Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 27 de enero de 2003
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Política

Carlos Fazio/ IV

Neomercantilismo corporativo

En años recientes, un grupo de autores, entre los que figuran Noam Chomsky, Immanuel Wallerstein, Pablo González Casanova, Atilio Borón, James Petras, Michel Chossudovsky y John Saxe-Fernández, ha venido reflexionando sobre la centralidad del imperialismo estadunidense en la actual fase del capitalismo, signada por un nuevo estatismo de tipo mercantilista corporativo, según la definición de Chomsky. Con matices, parten de la idea de que el imperialismo no es el mismo de hace 30 años, pero que no se ha transformado en su contrario como propone la fábula mítica neoliberal, sino que preserva su identidad y estructura y sigue desempeñando su función histórica en la lógica de la acumulación mundial del capital.

Hoy con mayor contundencia que en el pasado, por la concentración del capital, el abrumador predominio de los monopolios, el acrecentado papel del capital financiero, la exportación de capitales y el reparto del mundo en distintas "esferas de influencia".

El imperialismo tiene hoy centralidad, nombre y apellido: Estados Unidos. Washington intenta establecer una soberanía planetaria con eje en la impunidad y "su derecho" a ejercer un terrorismo legítimo, hasta ahora con la complicidad de las potencias subordinadas.

Se trata de un verdadero "Estado canalla" (rogue state), que al margen del derecho internacional recurre a la violencia cuando, donde y de la manera en que "cree justa" (Chomsky). Existen indicios que configuran una tendencia hacia una anglosajonización de algunas áreas periféricas del planeta, con Gran Bretaña como socio "alcahuete" de Estados Unidos. Varios autores hablan ya de guerras de conquista, "recolonizaciones", "repartos" o "particiones" y nuevas "esferas de influencia" entre las potencias de Occidente.

Después de Irak estarían en la mira Irán, Arabia Saudita, Corea del Norte, India, China. Estados Unidos se reserva la "exclusividad" sobre su patio trasero, América Latina, el eslabón más débil de la cadena imperialista, con Venezuela y Colombia como prioridades de corto o mediano plazo.

Existe una relación simbiótica entre lo que los politólogos han denominado "el triángulo de hierro" estadunidense, definido también como un "capitalismo monopolista de Estado": el Poder Ejecutivo, el Congreso y los banqueros de Wall Street y las corporaciones privadas (del ramo petrolero y el complejo militarindustrial), con decenas de miles de empresas contratistas y subcontratistas. Es decir, entre las corporaciones multinacionales con casa matriz en Estados Unidos y el Estado "estadunidense" y sus instrumentos de "seguridad nacional", incluyendo sus proyecciones globales de poder militar, un servicio de inteligencia dedicado al espionaje económico, tecnológico y financiero, además de cumplir con su función tradicional de organizar guerras, golpes de Estado (como en Venezuela) y montar operaciones encubiertas y clandestinas. Como han documentado Saxe-Fernández y Chossudovsky, existen relaciones de "subordinación y/o superordenación" entre el Estado y organismos como el Departamento de Defensa, la Agencia Central de Inteligencia, la NASA, etcétera, y las compañías multinacionales "estadunidenses".

La noción "multinacional" (o "trasnacional") esconde un hecho conocido: aunque su alcance es "global", existe la base nacional de la operación. Su propiedad y sus propietarios radican en un Estado-nación. La corporación opera bajo cierta jurisdiccionalidad. Remite ganancias desde todo el mundo a la casa matriz (o la madre patria). La casa matriz y el conjunto de empresas que conforman una economía dada están integradas y forman parte inherente de un Estado, con una Constitución y una importante relación simbiótica de las empresas con la "seguridad nacional".

Según una encuesta de la revista de negocios Fortune, entre las 100 más grandes multinacionales del orbe, la totalidad de las empresas, sin una sola excepción, reconocieron haberse beneficiado de una manera u otra de las intervenciones hechas a su favor por los gobiernos de "sus países" y 20 por ciento de ellas admitió que habían evitado la bancarrota gracias a los subsidios y préstamos de rescate que les habían sido oportunamente concedidos por "sus gobiernos". Con lo que se demuestra que el Estado-nación existe y las economías nacionales también. El Estado no ha desaparecido. El Estado sigue siendo factor clave en el desarrollo del capitalismo y es un punto de partida para la transformación del sistema actual. Asimismo, debemos recurrir al concepto de imperialismo para entender las diferentes configuraciones de poder, la dominación de la periferia por los países centrales y la concentración de riqueza en algunos sectores sociales oligárquicos como también la explotación de otros sectores sociales, clases sociales y naciones.

A las categorías del gurú inglés Robert Cooper y los círculos de poder en Washington, de los estados posmodernos, estados modernos y estados fracasados, debemos oponer las de estados imperiales, estados capitalistas y estados neocolonizados. Los imperialistas y las oligarquías nativas usan al Estado para beneficiarse, acumular riquezas y proteger sus intereses. Los pueblos deben luchar para configurar un nuevo Estado; se trata de transformar al Estado recolonizado en un Estado nacional, y tal vez, después, en algunos casos, en un Estado socialista.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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