CIEN AÑOS DE EDIFICIO VIAJERO
Reflexiones sobre el centenario del inmueble que
lo alberga
El Museo del Chopo, una opción vanguardista
que debe preservarse
Alentador, que no lo hayan convertido en mall,
dice Monsiváis sobre el edificio traído de Alemania Podría
ser el símbolo de una nave de tiempo en movimiento: Eloy Tarcisio
ARTURO JIMENEZ
Más allá del cumpleaños número
100 de cuando comenzó el rearmado en México del edificio
estilo art nouveau que alberga al Museo Universitario del Chopo
-montado primero en Alemania con estructuras de hierro, tabique prensado
y cristal, y desmontado después en miles de partes para trasladarlo
en barco a México-, ''lo más alentador'' de este centenario,
como dice con sarcasmo Carlos Monsiváis, ''es que no lo hayan derribado
para construir en su lugar un mall''.
Se trata, sin embargo, de la amplia historia de un edificio
que se armó entre 1903 y 1905 en la colonia Santa María la
Ribera, que albergó en 1910 una muestra de arte industrial japonés
que inauguró el dictador Porfirio Díaz con motivo del centenario
de la Independencia de México, que en 1913 se convirtió en
la sede del Museo Nacional de Historia Natural y que desde 1975 es el Museo
Universitario del Chopo, un escaparate de la cultura urbana y alternativa.
El
primer siglo que cumple este año el singular edificio de dos torres
metálicas -cuya vigencia conceptual y arquitectónica es resaltada
por el artista plástico Eloy Tarcisio- es motivo para el festejo
mediante diversas exposiciones y actividades artísticas, las cuales
arrancaron de manera formal el pasado miércoles 22 con una inauguración
en la que el "invitado especial" fue el gobernador de Tabasco, Manuel Andrade
Díaz.
Pero el centenario también es motivo para revisar
el trabajo de difusión que desde 1975 realiza el Museo Universitario
del Chopo (MUCh), hoy dirigido por Alma Rosa Jiménez, designada
por el escritor Ignacio Solares, titular de la Coordinación de Difusión
Cultural de la UNAM.
Por ejemplo, Monsiváis comenta sobre lo que para
algunos han sido "momentos de esplendor pasado" del museo, contrapuestos
a un presente en el que se podría perder el perfil original del
recinto, y pondera:
"También la sociedad de la ciudad de México
no ha repetido sus momentos de esplendor. No es justo cargar en el Museo
del Chopo lo que estamos viviendo en todas partes. Si comparas este espacio
con el gobierno de Fox, aquél vive un momento de esplendor."
Destaca que pese a la crisis económica, la burocracia
"y muchos otros defectos", el museo sí ha logrado una continuidad
muy importante. "Es un espacio de resistencia a la derecha y a lo que significa
el panismo, cuyo último momento de modernización debió
ocurrir en 1890".
Acerca de la comparación que suele hacerse entre
la importancia de la labor del Museo del Chopo y la de la Casa del Lago,
ambos centros a cargo de la UNAM, el escritor precisa:
"Son cosas distintas. En la Casa del Lago se vivió
una primera confianza utópica en los poderes de la cultura para
democratizar a la sociedad y para crear un conocimiento donde el nacionalismo
ya no tuviera cabida. Y en el Museo del Chopo más bien lo que se
ha intentado es la experimentación con formas de cultura que no
se aceptaban en una sociedad muy convencional, pero sin aquella sensación
de confianza utópica en la cultura."
Primer éxito de la extensión universitaria
Jorge Pantoja, uno de los impulsores del ahora autogestionario
Tianguis del Chopo y quien fue subdirector del museo durante la administración
de la escritora Angeles Mastreta, quien en 1979 sustituyó a Rodolfo
Rivera González, platica sobre esos primeros años:
"Hicimos un proyecto dirigido a la cultura popular, las
minorías culturales, los jóvenes, niños y mujeres.
De ahí se dio una carrera vertiginosa de proyectos, que de alguna
manera fueron como la esencia de lo que es el museo en la actualidad: un
espacio de la UNAM dedicado a la vanguardia, lo alternativo". Con la gestión
del pintor Arnold Belkin, con quien también trabajó Pantoja,
se le agregó de lleno la difusión de las artes plásticas.
Pantoja es autor del libro Cuando el Chopo despertó,
el dinosaurio ya no estaba ahí (Ediciones Imposible), una compilación
de textos sobre el tianguis que en su título juega con el célebre
cuento breve de Augusto Monterroso, el renacimiento del edificio como espacio
para el arte y el hecho de que el famoso diplodocus, que durante
medio siglo caracterizó al museo, se lo habían llevado a
Chapultepec desde 1964.
El promotor cultural cuenta que como el museo estaba dando
muchos resultados a nivel de difusión y de públicos nuevos
y multitudinarios, Angeles Mastreta metió una iniciativa para mejorar
el pésimo estado de sus instalaciones, la cual aprobó el
rector Jorge Rivero Serrano.
