Marco Rascón
Krauze y la paz indigna
¡Qué asco! Los argumentos de racionalismo
económico para respaldar la guerra de Estados Unidos contra Irak
no sólo profundizan la división interna, sino que nos hacen
menos nación, más dependientes y convierten todo esfuerzo
futuro en prosperidad indigna. La historia de las relaciones con Estados
Unidos ha sido el largo batallar por mantener cierto grado de independencia
para defendernos como país con destino propio y no el manifiesto
dictado por la doctrina Monroe.
La propuesta de Enrique Krauze de "negociar" el voto de
México en el Consejo de Seguridad a cambio de beneficios cimentaría
nuestra paz futura en una base indigna: respaldar la destrucción
de un país para nuestro beneficio económico.
Los argumentos de Krauze, convertido en el primer embajador
de Estados Unidos nacido en México, reflejan una grave descomposición
de ciertos intelectuales, pero también de políticos, seudoempresarios,
teóricos y comunicadores, cuyo "sentido común" les lleva
a respaldar la histeria de Bush y su lucha contra el mal en pos
de un beneficio propio. ¿De cuánto es el beneficio de Krauze
como promotor de la guerra?
El cambio del voto de México en el Consejo de Seguridad
será un desastre ético y un atentado contra las bases históricas
de nuestro país. Ni siquiera Bush ni Condoleezza Rice han reconocido
como motivos de guerra los argumentos vertidos por Krauze.
Al mismo tiempo, los medios de comunicación rijosos
y pro estadunidenses han descubierto que México también vive
amenazado por el mal Hussein, además de sumarse al clamor
histérico para que Irak se desarme. ¿Quién seguirá?
La justificación del gran garrote para desarmar
al mundo, mientras Estados Unidos se arma para asegurarnos a todos la paz,
conduce a un mundo como el que soñó Adolfo Hitler para Alemania.
De ahí la comparación con Bush en las manifestaciones por
la paz del pasado 15 de febrero, y en contrapartida por la reciente campaña
de Estados Unidos que identifica a Hitler con Hussein, "el tirano" que
quiere apoderarse del mundo con unos misiles chatarra.
El nacionalismo estadunidense que vende Bush es racista
e intolerante, y se basa en la ignorancia, el miedo y los prejuicios. Los
estadunidenses tienen semanas comprando cinta adhesiva, haciendo compras
locas, escarbando en los sótanos para prevenirse de Irak, hoy amenazado
de desaparecer, porque un loco quiere demostrar vitalidad guerrera para
amenazar al mundo y hacerle comprender por las malas que sigue siendo el
más fuerte del planeta.
La sicología de Bush y quienes lo respaldan son
las fuerzas que perdieron frente a la integración económica
y no pudieron hacer de la globalización su hegemonía ni dominación.
Estados Unidos ha perdido la batalla de la calidad y la producción
frente a Asia y Europa, a los que desea someter como socios secundarios.
Ver el mundo desde Texas se ha convertido en uno de los grandes peligros,
pues todo se ve tan negro como el petróleo y la tecnología
que de él se deriva.
La campaña de cinismo lanzada por Enrique Krauze
es síntoma de la descomposición ideológica, basada
en el pragmatismo, que baña a todas las instituciones y los partidos
en México. Cambiar nuestra historia por supuestos beneficios económicos
nos hará merecedores a una patada en el trasero, después
de fundar las naciones de la ignominia.
Por el honor de Cuauhtémoc, Hidalgo, Morelos, Juárez,
Cárdenas y los mexicanos que buscaron la dignidad y la libertad,
mantengámonos en la lucha de la paz, aunque Krauze diga que es "ingenua".
Si México vota a favor de la guerra, hagamos la guerra contra nuestro
gobierno y que caiga Fox por indigno y sumarse al tiempo de los miserables.