La mayoría de grupos dejó los
sitios o regresó a la selva
La "reubicación" en Montes Azules, engaño
y abandono
Padecen los indígenas mezcla de promesas y amenazas
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
San Cristobal de Las Casas, Chis., 27 de febrero. Las
"reubicaciones" de pobladores de Montes Azules realizadas hasta la fecha
han resultado un fracaso. Engaño y abandono, amenazas y promesas.
La mayoría de los reubicados entre 2000 y 2003 ya no se encuentran
donde los puso el gobierno, y muchos regresaron a la selva. Y eso que se
trata de los grupos que aceptaron voluntariamente las ofertas del gobernador
priísta Roberto Albores Guillén para dejar la reserva de
la biosfera.
Peor les va a los indígenas que desalojó
"por las buenas" Ignacio Campillo, titular de la Procuraduría Federal
de Protección al Ambiente (Profepa), el 19 de diciembre pasado.
Las familias asentadas en Arroyo San Pablo (Lucio Cabañas), primeros
"reubicados" del periodo foxista, ni siquiera tienen dónde vivir.
Todo indica que tanto con gobiernos del PRI como "del
cambio" los indígenas son víctimas del desengaño y
las promesas incumplidas. Así, el peregrinaje de los priístas
de Nueva Argentina, Sol Paraíso y Santa Cruz, que accedieron a salir
de Montes Azules en 2000, no ha terminado.
Lo mismo ocurre hoy a las familias choles de Arroyo San
Pablo. Como se recordará, en una operación apresurada y para
consumo mediático, las autoridades federales y estatales "acomodaron"
a principios de este mes a sus primeros "reubicados" en predios de Amatenango
del Valle.
Tres semanas después, las seis familias viven de
la caridad estatal en el mismo albergue de Comitán adonde fueron
conducidos en diciembre. Ahora vienen huyendo de una amenaza de invasión
por parte de campesinos de la región donde los implantó el
gobierno ("temporalmente") y les dio empleo en un vivero. Su llegada creó
descontento en el municipio de Amatenango del Valle (en las planicies donde
los Altos de Chiapas se vuelven llano, camino a Comitán).
La gente de Amatenango "quiso tomar las instalaciones
de Profepa" y amenazó con expulsar a las familias desalojadas de
Arroyo San Pablo, expresó este fin de semana José Pérez
Gómez, vocero del grupo, de nueva cuenta en el albergue del Instituto
de Desarrollo Humano (ex DIF) de Comitán. "Las autoridades, temiendo
que nos pasara algo, nos regresaron para acá", agregó.
La suerte de los anteriores "reubicados"
Apenas
el año pasado, representantes de la Secretaría de Desarrollo
Social (Sedeso) visitaron los asentamientos instalados por la "mesa ambiental"
en tiempos de Albores, y sólo encontraron la estela del fracaso.
Y también la "desparición" sospechosa de recursos que al
parecer fueron presupuestados entonces.
En el predio Guadalupe Plumajillo (municipio de La Trinitaria),
de 34 familias procedentes de Nueva Argentina (en Montes Azules), en 2002
quedaban dos. De las 18 procedentes de Sol Paraíso (Montes Azules),
reubicadas en el predio Nuevo Mundo (municipio de Independencia), la Sedeso
foxista encontró sólo cinco familias del grupo original.
Según el informe de visita comunitaria de los enviados
de Desarrollo Social, el predio Los Tres Ortega (también en La Trinitaria,
destinado por el gobierno para las familias del "asentamiento irregular"
Santa Cruz, en Montes Azules) "originalmente contaba con 13 familias, de
las cuales quedan cinco".
Los demás jefes de familia vendieron sus dotaciones
a quien se las quiso comprar y abandonaron el lugar, "en primera instancia
porque no encontraron las atenciones que el gobierno ofreció durante
la promoción de la reubicación, y en segundo lugar debido
a que su entorno difiere mucho de la selva, donde ya habían aprendido
a subsistir".
En Guadalupe Plumajillo y Nuevo Mundo, donde también
se han "vendido" o traspasado las viviendas y las tierras a otras personas,
Sedeso encontró "desánimo, decepción, frustración,
enojo y cierta determinación para abandonar los poblados". Los de
Nuevo Mundo "amenazaron regresar a la selva y convencer a otros grupos
que están en proceso de reubicación de que no accedan, porque
sólo llegan a sufrir a los nuevos predios, donde los gobiernos los
abandonan a su suerte".
Estos poblados de viviendas vacías son herencia
de la "mesa ambiental" zedillista al gobierno foxista. Por aquello de "lo
que no fue en mi año no fue en mi daño", la nueva "mesa"
se ha desentendido de los compromisos y promesas.
Si así les va por las buenas, cómo les iría
por las malas, en caso de que el gobierno desatara los desalojos que tiene
planeados desde hace un año. Por lo menos cinco comunidades del
sur de Montes Azules han decidido resistir: Nuevo Ejido Ocho de Febrero,
San Rafael, Paraíso, Primero de Enero, San Francisco y Santa Cruz.
Evitando mencionar las órdenes de aprehensión
que existen contra los pobladores de estas localidades, las actuales autoridares
ambientales niegan, con cierta ambigüedad, que el gobierno planee
desalojar de Montes Azules a indígenas del Ejército Zapatista
de Liberación Nacional o de otras organizaciones. Por lo pronto.
Al mismo tiempo, patrullas del Ejército Mexicano
y la Marina incursionan en los poblados y presionan a los indígenas
para que se vayan. También los "visitan" enviados de Profepa y de
la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales con un coctel
de promesas y amenazas.
Las autoridades municipales de La Trinitaria e Independencia
tratan como "arrimados" a los ex pobladores de la selva, quienes deben
emigrar como jornaleros o intentan regresar a Montes Azules. En Amatenango
la cosa fue más grave: los reubicados encontraron hostilidad.