Destaca: "El Museo del Chopo fue el primer producto exitoso
de lo que la UNAM llama extensión universitaria, es decir, sacar
la cultura universitaria del campus para retribuirle a la población
algo de lo que es dicha casa de estudios. Nos dejaron hacer lo que nosotros
quisimos, no había censura. El tiempo que estuvimos ahí el
Chopo se volvió un espacio autónomo dentro de la autonomía
de la universidad".
Pantoja considera que el Chopo ha cumplido la tarea de
difundir y alentar la cultura experimental. "En el espacio que tiene el
Chopo en Radio UNAM comenté que ojalá que con la llegada
de la actual directora (Alma Rosa Jiménez) no cambiaran el perfil
del museo: un espacio para la cultura alternativa, las nuevas expresiones
de la cultura, la cultura de búsqueda. Y ella me contestó:
'Sería un suicidio cambiarla'''.
"El museo ha sido eso: el que la UNAM de alguna manera
avale esas formas de la cultura, que no son las de los consagrados, los
prestigiados o los de fama internacional, sino de la gente que empieza,
que no tiene espacios y está buscando foros."
Agrega: "No estoy muy cerca de lo que pasa en el museo,
pero siento que en términos generales se ha mantenido la línea
de un espacio alternativo. No sé si todavía continúen
con la otra parte que también lo caracterizó: la de un espacio
muy solidario con las luchas del momento".
La UNAM, dice, tiene la responsabilidad de mantener ese
espacio y perfil. Y Pantoja recuerda, por ejemplo, que el Chopo fue lugar
para las reuniones del naciente Sindicato de Actores Independientes o escenario
para asambleas del Partido Socialista Unificado de México.
El patito feo de la cultura
José María Covarrubias, director del Círculo
Cultural Gay, que cada año organiza en el MUCh la Semana Cultural
Lésbico-Gay, evalúa:
"En un principio, con Angeles Mastreta, Arnold Belkin,
Elva Macías o Lourdes Monges, el Museo del Chopo fue creciendo.
Pero la actual directora (Alma Rosa Jiménez) es un insulto a la
cultura, porque no sabe nada de esta área, no tiene experiencia
y llegó con el ánimo de bajar el perfil gay del museo, y
eso es comprobable.''
El promotor cultural retomó opiniones del artista
plástico Felipe Ehrenberg en el sentido de que lo anterior es lo
que impide que el MUCh cumpla con su función, y recordó el
caso de Arturo Saucedo, quien colaboró con Alma Rosa Jiménez
en el programa de radio UNAM Las ondas del Chopo, pero tuvo que
renunciar ante, dice Covarrubias, "la tendencia de la funcionaria a imponer
su criterio".
Además, agrega que, por su bajo presupuesto, al
Museo del Chopo es visto como "el patito feo de la cultura". Y respecto
a la participación del gobernador de Tabasco en la pasada inauguración
de las celebraciones por el centenario del museo, comenta: "El representa
el peor priísmo que hay. La actual directora ha tomado al Chopo
para hacer proselitismo priísta".
Símbolo actual de la renovación
En
cambio, Eloy Tarcisio, artista plástico, académico y fundador
y ex director del centro X Teresa Arte Actual, avala:
''El MUCh ha cumplido con creces los objetivos para los
que ha sido diseñado. Ha abierto sus puertas a todas las propuestas
contestatarias que no habían tenido foro en ningún otro lugar
y se ha mantenido en ese camino. Ha logrado ser semillero de varias generaciones
de artistas y ha dado la posibilidad de hacer exposiciones a creadores
que no han tenido la oportunidad de hacerlo en otros espacios.
"Digamos que el primer paso necesario de X Teresa fue
el Museo Universitario del Chopo, donde empezamos con el primer festival
de performance hace 10 años."
Acerca de la situación actual del museo, opina:
"Como todo espacio, cuando llega un nuevo director se mueven un poco los
intereses, pero a pesar de ello y de haberse movido también un poco
el perfil del gusto de los directores anteriores, se ha mantenido con esa
naturaleza universitaria de apertura y de confrontación".
Tarcisio concluye con una reflexión sobre el motivo
de las celebraciones de este año: el primer siglo de vida del edificio
de hierro y cristal del Museo Universitario del Chopo, y dice:
"Como estructura que fue importada de Alemania y levantada
en México y que si a alguien se le ocurre la puede desarmar y trasladarla
a otro lado, es un concepto muy interesante, fresco y renovador que da
la posibilidad de observar la necesidad de ciertos sectores del pueblo
mexicano de experimentar, investigar y trasladarse de un lugar a otro en
una idea de apertura.
"El edificio es producto de la revolución industrial,
de la posibilidad de generar una nueva idea de la tecnología. Y
en ese sentido se relaciona con el concepto de movilidad en el que vivimos
hoy. La posibilidad de comunicarte y relacionarte con cualquier otra parte
del mundo de una forma inmediata, nos hace pensar en ese viaje del edificio.
Pienso que el edificio del Chopo podría ser el símbolo de
una nave de tiempo en movimiento.''