Gritón difunde el arte desde el
cielo
ANGEL VARGAS
Al
filo del mediodía del domingo, el capitán Raúl Romero
tiene todo listo para emprender la partida. El sol pega con fuerza y la
avioneta Cessna 182, con sus casi 40 años de antigüedad y tres
tripulantes a bordo, despegó ya de la pista del aeropuerto de Atizapán
de Zaragoza con destino a la ciudad de México. De esa manera comienza
un viaje histórico para los anales de la cultura nacional: será
la primera ocasión que un artista plástico, Antonio Ortiz
Gritón, utilice una aeronave para difundir y promover su
obra.
Se trata del proyecto Arte que cae del cielo, el
cual consiste en arrojar sobre la capital de la República y el área
conurbada un total 40 mil reproducciones de los cuadros de ese pintor mexicano,
en cargamentos de 10 mil durante cuatro domingos consecutivos, incluido
este 2 de febrero. Su objetivo es proponer medios de difusión de
arte y cultura alternativos a los convencionales.
''Vivimos en la ciudad más grande y poblada del
mundo, una ciudad en la que los medios tradicionales de difusión
de la obra artística de carácter visual (exposiciones, impresión
de catálogos, espectaculares, etcétera) se pierden en la
avalancha de imágenes visuales que a cada segundo se presentan ante
los ojos de sus habitantes. De ahí la validez en la experimentación
de formas no tradicionales de difusión de la obra artística",
explica el creador.
El proyecto de Antonio Gritón -que para
su consumación cuenta con el apoyo de una beca del programa Artes
por todas partes, de la Secretaría de Cultura del DF- tuvo su
génesis en un recuerdo de infancia del artista.
''Durante las décadas de los años cincuenta
y sesenta un método para la difusión de eventos especiales,
como lo sería la presencia del circo en la ciudad u otro tipo de
espectáculos, consistía en arrojar ocasionalmente pequeños
volantes desde avionetas que recorrían los cielos citadinos. El
efecto que provocaba la hazaña de lograr capturar uno de estos volantes
era el de conferirle un significado casi sagrado, tanto al volante como
al evento anunciado", cuenta.
"Es por eso que este proyecto utiliza algo que ha probado
su efectividad en el ámbito comercial. Los distintos posters
(ocho en total) serán coleccionables al tener la característica
de poder ser canjeables a vuelta de correo, por grabados seriados y firmados".
Vista desde la avioneta a 9 mil pies de altura (poco más
de 320 metros), la otrora gran Tenochtitlán semeja una interminable
colcha hecha de retazos, en la que el colorido de las casas y demás
edificaciones, afortunadamente, opaca la triste grisura del asfalto y el
concreto, y logra sobresalir de entre la densa nata de polución
que cobija a la urbe.
Lo que es monumental a ras de suelo, deja de serlo desde
el aire, y así el Colegio Militar, el Castillo de Chapultepec, el
World Trade Center, los estadios Azteca y México 68, el Toreo de
Cuatro Caminos, el Periférico y las amplias calzadas dan la apariencia
de integrar una maqueta a pequeña escala. El lago de Xochimilco
o el canal de Cuemanco son unos grandes charcos y los automóviles
y las personas apenas unos minúsculos lunares o pecas en movimiento.
Es
en esta postal de ciudad, con sus 20 millones de habitantes, donde Antonio
Gritón arroja uno y otro y otro de sus volantes, que caen
por el cielo citadino como hojas de árboles en otoño. Parecen
más bien parvadas de pájaros que emigran hacia rumbos desconocidos.
La Cessna, en tanto, se eleva y desciende ligeramente por las bolsas de
aire, dando la sensación de una montaña rusa.
"Esta es la primera fase del proyecto", comenta el pintor.
"Ahora debo esperar cuando menos un mes para ver si la gente se interesó
por lo que cayó del cielo. A ver cuántas personas me envían
sus postales para que yo les regrese su grabado. Creo que éste es
un buen ejercicio para ver cuánto nos importa el arte".
Ha pasado una hora exacta desde el despegue, el capitán
Romero se enfila de regreso a Atizapán; menos de 15 minutos le tomará
llegar desde Xochimilco. La ventaja de que en el aire no haya trafico,
ni baches, ni topes, ni semáforos, ni cambio de sentidos de las
calles, ni manifestaciones. De esta manera el piloto de 66 años
suma otra hora a las más de 15 mil que tiene de vuelo. Y aún
le restan tres más al lado de Antonio Gritón, los
tres domingos subsecuentes.