adiós nación, adiós México.
Este mes, pues, tendremos que plantear nuestro destino universitario en el contexto de los impulsos de la llamada globalización, Ƒestaba usted enterado? El asunto se ha venido discutiendo en foros internacionales, pero Ƒalguien ha informado, preguntado, consultado a los mexicanos sobre cuestión tan delicada? Así como se ignoró a los campesinos sobre las concesiones entreguistas del comercio agropecuario, ahora se vuelve a marginar a la nación sobre un tema que tendrá repercusiones tanto más graves que la actual crisis del agro.
Pudiera ser, dramáticamente, que las autoridades no tengan siquiera idea de lo que pasa y que, en la inercia del caos gubernamental permanente, nuestros "negociadores" resulten signatarios de compromisos, cuyo contenido les pase desapercibido, que tarde que temprano nos habrán de alcanzar por sus efectos, provocando problemas de extrema gravedad para el país. Digo, no soy agorero del desastre, ha sucedido más de una vez.
ƑQuién está al frente? ƑSe ha calibrado el impacto sobre el empleo, la ideología educativa, el proyecto nacional, el contenido y métodos de la enseñanza? ƑPor qué se ha mantenido en secreto tan álgido compromiso? Ahora cuando está de moda rendir cuentas, Ƒpor qué no se ha rendido cuenta a los mexicanos sobre esta "negociación"?... Si sucede que el gobierno se encuentra frente al tema de la educación-superior-como-servicio-mercantil-susceptible-de-compraventa en postura tan patidifusa como en el resto de los asuntos que atañen al destino de la nación, no podemos sino alarmarnos.
Porque rendir cuentas no sólo tiene sentido a toro pasado. Ya los mexicanos estamos padeciendo los efectos del golpe de Estado civil que trastocó nuestro destino común desde 1982, sin consultarnos. Ya resentimos los efectos de un TLCAN firmado sin negociar, sumisamente, concediendo todo a cambio de nada, sin enterarnos, sino demasiado tarde. Ya llevamos a cuestas la carga de un Fobaproa ilegal, impunemente construido a espaldas del Congreso, que gravita sobre el presupuesto federal ahogando el gasto social y la inversión pública. Ahora nos amaga la invasión empresarial en la educación superior y con la misma sagacidad silente, subterránea, antinacional o peor aún, desinformada, las autoridades nos empinan a entregar irreversiblemente la educación universitaria a los avatares de cualquier mercadería. Que dentro de algún tiempo nos den cuenta de un nuevo y profundo descalabro educativo, con el triste carácter de niño ahogado, sería responsabilidad no tanto de los empleados de gobierno, sino de todos nosotros, que no supimos exigir a tiempo conocer las decisiones de gobierno que más repercuten sobre los mexicanos de hoy y de mañana.
