Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 20 de enero de 2003
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Cultura
Hace 8 días había celebrado sus 95 años; insuficiencia cardiaca, causa del deceso

Falleció Alfredo Zalce, decano del muralismo de la Revolución

Contemporáneo de Rivera, Siqueiros, Orozco y Kahlo, evitó la fama y la fortuna

"No me interesa la difusión de mi obra, porque trabajo todos los días'', solía decir

MERRY MAC MASTERS

A una semana de haber celebrado su cumpleaños 95, falleció ayer por la tarde el muralista, grabador, escultor, ilustrador, ceramista y diseñador de joyería Alfredo Zalce, de una insuficiencia cardiaca, en su casa de Morelia, Michoacán, donde radicaba desde hace más de medio siglo. Su hija, Beatriz Zalce, comentó que a partir del 21 de diciembre se agravó debido a un mal cerebral que padeció durante sus últimos meses.

La muerte de Zalce, decano de la escuela mexicana, y de su contemporáneo José Chávez Morado, apenas el primero de diciembre de 2002, ha dejado casi sin sobrevivientes las filas del movimiento muralista mexicano.

Durante sus primeros años, Zalce trabó amistad con artistas como Rivera, Tamayo, Siqueiros, Orozco y Kahlo, cuyas pláticas le resultaron estimulantes. Sobre Rivera, quien fue su maestro en la Escuela Central de Artes Plásticas, Zalce expresó (La Jornada 23-I-02): "Era la persona más inteligente que he conocido. Era un gran conversador, un tipo extraordinario".

Con el paso del tiempo, y refugiado en Morelia, después de pasar más de dos décadas en la ciudad de México, que a final de cuentas le resultó inhabitable, Zalce se había convertido en una especie de leyenda viviente. Dedicado a la creación, había pasado su vida entera tratando de evitar la fama y la fortuna. En dos ocasiones rechazó el Premio Nacional de Arte, pero lo aceptó en 2001. En 1995 accedió a ser nombrado ''creador emérito''. Incluso, cuando hace un año la entrega del galardón se retrasó, el artista, con su agudo sentido del humor, se dijo muy tranquilo, "sin tener que deberle nada a nadie".

El dinero del premio -400 mil pesos, que compartió con los otros dos galardonados, Alejandro Luna y Federico Ibarra- sirvió para dar los primeros pasos de la Fundación Alfredo Zalce, cuyo fin es proteger, preservar y difundir la obra del artista.

Al respecto, el maestro también mostró total falta de interés. Sobre una mayor difusión de su obra (La Jornada 23-I-02), dijo: "No me interesa para nada". ¿Por qué? "Porque estoy trabajando todos los días. Si fuera lo último que hice, pues sí, pero como sigo trabajando (mi obra) sigue en aumento".

Desde hace tres años la arquitecta Mariela Ferreira Calderón es responsable de inventariar la obra del artista perteneciente a su colección particular.

Hijo de Ramón Zalce y María Torres Sandoval, fotógrafos profesionales, Alfredo Zalce, que también sacó fotos en su juventud, nació el 12 de enero de 1908, en Pátzcuaro, Michoacán. Ya para los 16 años había ingresado a la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde tuvo como maestros a Germán Gedovius, Leandro Izaguirre y Sóstenes Ortega, entre otros.

Miembro fundador de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) y del Taller de Gráfica Popular (donde estuvo hasta 1947), Zalce es autor de una larga lista de obra mural que no siempre ha corrido con buena suerte. Con Isabel Villaseñor pintó en 1930 un mural en el exterior del edificio de la escuela rural de Ayotla, Tlaxcala, donde empleó por primera vez el cemento coloreado. Tres años después, pintó al fresco Lavanderas, en la Escuela Doctor Balmis, tapado con cal posteriormente.

De manera conjunta con Leopoldo Méndez, Pablo O'Higgins y Fernando Gamboa, Zalce ejecutó en 1936 el mural Los trabajadores contra la guerra y el fascismo, en el cubo de la escuela de los Talleres Gráficos de la Nación. Anota el investigador José Juan Soriano: ''ahora una parte de este mural se encuentra en las bodegas del Archivo Artístico Mueble''. Del mismo año, Lenin, pintado con Leopoldo Méndez, en la Confederación Revolucionaria Michoacana, en Morelia, fue destruido.

Corrió con la misma suerte el mural La prensa reaccionaria de México, realizado en 1942, en la Escuela Secundaria Número 2.

Al regresar a su estado natal su actividad como muralista pareció aumentar. Los defensores de la integridad nacional se encuentra en la escalera principal del Museo Michoacano de Morelia, mientras el fresco Fray Alonso de la Vera Cruz está en la Sala de Historia y Antropología del mismo recinto. En el techo de la Cámara de Diputados de Michoacán ejecutó el fresco Contribución de Michoacán en la elaboración de la Constitución de México. Hizo Importancia de Hidalgo en la Independencia en el palacio de gobierno de Morelia. En Michoacán, Zalce recibió varios reconocimientos, como la presea Generalísimo Morelos.

Radicar en Morelia no le impidió trabajar en otras regiones del país. Para el Parque Deportivo de Nuevo Laredo, Tamaulipas, creó el mural de mosaico y vidrio Lo social en el desarrollo de los deportes. En la otrora Secretaría de Industria y Comercio, en la ciudad de México, ejecutó en acrílico La industria y el comercio en México. Lleno de vigor hasta avanzada edad, en 1989 concluyó un mural en la Procuraduría General de la República, y en 1994 El consumidor y el consumismo, para la Procuraduría Federal del Consumidor, ambas en la capital del país.

