Silvia Gómez Tagle
Un diálogo difícil: campesinos vs Fox
Javier Usabiaga, titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, aceptó hace poco que en el campo mexicano peligra la biodiversidad que caracteriza a nuestro territorio y que "algunos" campesinos sufren marginación y pobreza. No obstante, afirmó que la entrada en vigor del capítulo agrario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) no es causa de las inequidades en el campo, por lo que éstas no serán resueltas renegociando el TLCAN, el cual deber ser "administrado adecuadamente... como hasta ahora se ha hecho". (La Jornada, 12/23/02, p. 10.)
Lo cierto es que más allá de que el presidente Fox niegue o reconozca la crisis en el campo, las acciones de los campesinos empezaron a desencadenarse desde noviembre del año pasado hasta culminar el 31 de enero en el Zócalo de la ciudad de México con una manifestación contundente por la claridad de sus demandas y la fuerza de su presencia.
Es verdad que hay sectores agrícolas altamente productivos que están integrados a mercados internacionales como el de flores, frutas y hortalizas, que combinan formas "flexibles" de organización de la fuerza del trabajo con la precarización de la fuerza laboral. Pero uno de los rasgos esenciales de este modelo de desarrollo es la polarización que lleva al declive de la producción de alimentos básicos para el mercado nacional y la exclusión de una amplia masa de campesinos y empresarios medianos y pequeños, inermes frente a la competencia de productos importados de países con ventajas comparativas o de productos alimenticios de tan baja calidad o con características que ponen en riesgo la salud, como es el caso de los transgénicos, al extremo que están prohibidos en sus países de origen. (Margarita Rubio, Explotados y excluidos: los campesinos latinoamericanos en la fase agroexportadora neoliberal).
La primera pregunta a responder es: Ƒcuál es el papel de los campesinos en el proyecto nacional?, porque tal parece que en la visión de Fox, Usabiaga y demás miembros del gabinete los mas de 25 millones de mexicanos que viven y dependen del campo son prescindibles. Esta consideración incluye desde luego a los 10 millones de indígenas, los más pobres y marginados del campesinado mexicano. Pareciera que no nos hace falta ni su fuerza de trabajo ni su cultura, ni mucho menos sus productos. ƑQué pasaría si Estados Unidos decidiera imponer un boicot comercial como el que ha sufrido Cuba?
Con la entrada en vigor del capítulo agropecuario del TLCAN este primero de enero, los campesinos han iniciado una lucha de resistencia, porque su forma de "vida" y la soberanía nacional están amenazadas. Finalmente, El Barzón, el Congreso Agrario Permanente, la Confederación Nacional Campesina, El campo no aguanta más, entre otras organizaciones, lograron abrir un diálogo con el Ejecutivo y el Legislativo para discutir sus demandas.
Las demandas campesinas tienen varias vertientes: una muy concreta y pertinente es poner en vigor la Ley de Desarrollo Agropecuario Sustentable, aprobada en 2001 por las fuerzas políticas representadas en el Congreso, incluyendo al PAN, porque contiene mecanismos que podrían ser muy eficientes para iniciar un proceso de fortalecimiento de las cadenas productivas, que incluya desde productores hasta agroindustrias exportadoras, y que permitiría la integración exitosa de la economía campesina a los mercados internacionales. Otra es la exigencia de renegociar el TLCAN, lo cual es posible dado que los productos fundamentales -lácteos, maíz y frijol- entrarían en el proceso de desregulación hasta 2007. No se trata de cerrar las fronteras a todos los productos agropecuarios, sino de proteger, en primer lugar, al maíz y al frijol por su valor alimenticio probado a lo largo de varios milenios, y por su relación con la identidad y la cultura mexicana.
También están demandando una política de desarrollo agropecuario "de Estado" en la que participe el Legislativo y las propias organizaciones, porque los campesinos y los indígenas tienen que ser tomados en cuenta, pero también otros sectores como son los intermediarios, agroindustriales, exportadores y, desde luego, los consumidores finales: sociedad civil.
Es indispensable, además, preservar la capacidad de producir alimentos de calidad, el medio ambiente y la biodiversidad para los mexicanos de mañana. Pero sobre todo es necesario que el presidente Vicente Fox tome en serio los problemas del campo y asuma el compromiso de que los acuerdos que emerjan de este diálogo, que dará principio el 10 de febrero, se vinculen con las acciones gubernamentales para que no ocurra lo mismo que con la Ley de Desarrollo Rural Sustentable, que habiendo sido aprobada en diciembre de 2001 ha permanecido como letra muerta.
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