El desafío del país es defender
la nación, dice el coordinador de Espejo mexicano
Florescano: disminuye la calidad de las investigaciones
históricas
El académico llama a recuperar calidad, innovación
y aventura en la historiografía nacional
En 5 ensayos, el libro da cuenta de cómo la representación
gráfica ha forjado nuestra identidad
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
La formación de grupos corporativos, no competitivos,
en México, ha propiciado una disminución en la calidad y
el nivel de las investigaciones históricas, advierte Enrique Florescano,
coordinador del libro Espejo mexicano, en el que en cinco ensayos
ofrece un estudio de cómo la imagen, la representación gráfica,
ha ayudado a conformar la identidad de los mexicanos desde la época
prehispánica hasta nuestros días.
El mayor desafío de los historiadores ''es hacer
buena historia. Hacer historia social, política, económica,
de la cultura, del imaginario colectivo. En Italia, Estados Unidos o Inglaterra,
se está renovando constantemente la manera de imaginar y pensar
el pasado, porque hay una gran competitividad. Eso es lo que no tenemos
aquí. Más bien se han creado grupos corporativos, cada quien
tiene su parte, las universidades les editan sus libros y veo que ha bajado
la calidad de las investigaciones mexicanas en relación con lo que
se está haciendo en esos mismos campos en el mundo. Hay que recuperar
los niveles de excelencia, calidad, aventura e innovación que tenía
la historiografía mexicana".
Informantes del pasado
Florescano ejemplifica: en el extranjero se exige a los
alumnos saber tres o cuatro idiomas para cursar el doctorado, y ''aquí,
con dificultad, manejan el español". Un investigador estadunidense
que quiere estudiar a los indígenas debe conocer el idioma de esa
etnia, mientras que en el país ''no se exige eso, pues vemos personas
que viven en la ciudad de México hablando de los indios de Chiapas
o de los tarahumaras y no conocen la lengua ni los escritos y, por tanto,
el pensamiento de esos pueblos".
Existen, señala el especialista, centros de estudio
de las culturas maya o náhuatl en distintas universidades del país,
''pero son grupos aislados; no es el conjunto de la investigación
mexicana la que está guiando bajo esos preceptos los nuevos estudios",
aunque sí hay un cambio en cuanto al manejo de las representaciones
gráficas para el estudio del pasado mediante la epigrafía
o la fotografía, que sirven de complemento y, a veces, se constituyen
en los principales informantes del pasado.
Cultura oral y visual
Y
es que en un principio la imagen fue la forma de conocer la historia. Con
el paso del tiempo la escritura suplió a la representación
gráfica, hasta hace unos cuantos siglos, cuando texto e imagen se
unieron, aun cuando prevalecía la escritura como camino de conocimiento.
Sin embargo, añade Florescano, ''lo que ha transformado
nuestra vida desde hace 20 o 30 años es la conversión, otra
vez, de la imagen como principal transmisor de lenguaje. Esto existía
en la antigüedad. Nuestras sociedades eran agrupaciones que se comunicaban
mediante la oralidad y la vista.
''A los historiadores -prosigue el especialista- se nos
olvidó que somos herederos de una cultura que es fundamentalmente
oral y visual. Ahora estamos tratando de recuperar la imagen como uno de
los medios principales de interpretación del pasado. El hecho de
que nuestra sociedad se comunique mediante imágenes ha vuelto más
relevante apoyarse en información gráfica".
La imagen -prosigue Enrique Florescano- ''es más
fuerte en los medios de comunicación, pero creo que eso va a ser
momentáneo, porque nos estamos saturando de imágenes y la
gente está reconociendo que ahí no tiene una identidad, ni
siquiera una información verídica, exacta, que le permita
usarlo en su vida. Estamos fabricando algo ilusorio. Se necesita -advierte-
que el mensaje tenga contenido y eso sólo lo dan los valores de
una sociedad, de una civilización".
Al emitir mensajes que sólo son publicitarios o
mercantiles ''se rompe con los emisores de mensajes constitutivos que le
permiten a una sociedad reconocerse, identificarse y mirar tanto al presente
como al futuro", expresa el investigador.
''Necesitamos un proceso recíproco entre sociedad
y medios, más intenso. Los medios son un arma terrible y ésta
puede ser perjudicial si no se somete a las reglas del conjunto social."
En Espejo mexicano (coeditado por el Fondo de Cultura
Económica, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la
Fundación Miguel Alemán, AC) los ensayos de Rafael Barajas
El Fisgón, Carlos Monsiváis, Pablo Escalante Gonzalbo
y Antonio Rubial García, ''muestran cómo por medio de la
imagen de distintos grupos y sectores, los mexicanos hemos construido una
identidad, y a veces esa identidad ha sido totalmente una invención,
una construcción, pero sobre ella ha descansado el valor de sentirse
mexicanos, yucatecos o veracruzanos.
''La pintura, la escultura y el retrato figuran entre
las principales formas de adquirir identidad, así como la comida
y el vestido, que apenas se están descubriendo como elementos fundamentales
para construir una identidad", subraya Florescano, autor de la introducción
del volumen, en la que los temas clave son imagen e historia.
Nación mexicana para largo
Sin embargo, dentro del proceso globalizador es necesario
replantear la definición de nación y esto, manifiesta el
historiador, ''ya se generó en todas partes. El mismo fenómeno
de la globalización creó una reacción casi natural,
espontánea, primero a escala nacional. Las naciones dijeron 'no,
nosotros somos nación. No tenemos por qué estar integrados
en un mundo global. Tenemos tradiciones, cultura e historias diferentes,
y vamos a conservarlas'.
''Ese es el desafío en México: en lugar
de pensar que nos vamos a integrar a la región norteamericana (Canadá
y Estados Unidos), deberíamos defender la nación como principio
político y fundamental. No tengo duda de que debemos integrarnos
regionalmente, pero no someternos a esa cultura, a esas tradiciones. Debemos
conservar los valores, la identidad nacional de la forma como ocurrió
con la Unión Europea, donde los países están organizados
en la esfera económica, pero no se les impone la cultura."
Florescano explica que el fenómeno nación
se revalora ante el proceso global, lo que deviene explosión de
la historia local. Junto a la globalización existe un fenómeno
contrario ''muy fuerte, en defensa de las identidades locales, regionales
y nacionales, que se va a imponer. Vamos a tener globalización,
pero eso no quiere decir que nos sometamos a un orden político,
moral y social uniforme. Tenemos que conservar la diversidad, que es el
primer elemento de la civilización".
Espejo mexicano esboza ''una muestra significativa
de la diversidad de lo mexicano, en la imagen, en la identidad de sí
mismos en la historia, y eso nos confirma que va a haber nación
para largo".