Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 26 de enero de 2003
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Espectáculos
Hace dos años presentó su material a las disqueras; hasta ahora se entiende, le dijeron

Menonita Rock, música que no se ha escuchado en México: Thulin

Las canciones traen la esencia del DF: la locura, la fiesta; esta ciudad "no conoce el silencio"

JORGE CABALLERO

Desde hace un rato, en el circuito subterráneo de la ciudad de México la banda cool que asistía a antros como La Faena y Lulú, comentaba que Los Fancy Free eran la neta, y no es para menos, porque su reputación los antecede: su música mezcla electrónico, pop, rocanrol y punk. Todo aquel que la escucha se pone eléctrico y se para a bailar, o de perdida mueve los pies.

Ellos también han tocado con éxito en Alemania, Estados Unidos e Inglaterra (donde los sacaron del lugar en que tocaban por ponerse a bailar en las mesas). Ahora Los Fancy Free, al cobijo de NoiseLab -subsello de Universal Music-, lanzan su disco Menonita Rock, para que todos los podamos escuchar en nuestros hogares a volumen escandaloso.

En realidad a Los Fancy Free se les debería quitar el plural, pues el único integrante que queda de la alineación original es Martin Thulin, quien por razones sentimentales le dejó al nombre Los en vez del mezquino Yo. Martin nació en Chihuahua en una colonia de menonitas suecos llamada Nueva Escandinavia; pero a sus padres, unos irreductibles hippies, el estado norteño se les hizo chiquito y volvieron a Suecia con el pequeño Martin. En esa nación se influenció por el electro-pop y el punk cuando era un mozalbete; él comenta que en aquella época era imposible mezclar: o escuchabas punk o electro. "Cuando llegaban mis amigos punk escondía los discos de Gary Numan, Soft Cell, Huamn League, Depeche Mode y David Bowie, y viceversa". Después, al terminar la preparatoria, decidió regresar a México porque "es una ciudad que no conoce el silencio"

En una charla que sostuvo La Jornada con Los Fancy Free, o sea, con Martin Thulin (vestido elegantemente con la ropa de su abuelo), nos habló de su disco Menonita Rock, del video de su sencillo Voltage is O.K., del arte censurado del disco -al cual le pusieron una cubierta- y, claro, de cómo lo echaron de un bar en Londres.

En su primera declaración (al preguntarle si es la neta), dijo: "lo malo es que la gente se hace muchas expectativas y luego sale el álbum y resulta que no está tan chido. Pero espero que jale este material, porque siento que es música que no se ha escuchado en México: electrónica con rock y letras; temas con coros y una estructura clara, no la onda noventera de house o electrónicas épicas de tracks de 17 minutos que resultaban interminables. Estoy clavado en hacer canciones".

Martin Thulin explica que "tocaba antes con Federico Fong en el bajo, pero se fue a vivir a Nueva York. El baterista se casó con una amiga que le presenté, se lo llevó a Suecia y quedé solo". Ahora me hago acompañar en el video por Paco Huidobro y Yamil Rex, y la baterista se llama Karen. Aunque en vivo toco con pista".

En un momento de la charla Martin mueve los ojos hacia arriba para soltar la respuesta: "firmé con el sello Boongalo, de Alemania; fui a tocar hace poco allá y me pregunté por qué a mí y no alguien de Berlín, cuando hay cosas muy padres allá. Lo que me dijeron es 'ya tienes álbum, arte, un concepto de imagen y está chido'. Además tocamos en Londres, en la tienda Rock Trait, emblemática en los años 70, donde se dio el movimiento punk, considerada como 'la tienda' de discos. En Europa todos los diyeis si quieren algo van allá".

Luego el menonita recuerda: "este concepto musical lo estuve presentando desde hace dos años y me decían en las disqueras que estaba muy cool pero que no podían hacer nada; dos años después enseñé el mismo material y me comentó un amigo: 'se entiende perfectamente qué estás haciendo, ahora es el momento de sacar este material'".

-Entonces sí crees en el lugar común de que el artista se adelanta a su época.

-No, ojalá fuera como David Bowie, pero no veo eso. Ahora el ambiente musical es una pena. Hacer algo como los Beatles, el llamado álbum blanco, era cualquier cosa y era nuevo. Ahora es un refrito de todo, como lo que hago yo, que es remezclar las cosas que escuchaba en mi infancia y que no se podían mezclar. Me gustaba el electro-pop y tenía a mis cuates los punk y no se mezclaban ni la música ni las personas que la escuchaban. Eso es de lo que trata mi disco.

Martin comenta de su experiencia en Londres: "fuimos a tocar en el ICA, el Instituto de Arte Contemporáneo, que es por donde debe pasar todo grupo. Pues ahí me censuraron mi tocada; pararon la música dos veces. La primera vez fue porque me subí a las mesas a bailar. Finalmente me dejaron tocar unas rolas más e hice un striptease; entonces de plano dijeron: 'este güey fuera del edificio, porque si no no tocan los diyéis que siguen'. Imagínate, en Inglaterra, donde pensamos que iba a estar súper cool; todo lo contrario. Creo que en la ciudad de México hay más libertad para hacer tus defiguros. Igual llega la policía pero pagas una lana y ya".

-¿De esta estética que parece rascuache, qué nos puedes decir?

-El arte del disco es como el del Libro Vaquero, pero hecho como el Libro Menonita. Me gustó esa estética y además es lo que lee el mexicano. Tiene un tiraje de un millón y además está bien padre. Escogí al dibujante más efectivo del Libro Vaquero para que lo hiciera, pero censuraron la cubierta con el dibujo de la relación sexual que viene en el librillo del disco, el cual iba a ser la portada.

-Algunos pensarán que tu propuesta es muy posmoderna.

-En Europa en un sello nos dijeron que ellos hacían art music, y yo, party music, y ahí está la diferencia. Igual es un disco que tiene que ver con la escena internacional pero tiene la esencia de la ciudad de México: la locura, la fiesta... el disco está bien prendido porque todos los temas son bailables. En mi espectáculo la gente termina arriba del escenario cantando las rolas, inventando las letras. En el extranjero no se da eso. Seguramente es posmoderno por lo mismo, porque los Beatles son modernidad por hacer cosas nuevas y todo lo que sale ahora es posmoderno. Pero ese término no tiene sentido porque estoy clavado en lo que hago.

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