Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 20 de enero de 2003
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Espectáculos
MELON

Luis angel silva Melon

Centros de salud y personajes

EN LA LLAMADA época de oro del son cubano en México hubo personajes y sitios en verdad dignos de recordar, como un viejito de nombre Michelín que vendía dulces y otros productos, adelantándose a estos tiempos en que los preservativos se anuncian en la tele.

MICHELIN ERA MUY simpático y querido por las niñas de la noche y los asiduos a los cabarets, llamados de segunda, que, por supuesto, eran sus sitios de trabajo. Allí pregonaba su mercancía de la siguiente manera: "Dulces, chicles, chocolates, cigarros, cerillos, capuchones para el pajarito", con una gracia envidiable. Desde luego, los capuchones eran los condones que en aquellos años no tenían marca, ni había televisión y su nombre era tabú.

DICHO PERSONAJE RECORRIA gran parte de la ciudad y su presencia era familiar en El Jardín, situado en Guerrero y Moctezuma; el Atzimba; El Camelia, El Olímpico, que todavía existe en el lugar de siempre, todos ellos en lo que pudiéramos llamar el strip de Guerrero. Michelín terminaba en Las Brujas, en Izazaga, lugar decorado por el genial Audifred.

ESTE OTRO PERSONAJE fue un decorador de muchos sitios que se pusieron de moda. Pero, donde de verdad la "botó" se llamó El Golpe, cabaret que semejaba una arena. En su entrada estaban colocados peras y costales para que los clientes se fueran ambientando. La variedad consistía en encuentros de lucha libre y pe-leas de box. Y ¿ la pista de baile? Adivinó usted: un ring.

EL GRUPO QUE ahí tocaba era la primera sonora que existió en esta ciudad de mis amores: la Sonora México, de Polo Gil. Durante bastante tiempo El Golpe tuvo gran éxito, y no cabe duda que fue original, gracias a la imaginación de Audifred.

TAMBIEN VIENE A mi memoria Gutiérrez, un español que vendía en abonos a los soneros, desde un casimir inglés hasta un par de calcetines. Era aficionado al baile y creador de un paso que bautizó como la "media luna", que consistía en un salto y en el aire cruzar una pierna sobre la otra, logrando su estilo gran popularidad.

OTRO PERSONAJE SE llamó Henry Masselín, director del conjunto Los Angelitos del Jardín, que en tiempos de posadas se encargaba de cantar la letanía, nada más que utilizaba los apodos de las que ahí laboraban en lugar de las vírgenes, como era costumbre hacerlo en las vecindades y casas antes de romper la piñata.

EL FLAQUITO, COMO cariñosamente le llamábamos, fue impulsor de muchos soneros. Aunque no pertenecí a su grupo fui su suplente en muchas ocasiones. Siempre que me solicitó estuve a sus órdenes. Eran mis principios y éste, su asere, no dejaba ir una oportunidad para poder cantar. En cuanta ocasión podía me dejaba caer por El Jardín para echar la paloma.

MASSELIN TENIA UNA colección de discos envidiable. En su casa, que siempre estuvo abierta para mí, pasé horas inolvidables deleitándome con aquellas grabaciones. También me proporcionó ayuda al facilitarme arreglos siempre que los necesité. Aún conservo algunos que me obsequió, ya que los considero muy valiosos; entre éstos se encuentran varios de Dámaso Pérez Prado para la orquesta Casino de la Playa, y que grabara Cascarita.

TAMBIEN ME LLEVO al Cafe Hits, hoy Península, que todavía está en pie, y era el cuartel general de los soneros de aquella época, donde cada madrugada compartíamos el pan y la sal. Allí intercambiábamos arreglos y trabajo cuando era necesario.

ESTE SEÑOR DE todos mis respetos fue muy querido en el ambiente sonero. Siempre estuvo dispuesto a ayudar sin condiciones. Elegante en el vestir, con gran sentido del humor, así como admirador de quien lo mereciera, la hipocresía no cabía en él. A pesar de no ser vigoroso sabía defenderse. Muchos se equivocaron con el midiendo el suelo y cayendo noqueados.

POR HOY BASTA de recuerdos. Espero seguir platicándole de una época que aún gozo cuando echo a volar mis memorias. ¡Vale!

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