De 1995 a 1996, la gran retrospectiva Zalce total recorrió varias ciudades de la República antes de llegar al Museo del Palacio de Bellas Artes.

Alfredo Zalce fue velado a partir de las 21 horas en el Museo de Arte Contemporáneo que lleva su nombre, y hoy al mediodía será cremado en Jardines del Angel de la ciudad de Morelia, según confirmó el corresponsal Ernesto Martínez Elorriaga. Sus restos serán depositados, junto a los de sus dos hijos, Xavier, quien falleció en 1995, y Andrés, que en compañía de sus dos descendientes perdió la vida en 1999 en un accidente automovilístico. Le sobrevive su hija Beatriz.


Lo caracterizó el rigor artístico, evalúa Monsiváis

Cierra el pintor michoacano gran época del arte nacional

Tuvo tímidos acercamientos a las vanguardias, indica Tibol Tenemos que ver su obra junta, pide Juan Soriano

CESAR GÜEMES Y RENATO RAVELO

Colegas, alumnos y amigos del pintor Alfredo Zalce coincidieron en que con su muerte se cierra una gran época dentro del arte mexicano. En particular, consideraron que es momento de una amplia retrospectiva para conocer con detalle la importancia del legado pictórico que el creador michoacano deja al país.

Carlos Monsiváis señaló que Alfredo Zalce "fue un creador de enorme y permanente disciplina. Su vida artística abarcó muchísimas etapas inusitadas por su rigor artístico y su apego a la fe en que el tema no demeritaba la obra de arte. Fue pintor y grabador de la etapa inmediatamente posterior al primer muralismo y, de seguro, de modos muy diversos, Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros tuvieron muchísimo que ver en su perspectiva del arte, no en su técnica, pero sí en su visión del mundo. Perteneció a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, a la gran etapa del Taller de Gráfica Popular. Estuvo muy cerca de las causas de izquierda, aunque nunca fue alguien señalado o señalable como sectáreo. Su trabajo con temas de la vida de las poblaciones mayas de Yucatán es memorable, como lo son varios de sus óleos y muchísimos grabados. Creo que será importante que Bellas Artes le dedique una gran retrospectiva para que se pueda apreciar el conjunto de una obra regida por la excelencia y por la idea de que el compromiso político no disminuía la creatividad".

La crítica de arte Raquel Tibol consideró que la larga vida de Zalce resultó muy productiva: "siguió una línea levemente zigzagueante entre lo que podemos denominar tímidos acercamientos a las vanguardias del siglo que le tocó. Si bien siempre quiso que se le reconociera como un artista mexicano, se acercó en muchos momentos a L'école du Mexique, en el sentido de que estaba influido por algunos maestros franceses de las vanguardias, digamos que miró con interés a Matisse. Y aplicó estos conocimientos de producción estética a su entendimiento de lo mexicano. Alternó en su temática los argumentos campesinos y urbanos.

"Practicó escultura, dibujo, mural, tapiz y un amplio espectro de posibilidades plásticas, a veces con aciertos, a veces con desaciertos. Por eso digo que se puede manejar la línea zigazgueante, de bueno a menos bueno y otra vez a bueno. Siempre discreto, Zalce tuvo sus convicciones, pero participaba poco en la vida pública a diferencia de su contemporáneo José Chávez Morado. El acercamiento a la escultura le vino influido por Fernando Gamboa, cuando en los años 50 le encargó piezas para los remates de los elevadores del Centro Médico Nacional, y a partir de entonces tuvo un acercamiento más franco hacia este arte. En cuanto a los murales hay uno que está por encima de todos los que realizó: el del Museo Regional de Morelia, Michoacán, en el que hace una rotunda defensa alegórica del Tercer Mundo. En el tiempo que pintó ese mural era un tema muy candente, se tenía una idea de Tercer Mundo combativo y solidario, que buscaba convergencias entre los países menos desarrollados. Todos los elementos de ese mural tienen un alto contenido plástico.''

A su vez, Juan Soriano recordó que vio a su colega hace poco: "casi ni hablamos, estaba muy distraído e impaciente, no estaba ya con nosotros. Pensé que íbamos a tener una conversación simpática. Indudablemente su vocación era dejar un legado de lo que había vivido. Tuvo una vida bastante larga, llena de trabajo y amigos. De algunas de sus obras se saben cosas, para enriquecerla los especialistas tendrán que hablar de lo que significó la presencia de un gran artista con vocación. Tendríamos que poder ver su obra junta en alguna ocasión''.

La pintora Carmen Parra lamentó que ya se hayan ido casi todos los maestros de esa generación, "con Zalce se cierra una gran época de México que echó mano de la tradición de la provincia. En su trabajo quedó plasmado un mundo que ya no existe. Su obra de caballete está ya dentro de nuestra memoria cotidiana. Perteneció, digo, a una generación que se ha ido acabando poco a poco. La esencia de lo que es el país se va diluyendo, por desgracia, en este orbe polarizado. La obra de Zalce, junto con la de otros grandes maestros, nos recuerda, sin embargo, ese pasado. Con la partida de Zalce se va, digamos, nuestra infancia. Con su muerte se desprende para siempre un pedazo de nuestra vida como país".

Luis Nishizawa, alumno de Zalce, consideró que tanto su maestro como José Chávez Morado "fueron los dos últimos muralistas. Zalce nos dio un ejemplo. Era un hombre de izquierda, pero abierto a todas las corrientes, a todo lo que tuviera que ver con ser humilde".

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