Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 3 de febrero de 2003
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Cultura
Gritón difunde el arte desde el cielo

ANGEL VARGAS

Al filo del mediodía del domingo, el capitán Raúl Romero tiene todo listo para emprender la partida. El sol pega con fuerza y la avioneta Cessna 182, con sus casi 40 años de antigüedad y tres tripulantes a bordo, despegó ya de la pista del aeropuerto de Atizapán de Zaragoza con destino a la ciudad de México. De esa manera comienza un viaje histórico para los anales de la cultura nacional: será la primera ocasión que un artista plástico, Antonio Ortiz Gritón, utilice una aeronave para difundir y promover su obra.

Se trata del proyecto Arte que cae del cielo, el cual consiste en arrojar sobre la capital de la República y el área conurbada un total 40 mil reproducciones de los cuadros de ese pintor mexicano, en cargamentos de 10 mil durante cuatro domingos consecutivos, incluido este 2 de febrero. Su objetivo es proponer medios de difusión de arte y cultura alternativos a los convencionales.

''Vivimos en la ciudad más grande y poblada del mundo, una ciudad en la que los medios tradicionales de difusión de la obra artística de carácter visual (exposiciones, impresión de catálogos, espectaculares, etcétera) se pierden en la avalancha de imágenes visuales que a cada segundo se presentan ante los ojos de sus habitantes. De ahí la validez en la experimentación de formas no tradicionales de difusión de la obra artística", explica el creador.

El proyecto de Antonio Gritón -que para su consumación cuenta con el apoyo de una beca del programa Artes por todas partes, de la Secretaría de Cultura del DF- tuvo su génesis en un recuerdo de infancia del artista.

''Durante las décadas de los años cincuenta y sesenta un método para la difusión de eventos especiales, como lo sería la presencia del circo en la ciudad u otro tipo de espectáculos, consistía en arrojar ocasionalmente pequeños volantes desde avionetas que recorrían los cielos citadinos. El efecto que provocaba la hazaña de lograr capturar uno de estos volantes era el de conferirle un significado casi sagrado, tanto al volante como al evento anunciado", cuenta.

"Es por eso que este proyecto utiliza algo que ha probado su efectividad en el ámbito comercial. Los distintos posters (ocho en total) serán coleccionables al tener la característica de poder ser canjeables a vuelta de correo, por grabados seriados y firmados".

Vista desde la avioneta a 9 mil pies de altura (poco más de 320 metros), la otrora gran Tenochtitlán semeja una interminable colcha hecha de retazos, en la que el colorido de las casas y demás edificaciones, afortunadamente, opaca la triste grisura del asfalto y el concreto, y logra sobresalir de entre la densa nata de polución que cobija a la urbe.

Lo que es monumental a ras de suelo, deja de serlo desde el aire, y así el Colegio Militar, el Castillo de Chapultepec, el World Trade Center, los estadios Azteca y México 68, el Toreo de Cuatro Caminos, el Periférico y las amplias calzadas dan la apariencia de integrar una maqueta a pequeña escala. El lago de Xochimilco o el canal de Cuemanco son unos grandes charcos y los automóviles y las personas apenas unos minúsculos lunares o pecas en movimiento.

Es en esta postal de ciudad, con sus 20 millones de habitantes, donde Antonio Gritón arroja uno y otro y otro de sus volantes, que caen por el cielo citadino como hojas de árboles en otoño. Parecen más bien parvadas de pájaros que emigran hacia rumbos desconocidos. La Cessna, en tanto, se eleva y desciende ligeramente por las bolsas de aire, dando la sensación de una montaña rusa.

"Esta es la primera fase del proyecto", comenta el pintor. "Ahora debo esperar cuando menos un mes para ver si la gente se interesó por lo que cayó del cielo. A ver cuántas personas me envían sus postales para que yo les regrese su grabado. Creo que éste es un buen ejercicio para ver cuánto nos importa el arte".

Ha pasado una hora exacta desde el despegue, el capitán Romero se enfila de regreso a Atizapán; menos de 15 minutos le tomará llegar desde Xochimilco. La ventaja de que en el aire no haya trafico, ni baches, ni topes, ni semáforos, ni cambio de sentidos de las calles, ni manifestaciones. De esta manera el piloto de 66 años suma otra hora a las más de 15 mil que tiene de vuelo. Y aún le restan tres más al lado de Antonio Gritón, los tres domingos subsecuentes.

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