Puso trabas a reformas en construcciones: funcionario
Culpan al INAH por daños en el centro colimense
Ojalá el gobierno levante casas tan rápido
como las tira, afirman damnificados por el sismo del martes
VERONICA GONZALEZ Y ALONSO URRUTIA CORRESPONSAL
Y ENVIADO
Colima, Col., 25 de enero. Hace seis años,
cuando el templo del Sagrado Corazón de Jesús cumplió
el centenario de su edificación, en el barrio hubo fiesta. El ahora
difunto Jorge Luis Vega mandó sustituir los laureles del altar con
otros elaborados con oro de 24 kilates para dar mayor realce a esta construcción
considerada patrimonio histórico.
Severamente dañado por el sismo, ahora su existencia
pende de un hilo. Con la frialdad de un laico, Oscar Contreras, ingeniero
de Protección Civil del municipio da su veredicto: "si por mí
fuera, lo tiraba de una vez... está muy peligroso para la gente".
Tiene
claro que la decisión no será meramente técnica. Ahí
van a intervenir los gobiernos federal, estatal y hasta la Iglesia, porque
no lo pueden tirar así como así.
El sismo del martes pasado golpeó con fuerza el
centro histórico de la ciudad y derrumbó viviendas que hasta
ahora habían sido protegidas por el Instituto Nacional de Antropología
e Historia (INAH).
Raúl Arredondo, director de Obras Públicas
del ayuntamiento, lamenta que los "pruritos" del INAH hayan terminado por
dar al traste al barrio: "Mire, la gente quería arreglar su casa,
apuntalarla, pero venía el INAH y le ponía una serie de trabas,
que había que respetar la fachada; que no le cambies aquí
en la ventana, en fin, todo para proteger el monumento y ahora ve, ahí
está el monumento en el suelo..."
Consigo trae un fajo de solicitudes ciudadanas dando su
anuencia al municipio para que pasen a derruir su casa, lo cual están
cumpliendo en el menor plazo posible.
Por ello ahí anda toda la tropa asignada al Plan
DN-III derrumbando casas sin ningún miramiento.
Sin parar, los operadores de máquinas asestan cuatro
o cinco golpes a las casas, ya de por sí heridas de muerte, para
acabar con ellas; otros entran con picos y palas a completar el asunto
y los carros de volteo van y vienen con el cascajo, mientras los dueños
sólo contemplan con resignación cómo su casa desaparece.y
se convierte en un lote baldío.
Por la mañana, los técnicos continuaron
sus valuaciones. "Hay casas que usted ve de afuera sin daño alguno,
pero éntrele y verá que no tienen remedio".
Jorge Alcaraz lamenta la demolición tan rápida.
"Le pedí a los soldados un día de plazo para sacar la taza
del baño que estaba buena, pero no me dieron chance. Dijeron que
tenían la orden de demoler las casas y sólo me dieron una
hora para sacar mis pertenencias. Sólo pude rescatar algunas cosas
y una caja de fotos viejas y luego tumbaron la casa".
Está consciente de que su hogar se caería
tarde o temprano, porque era una construcción de 80 años
edificada con adobe. "Aguantó los temblores del 85 y del 95, esta
vez tenía que caerse. Ni modo, ojalá que el gobierno, así
como está tumbando las casas de rápido, así las levante
nuevas".
La Iglesia damnificada
La diócesis de Colima fue de las más damnificadas.
Varios templos con pasado histórico fueron dañados, entre
ellos el ya citado del Sagrado Corazón de Jesús, reconocido
por el INAH como patrimonio de la nación.
La madre María Guadalupe sólo refiere que
se construyó en tiempos de Porfirio Díaz, casi 15 años
antes de la Revolución, por el obispo Amador Velasco, lo que le
valió que su cadáver permanezca bajo el altar de la iglesia
que edificó.
El recuento de daños va más allá
de los numerosos muros cuarteados que abarcan el nicho de Santa Teresa
de Jesús, y desde donde ahora atraviesan los rayos solares; la imagen,
¿desfigurada?, del Sagrado Corazón de Jesús de cuyo
rostro ya sólo quedaron astillas "nada más del golpe tan
tremendo que se dio en su caída antes de estrellarse contra el órgano;
un par de querubines dañados; la sacristía destrozada; las
celdas de las madres ya inhabitables, de lo frágil que quedó
el techo".
Ahí
va la madre mostrando los efectos de la naturaleza en el recinto sagrado.
Cruces tiradas, santos desfigurados, las bancas para los fieles hechas
un cochinero.... Eso sí, se salvó el Santísimo, al
cual las monjas han tenido la precaución de reubicar todas las noches,
luego de los asaltos que sufrieron.
Pero a la madre María Guadalupe lo que le aflige
no es tanto el daño material, sobre el cual está segura que
algún remedio se hallará, sino que es el único templo
abierto todo el día y lo que afectará a sus fieles.
En Tecomán hay otro templo en riesgo: la parroquia
de San Santiago, donde desde ayer casi una docena de ingenieros sube y
baja para cuantificar daños.
Las visibles cuarteaduras no son consideradas en el peritaje
como estructurales. Una buena apuntalada y queda. Eso sí, la torre
que da a la plaza principal, no tiene remedio. Hay que demoler, admite
el párroco, Javier Espinosa.
Sólo hay que esperar un mes para que la tierra
deje de moverse con el propósito de empezar la obra, una empresa
que parece cíclica, según el caprichoso calendario sísmico
de Colima, pues la parroquia registró su anterior remodelación
en 1941, cuando otro temblor azotó el templo.
Por lo pronto, el curato, afectado en algunas paredes,
pero con techo de lámina, será el recinto sagrado que albergará
misas, bautismos y demás sacramentos, hasta que las limosnas den
para reparar la parroquia principal.
Otros más en la lista: el templo del Beaterio,
la Parroquia de San Pedro Coquimatlán, el templo del pueblo de Cofradía
de Juárez y la parroquia en Armería.
A saber si el diezmo bastará para la reconstrucción.