MELON
Luis angel silva Melon
Centros de salud y personajes
EN LA LLAMADA época de oro del son cubano
en México hubo personajes y sitios en verdad dignos de recordar,
como un viejito de nombre Michelín que vendía dulces y otros
productos, adelantándose a estos tiempos en que los preservativos
se anuncian en la tele.
MICHELIN ERA MUY simpático y querido por
las niñas de la noche y los asiduos a los cabarets, llamados de
segunda, que, por supuesto, eran sus sitios de trabajo. Allí pregonaba
su mercancía de la siguiente manera: "Dulces, chicles, chocolates,
cigarros, cerillos, capuchones para el pajarito", con una gracia envidiable.
Desde luego, los capuchones eran los condones que en aquellos años
no tenían marca, ni había televisión y su nombre era
tabú.
DICHO
PERSONAJE RECORRIA gran parte de la ciudad y su presencia era familiar
en El Jardín, situado en Guerrero y Moctezuma; el Atzimba; El Camelia,
El Olímpico, que todavía existe en el lugar de siempre, todos
ellos en lo que pudiéramos llamar el strip de Guerrero. Michelín
terminaba en Las Brujas, en Izazaga, lugar decorado por el genial Audifred.
ESTE OTRO PERSONAJE fue un decorador de muchos
sitios que se pusieron de moda. Pero, donde de verdad la "botó"
se llamó El Golpe, cabaret que semejaba una arena. En su entrada
estaban colocados peras y costales para que los clientes se fueran ambientando.
La variedad consistía en encuentros de lucha libre y pe-leas de
box. Y ¿ la pista de baile? Adivinó usted: un ring.
EL GRUPO QUE ahí tocaba era la primera sonora
que existió en esta ciudad de mis amores: la Sonora México,
de Polo Gil. Durante bastante tiempo El Golpe tuvo gran éxito, y
no cabe duda que fue original, gracias a la imaginación de Audifred.
TAMBIEN VIENE A mi memoria Gutiérrez, un
español que vendía en abonos a los soneros, desde un casimir
inglés hasta un par de calcetines. Era aficionado al baile y creador
de un paso que bautizó como la "media luna", que consistía
en un salto y en el aire cruzar una pierna sobre la otra, logrando su estilo
gran popularidad.
OTRO PERSONAJE SE llamó Henry Masselín,
director del conjunto Los Angelitos del Jardín, que en tiempos de
posadas se encargaba de cantar la letanía, nada más que utilizaba
los apodos de las que ahí laboraban en lugar de las vírgenes,
como era costumbre hacerlo en las vecindades y casas antes de romper la
piñata.
EL FLAQUITO, COMO cariñosamente
le llamábamos, fue impulsor de muchos soneros. Aunque no pertenecí
a su grupo fui su suplente en muchas ocasiones. Siempre que me solicitó
estuve a sus órdenes. Eran mis principios y éste, su asere,
no dejaba ir una oportunidad para poder cantar. En cuanta ocasión
podía me dejaba caer por El Jardín para echar la paloma.
MASSELIN TENIA UNA colección de discos envidiable.
En su casa, que siempre estuvo abierta para mí, pasé horas
inolvidables deleitándome con aquellas grabaciones. También
me proporcionó ayuda al facilitarme arreglos siempre que los necesité.
Aún conservo algunos que me obsequió, ya que los considero
muy valiosos; entre éstos se encuentran varios de Dámaso
Pérez Prado para la orquesta Casino de la Playa, y que grabara Cascarita.
TAMBIEN ME LLEVO al Cafe Hits, hoy Península,
que todavía está en pie, y era el cuartel general de los
soneros de aquella época, donde cada madrugada compartíamos
el pan y la sal. Allí intercambiábamos arreglos y trabajo
cuando era necesario.
ESTE SEÑOR DE todos mis respetos fue muy
querido en el ambiente sonero. Siempre estuvo dispuesto a ayudar sin condiciones.
Elegante en el vestir, con gran sentido del humor, así como admirador
de quien lo mereciera, la hipocresía no cabía en él.
A pesar de no ser vigoroso sabía defenderse. Muchos se equivocaron
con el midiendo el suelo y cayendo noqueados.
POR HOY BASTA de recuerdos. Espero seguir platicándole
de una época que aún gozo cuando echo a volar mis memorias.
¡Vale!