Jair García fue expulsado al minuto 70;
Aguilas no aprovechó la superioridad
Clásico empate entre América y Chivas;
arqueros, vitales en el 1-1
El novel Francisco Torres marcó para los amarillos
El procurador Macedo de la Concha y El Púas Olivares asistieron
al Azteca Cuauhtémoc Blanco, nulificado, sólo se dedicó
a protestar
ROSALIA A. VILLANUEVA
En un juego intenso que fue dominado por el América,
las Aguilas desaprovecharon varias oportunidades de gol y con un hombre
menos de su archirrival, Guadalajara, el llamado Clásico terminó
1-1, en el que ambos equipos se salvaron por los arqueros Adolfo Ríos
y Oswaldo Sánchez, dejando el orgullo para otra ocasión a
sus miles de seguidores que salieron resignados del estadio Azteca.
Los
de Coapa entraron a la cancha dispuestos a poner en alto la camiseta y
desde los primeros minutos del partido dieron avisos de peligro hacia el
área contraria, comandados por el novel Francisco Javier Torres,
quien dio infinidad de pases al uruguayo Marcelo Lipatín, pero éste
definitivamente traía perdida la brújula y falló varios
tiros ante la portería de Sánchez.
América comenzó a presionar y con un juego
más ofensivo, echaba atrás al rebaño, cuyos jugadores
se dedicaron más a cuidar la peligrosidad de Cuauhtémoc Blanco,
quien junto con Christian Patiño, Torres y Lipatín, pusieron
en aprietos la defensa rojiblanca.
Al minuto 12, Ramón Morales cobró un tiro
libre que pasó arriba del travesaño de Ríos, causando
el júbilo de su afición, pero la explosión vendría
después en un desborde de Rafael Medina, por el sector derecho,
envió un centro en el que Jaír García apenas tocó,
pero el defensa Ricardo Rojas, convirtió en autogol (minuto 20)
que -según el comisionado Edgardo Codesal aclararía posteriormente-
Gilberto Alcalá se equivocó al reportar en su cédula
que la anotación había sido de Duilio Davino, pero que este
lunes lo corregiría en la Federación.
Como Jaír festejó en demasía el gol
que no hizo, Alcalá lo amonestó, provocando la rechifla y
mentadas de los seguidores chivas, mientras en la cabecera norte, las porras
americanistas cantaban y lanzaban cohetones amarillos y azules tratando
de motivar a sus jugadores.
Pese a que los anfitriones manejaban el balón más
tiempo para buscar el empate antes de irse al descanso, las Chivas pudieron
aumentar el marcador, cuando Manuel Sol envió un servicio a Jaír,
éste se levantó y cabeceó, pero Ríos lo atajó,
defendiendo bien su portería, como repitió cuando Omar Bravo,
parado frente a él, le entregó el esférico en las
manos.
Un
nervioso Manuel Lapuente se levantó de la banca. Con señas
daba indicaciones a Patiño y Blanco para que se fueran al ataque,
y al minuto 44 crearon la jugada de la salvación que fructificó
Torres, luego de que Cuauhtémoc envió centro a Christian,
éste no pudo llegar, pero el debutante cumplió su misión
y con potente tiro mandó el disparo, la pelota rebotó en
el travesaño y pasó la línea dejando el encuentro
empatado a uno.
La celebración fue apoteósica entre los
miles de americanistas que se comportaron bastante bien, pese a que corrió
mucha cerveza; hubo algunos conatos de broncas en las tribunas, pero nada
serio, quizá porque al inicio del encuentro, que contó con
la presencia del procurador general de la República, Rafael Macedo
de la Concha --acompañado del ex campeón mundial Rubén
El Púas Olivares, que orgulloso portaba la playera de las
Aguilas y recibió un reconocimiento del presidente de la institución,
Javier Pérez Teuffer-, la seguridad policiaca se incrementó
más en la cancha.
En el complemento, Lapuente dio más oxígeno
en su línea de ataque. Cambió a Castro por el colombiano
Frankie Oviedo y también metió a El Misionero Hugo
Castillo por Torres, quien salió entre aplausos.
El timonel rojiblanco, Eduardo de la Torre, quien siempre
estuvo parado, también mandó relevos tratando de mejorar
al chiverío que se veía disminuido, pero que por fortuna
tuvo en Oswaldo su salvador, pues vaya que frenó varios goles de
sus contrarios.
Aguilas y Chivas buscaron afanosamente romper el empate
con jugadas peligrosas, al grado que El Misionero y Omar Bravo fueron
amonestados porque el segundo cometió una falta hacia su adversario,
se empujaron y se hizo el revuelo entre jugadores.
Para colmo las Chivas se quedaron con 10 hombres por la
expulsión de Jaír (al minuto 70) al faulear a Pável
Pardo. El agresor salió bajo una lluvia de obscenidades y luces
de bengala que le aventaron los aficionados de Coapa.
Hastiado de la marcación que tenía, Blanco
perdió la cabeza tras reclamar una mano de Mendoza, que Alcalá
consideró no fue intencional, y el delantero mandó la pelota
hacia las tribunas, siendo amonestado por actitud antideportiva.
Al final y con el empate a uno, los aficionados salieron
del Coloso de Santa Ursula con rostros de resignación; algunos iban
contentos porque ambos equipos dieron espectáculo, pero no faltó
aquel que dijera que a "estos clásicos sólo venimos a sufrir''.