Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 24 de febrero de 2003
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Cultura

Hermann Bellinghausen

De las bestias con corbata

Al cielo le falta un pedazo. šMira arriba, mira!, se exalta Ral, señalando una opacidad lejana. El día está claro.

ƑCómo crees?, rebota Merke, entorna párpados, arruga comisuras, frunce nariz, lleva músculos y huesos de la boca a un expresión por así decir sardónica.

Fíjate, los pájaros no se acercan allá, y la luz del sol se borra como si le pasaran una goma de migajón usada y sucia para mancharle el contorno, dice Ral desde su asiento en una piedra.

Se está nublando, es invierno todavía, las nubes son traicioneras esta época del año, dice Merke en otra piedra del tamaño de un taburete en forma de tortuga y tibia al tacto tras una mañana de sol.

Sé lo que te digo, acaban de arrancarle un buen trozo, lo cual es grave. Olvídate de los rayos ultravioleta y el agujero atmosférico al sur de América del Sur, dice Ral.

Dirás la Antártida, corrige Merke.

Eso que falta ahora es peligroso, insiste Ral sin por lo demás manifestar alarma, sólo enfatiza sus palabras para lo que parece importarle más que la verdad: convencer a Merke.

Bájale, Ral. Es una nube de borrasca, no más. Y nosotros sin paraguas, dice sin seriedad alguna Merke.

ƑPor qué no había de ser? Dijeron que lo harían. Lo han asegurado mil veces. Qué no ves televisión, dice Ral, y lamenta creer sus propias palabras.

Nadie es tan pendejo. ƑCómo le van a quitar un trozo al cielo sin perderlo ellos? Son perversos, pero no suicidas, argumenta Merke y gira unos veinte grados sobre su piedra.

ƑCómo puedes estar seguro? Ojalá pensaran con un cerebro como los nuestros. Pero no. Tu sentido común ellos lo desconocen, y no les importa; tú, yo, el cielo, qué más da si van por todo. Necesitan que deveras les tengamos miedo. Probar que hablan en serio. La próxima vez no van a ordenar dos veces que nos arrodillemos, dice Ral con más indignación que pendiente.

ƑEstás hablando del fin del mundo, güey?, se alarma Merke de la salud mental de Ral.

ƑA poco crees que esas vainas suceden un día especial y te van a avisar por los medios de comunicación para que te prepares un trago? Lot el de la Biblia se enteró la víspera porque le filtraron la noticia. Tuvo suerte. Esta vez, ellos ya decidieron el día, lo han planeado con meses de anticipación. Pero guardan el secreto. Juegan con nosotros. Les valemos madres, dice Ral inmóvil en su piedra; más alta que la de Merke, las piernas le cuelgan, sus pies no alcanzan el suelo; tiene forma de lomo de burro, la piedra.

ƑNo te digo? Está lloviendo. ƑSientes las primeras gotas? extiende Merke la palma abierta confirmando. Un relámpago rompe la opacidad del cielo, menos lejana que hace un minuto. Revienta un trueno. El aguacero se desata tan de pronto que sorprende.

Han de ser ellos, que primero quieren remojarnos, porfía Ral.

Y si agarras resfriado es porque "ellos" soltaron un virus, dice Merke.

ƑCómo puedes tomarlo a broma?, dice Ral.

ƑCómo puedes hablar en serio?, dice Merke.

Es la guerra, qué no entiendes, dice Ral.

La guerra es siempre la misma, dice Merke fiel a su tono y a su punto de vista.

No. Ellos no se creen los buenos, pero se emborrachan al decir que sí y acaban por creerlo. Consideran su obligación crear un infierno para los demás. Lo quieren horrible, definitivo. Un escarmiento. No son los primeros que lo intentan, pero podrían ser los primeros, y eternamente los únicos, en conseguirlo, dice Ral.

Con esa cantaleta la guerra fría duró cincuenta años, dice Merke como una sopa ya pero sin moverse de la piedra. El mediodía oscurece.

Las bestias pueden usar corbatas de seda, dice Ral.

ƑLas del Apocalipsis? Por qué no de poliéster, alza Merke la voz pues la lluvia arrecia y no deja oir.

Las personas bestiales, a secas, dice Ral chorreando y trata de mirar arriba sólo que el agua no se lo permite.

Te dije que eran nubes huérfanas. Si le faltara un pedazo al cielo no habría lluvia ni nada, dice Merke.

ƑSegún quién?, se empecina Ral contra su propio deseo. Llueve tan recio que Merke prefiere no responder, aunque se siga burlando para sus adentros.

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